Internacional
Europa, el estrecho refugio de los desterrados por la fuerza
ABC, , 06-09-2015Los principios esenciales vacilan ante el mayor drama humanitario en 50 años
«Refugiado: que ha dejado su país para evitar una persecución o una condena o para huir de una invasión». El primer ministro húngaro, Victor Orban, ha olvidado que en noviembre de 1956 la Unión Soviética invadió Hungría con 32.000 soldados para aplastar una revuelta democrática. Alrededor de 200.000 húngaros huyeron de su país para evitar la represión de la dictadura comunista y, siguiendo el mismo camino que hoy recorren los sirios, fueron acogidos por los países de Europa Occidental, pasando por Austria. Esa fue la primera vez que Acnur, la agencia de las Naciones Unidas para los refugiados, estableció un mecanismo de reparto para la ubicación de esas personas entre los países de acogida, igual que hoy intenta organizar la Comisión Europea con la avalancha de personas que huyen de la inestabilidad en el norte de África y Oriente Medio.
Los dos acontecimientos tienen algo en común: Las potencias occidentales prefirieron asumir la situación y renunciaron a intervenir militarmente para atajar el fondo del problema. Igual que entonces, la perspectiva de una posible intervención en los países que están actualmente desangrándose por la guerra no aparece en ningún programa político europeo. Ni siquiera pensando que el fenómeno que empuja a tantos miles de sirios e iraquíes es la encarnación del mal absoluto. Es el mal llamado Estado Islámico que no oculta sus planes de hacer lo posible por asentar su poder en esos países con la idea de atacar desde allí a Europa.
En realidad, lo que estamos viendo en estos días no son más que las primeras salpicaduras de un conflicto alentado por los fanáticos yihadistas, que se acerca poco a poco hacia territorio europeo. Incluso desde Afganistán llegan personas huyendo de lo que temen que va a pasar después de la retirada de las tropas de la OTAN que culminó a finales del año pasado. Los occidentales pasaron una década tratando de estabilizar el país y se han ido aconsejando a las autoridades que intenten pactar con los talibanes, ya que no ha sido posible derrotarlos completamente.
En Siria han pasado ya cuatro años de conflagración uno más de lo que duró la Guerra Civil española y no se vislumbra una salida para un conflicto en el que la mayoría de los ciudadanos están obligados a elegir entre ser aplastados por una dictadura cruel o por una organización oscurantista y sanguinaria. La Europa a la que han acudido a pedir ayuda no ha podido mostrar el rostro que los refugiados esperaban encontrar. La memoria de los casi dos millones de personas que por primera vez fueron oficialmente declaradas como refugiados y reubicadas después de la II guerra mundial ha desaparecido del todo. Entonces la operación se llevó a cabo en menos de un año y ahora la UE se ha dividido claramente entre los países orientales (el grupo de Visegrado formado por Polonia, República Checa, Eslovaquia y Hungría, pero también Rumanía y Bulgaria) que se oponen al reparto de los recién llegados y que acusan a los países occidentales, empezando por Alemania, de alentar con su política de acogida a que sigan viniendo.
Según los expertos no se trata de un rechazo frontal a los extranjeros, puesto que en la República Checa hay una relevante proporción de inmigrantes vietnamitas, ucranianos u originarios de la ex Yugoslavia, sino al hecho de que esta vez sean musulmanes. Como ha dicho Jacques Rupnik, profesor y politólogo francés, especialista en Europa oriental: «el temor que despierta el islam en los países del este se ve alimentado por lo que ven en los países del oeste, porque creen que la política del multiculturalismo ha sido un fracaso».
Francia, uno de los países europeos con mayor proporción de población musulmana, también afronta dividida este fenómeno, entre los principios tradicionales a acogida que han hecho grande la imagen del país y los temores de que esta vuelta de tuerca en la llegada de más musulmanes sirva para reforzar el creciente apoyo al ultraderechista Frente Nacional.
Sin embargo, es necesario poner las cifras en perspectiva. Respecto a más de 500 millones de habitantes, los 120.000 refugiados que quiere repartir la Comisión Europea representan una cantidad insignificante. En ningún caso comparable a lo que sucede en Turquía (77 millones de habitantes y más de un millón de refugiados sirios) Líbano (4,2 millones de habitantes, 1,1 millones de refugiados) o Jordania (6,3 millones de habitantes y acoge a 600.000 sirios). Los tres países corren un riesgo cierto de que su estabilidad interna salte en pedazos en cualquier momento.
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