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La inmigración que nos invade, algo que se pudo evitar (y II)
ABC, , 05-09-2015Todo empezó cuando Irak invade Kuwait en agosto 1990, muy probablemente con la aquiescencia engañosa de los EEUU, a fin de tener la excusa o «casus belli» de debilitar a Saddan Hussein
Ya se expuso en el anterior artículo las causas e incluso posibles soluciones de la inmigración que nos afectaba e incluso la que afectaba a Italia. Está claro que a Italia más, ya que la puerta libia destruida es más cercana a la bota desde el punto de vista geográfico e incluso cultural e histórico. Además, parte de la inmigración causada por lo que hoy vamos a hablar también desemboca por Libia confluyendo aquí dos causas, la africana – ya hablada – y la asiática, de la que espero escribir hoy.
Todo empezó cuando Irak invade Kuwait en agosto 1990, muy probablemente con la aquiescencia engañosa de los EEUU, a fin de tener la excusa o «casus belli» de debilitar a Saddan Hussein. Saddan Hussein no era un descerebrado y sólo se entiende la invasión de Kuwait por Irak si previamente alguien de la administración Bush (¿la embajadora April Glaspie?) no le hubiera dado garantías de que no pasaría nada.
Las intenciones de Saddan por Kuwait hay que entenderlas, ya que los dirigentes iraquíes siempre sostuvieron que Kuwait era la provincia sur de Irak y que cuando la mano colonizadora de Inglaterra soltó esas tierras hizo divisiones artificiales de los nuevos estados a fin de lo darles demasiado poder petrolero. Lo cierto es que el territorio del actual Kuwait había estado unido, en tiempos, a Bagdad; junto a eso, el incremento del poder petrolero que esta adhesión suponía implicaba un buen pastel para Saddan y la guinda lo remataba que el puerto del emirato le proporcionaba una salida al Golfo Pérsico que no le daba su propio territorio por el delta del Tigris y Éufrates (Chatt el – Arab), por estar en territorio iraquí dominado por los chiitas.
Así la cosa, EEUU no tenía problemas en los países europeos para, bajo el paraguas de la ONU, hacer entrar en razón a los invasores iraquíes. El problema lo tenía en su propio país donde la llamada opinión pública «pasaba» del tema iraquí. Fue necesaria una campaña de intoxicación informativa propia de los Estados Mayores expertos en Inteligencia y que posiblemente en España hubiera sido delictiva, ya que las técnicas utilizadas son las que se utilizan contra la población del enemigo. La misma consistió en que, durante una semana, una joven muy bien vestida contaba con lágrimas de cocodrilo la salvajada que los soldados iraquíes habían hecho al entrar en el hospital de Kuwait y matar a bayonetazos a los niños que estaban en las incubadoras (mientras, aquí, en España y Europa, esto ni se trataba).
Huelga decir que la acción de la citada campaña de intoxicación informativa fue definitiva para que la población estadounidense cambiara de criterio y clamara justicia contra los salvajes iraquíes mandados por tan sangriento dictador. Contaron varios oficiales médicos norteamericanos, contratados para la campaña, que cuando entraron en Kuwait lo primero que acudieron a ver fueron las incubadoras de dicho hospital donde tan salvajes actos habían tenido lugar, lamentando el engaño que habían sufrido, ya que no vieron indicio alguno de que dichas salvajadas hubieran ocurrido.
Luego se supo que dicha señorita era hija de un alto funcionario de la embajada de Kuwait en los EEUU (parece ser que hija del propio embajador) y que hacía meses que esta señorita no pisaba su país, por lo que difícilmente podía ser testigo de lo que contaba.
Mientras tanto, ¿qué hacían los informados medios de comunicación europeos que se enteran de lo que quieren y aplaudían a rabiar la acción que se inició en enero de 1991? Ahora no hablaremos de esa guerra en sí, que causaría sonrojo a la mayor parte de los carniceros.
La primera guerra del Golfo había terminado pero Saddan Hussein – no olvidemos, un laico socialista del partido Baas, el mismo que mandaba en Siria y sigue mandando en parte de ella – continuó en el poder, eso sí, con bastante limitaciones. Al norte los kurdos, que nos parecen tan malos cuando incordian a Turquía, nuestra aliada, y tan buenos cuando incordian a Irak, Siria, Irán y regiones sur de Rusia, empezaron a ganar terreno a pesar de que hacía años que estos separatistas en busca de un estado que incordia cinco, habían sido embridados por Saddan. Ello se debió a la zona de exclusión aérea creada por los Estados Unidos y bendecida por la ONU.
Esta zona de exclusión estaba entre dos paralelos que, ¡oh casualidad!, encerraban a la zona suní, población que era la única que tenía algún sentido de estado y en la que se apoyaba Saddan Hussein por ser él suní. Al norte del paralelo norte estaban los kurdos iraquíes y al sur del paralelo sur estaban los chiitas iraquíes, enemigos de los suníes desde el tiempo del último cáfila ortodoxo Alí (batalla de Kerbala, hacia el 680, donde murió Husseín nieto del profeta e hijo de Alí), y más que aliados de los iraníes por ser estos chiitas y tener frontera común. Este despliegue de, digamos, actores nos está rebotando actualmente con el famoso DAES.
Hacía falta destruir a Saddan y ahora somos conscientes (la sociedad civil occidental) de la cantidad de falsedades que se utilizaron para lavarnos el cerebro y así justificar lo injustificable. De todos es conocido«la cantidad de armas químicas que tenía Saddan y la de armas nucleares que estaban en fase terminal».
Contaré lo que hablábamos un compañero de viaje y yo a finales del año 2002, en nuestro trayecto Toledo – Madrid en ferrocarril. Este compañero que era bancario, militante y dirigente político del Partido Popular de Toledo, me mostraba por escrito todas las justificaciones que Aznar había dado en las reuniones del partido, apoyadas ellas en la resoluciones de la ONU. Yo le comentaban que las mismas estaban basadas en una clara falta a la verdad, ya que en Irak no había armas nucleares ni tenían armas químicas. Las primeras porque el único reactor que había tenido había sido destruido por los israelíes varios años antes en un ataque aéreo por sorpresa en una acción totalmente contraria al derecho internacional; y las segundas, porque las industrias químicas instaladas por los franceses y alemanes en los años 80 estaban totalmente obsoletas, pues no habían sido actualizadas y dichas instalaciones tenían una vida entre 10 y 15 años.
Igualmente incidía en que si eso lo sabía yo, que no era un analista en Inteligencia, con mayor motivo lo sabían éstos y por lo tanto nuestros líderes; dicho de otra manera, que alguien estaba faltando clamorosamente a la verdad.
Igualmente le decía que aunque Saddan fuera un dictador nos era muy útil ya que sostenía y controlaba esa parte del Oriente Próximo y que su caída iba suponer que eso se convirtiera en un avispero (evidentemente no podía intuir con exactitud lo que ahora ha ocurrido, pero sí las grandes líneas de lo que no nos convenía). Igualmente le insistía en que, si no se encontraba un sustituto, que a su vez iba a ser igual que él, mejor dejarlo.
Hace unos meses nos volvimos a ver y hablando de la próxima boda de su hijo, cuando escribo esto ya acaecida, lo recordábamos y me admitía la razón que me acompañaba en aquellos momentos. Volvemos de nuevo a lo decían nuestros mayores: «Señores, de aquellos polvos estos lodos».
No voy a detallar cómo el estado fallido en que se ha convertido Irak es la causa del DAES; sí, ya lo sé, sazonado con un proceso que ahora no quiero concretar porque no es el motivo de este artículo; sólo insistir en que si Saddan no hubiera sido eliminado, esto no existiría ahora y lo primero que hay que hacer es arreglar Irak pero, también es justo pedir, que enderece el asunto quien lo haya torcido.
Ahora viene la segunda parte. De igual manera que en Libia rompimos totalmente la puerta, en Siria, y como producto de la misma política que trajo la mal llamada Primavera Árabe y que tampoco fueron ellos los que realmente la activaron, Occidente ha estado a punto de tirar la puerta, aunque la ha dejado entreabierta.
Bashar al – Assad, que no era un santo, como tampoco Mubarak en Egipto, o los ya citados Gadafi o Sadan Hussein, nos era muy útil para controlar su país, como lo eran los otros. Vendernos la burra de que se quería llevar la democracia a esos países sólo se le ocurre al que asó la manteca o a los que tenían otros intereses menos confesables; lo cierto es que la inteligente, informada y libre prensa occidental aplaudió como siempre en estos casos, hasta con las orejas, haciendo de palmeros del lavado de cerebro de los que se creen informados ciudadanos libres.
Sólo cuando vieron el peligro de guerra clara que podía declararse en Egipto y su expansión descontrolada a Oriente Próximo, tuvo que venir Al – SiSi, el hijo político de Mubarak (al que previamente habíamos dado una patada donde la espalda pierde su honesto nombre), para que dejara las cosas como antes; evidentemente, con el apoyo de los que habían derrocado a Mubarak.
Manifiestamente la solución del asunto pasa por apoyar en Siria (a semejanza de Egipto) a el – Assad para, de esta manera, cerrar la puerta, seguir apoyándole para que termine con el desaguisado que hemos producido en su país y en coordinación con Irak terminen con el DAES, y por último apoyar la reconstrucción de ambos países para que la mayor parte de sus emigrados vean con ojos favorables el regreso a su país y antes de que se produzca en Europa una segunda o tercera generación, y éstos ya no quieran el retorno por considerarse más europeos que ciudadanos del Oriente Próximo.
¿Esto sería la solución al problema? A la mayor parte sí, pero hay una realidad que no conviene olvidar y que siempre envenena todo lo que ocurre en esa parte del mundo; es el asunto palestino – israelí y al que todos los musulmanes son muy sensibles. Sólo la solución de este asunto según las disposiciones dictadas por la ONU traería definitivamente la paz. Ello supone que los dos actores se reconozcan como tales y no pretendan la desaparición el uno del otro; por lo tanto, actores con fronteras reconocidas según los tratados internacionales y Resoluciones de la ONU.
La dificultad de la solución anterior implica que los Altos del Golán deberían de volver a su legítimo dueño, que es Siria. Los motivos de seguridad aducidos por Israel, y que no justifican ese apoderamiento, no son válidos hoy día, ya que a Siria no se le ocurriría un ataque frontal, pues sabe que la respuesta podría ser demoledora, ya que en una sola acción Israel podría destruir casi toda la ciudad de Damasco.
Si esto no es fácil, pero se podría lograr, no es nada si se compara con lo que viene. Lo que viene es el estatus de Jerusalén, pues según las Resoluciones de la ONU y las leyes internaciones la mitad de ella está ocupada ilegítimamente. Y esto sí que tiene muy, pero que muy difícil solución.
Cuando estaba estudiando el curso de Estado Mayor en Bélgica(96 – 97), nos dio una conferencia el embajador en funciones de Israel. Para hacerle una pregunta comencé a leer, ante la sorpresa de mis compañeros, el salmo «del exiliado» directamente de la Biblia, pues en francés no lo sabía, ni lo sé de memoria: «Junto a los canales de Babilonia nos sentábamos a llorar nos nostalgia de Sión, de los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras, allí nuestros opresores nos instaban a divertirles…», salmo 137 (Vg 136), sencillamente precioso; al terminar le pregunté que si dicho salmo estaba vigente aún en aquel momento, respondiéndome que sí.
Cuando todo terminó mis compañeros me preguntaron qué significaba esa respuesta y les respondí que el asunto de Jerusalén en el marco de la cuestión del Oriente Próximo no tenía solución en muchos años.
Sólo añadir, para complicar la cosa, que en la Biblia aparece el sacrificio de Isaac y que los musulmanes lo definen como el sacrifico de Ismael, de aquí la fiesta del cordero (Aid el Kebir o Aid al – Adha). Tanto uno como otro ocurren en el monte Moria que, ¡oh casualidad!, se encuentra en Jerusalén y para más casualidades, la Guardia Civil ya no se lo creería, sobre el monte Moria se encuentra construida la mezquita de Al – Aqsa, la de la cúpula dorada junto al Muro de las Lamentaciones, y tercer lugar más sagrado del Islam después de la Meca y Medina pues, desde allí, según la tradición musulmana, Mahoma subió al cielo acompañado del arcángel San Gabriel.
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