Canarias / confieso que he pensado

El turno de los hipócritas

ABC, santiago díaz bravo, 05-09-2015

África siempre ha quedado muy lejos para los prebostes europeos, pero ahora, de repente, está más cerca

El repentino interés de la Unión Europea por hacer frente de forma conjunta al drama de los refugiados tras la llegada de una ingente cantidad de foráneos al centro mismo del continente y, sobre todo, la publicación de la impactante fotografía del cadáver de un niño, ha puesto en evidencia, en primer lugar, que Alemania y los restantes países del centro y el norte de Europa no son sino unos miserables fariseos que, pese a saber de sobra que dicho problema afecta hace años a los Estados del sur, sólo se han decidido a hacer algo cuando miles de personas han tocado a las puertas de sus propias fronteras; en segundo lugar, la actual crisis ha dejado nítidamente claro que España y los demás países meridionales pintan bien poco, más bien nada, en las grandes decisiones que se adoptan en Bruselas.


España, Italia y Grecia llevan años reclamando una respuesta conjunta a la llegada de inmigrantes desde el continente africano, bien como consecuencia del hambre, bien de los conflictos bélicos, bien por la respetable aspiración de mejorar su calidad de vida. Pero todas sus reclamaciones, sus peticiones cargadas de pruebas y razones de peso, han caído en saco roto. Los miles de cadáveres que han aparecido flotando en el Atlántico y en el Mediterráneo, los que nos hemos encontrado varados en las playas de Canarias, Andalucía o Sicilia, de los que también hay fotos, y muchas, nunca han tenido la misma consideración que la lograda por el del niño sirio.


África siempre ha quedado muy lejos para los prebostes europeos, pero ahora, de repente, está más cerca, y se han echado las manos a la cabeza, y acaso hayan acertado a comprender lo que ha venido ocurriendo en el sur de Europa desde hace muchos años. Sin embargo, a pesar de ello, Europa habrá fracasado otra vez, y van unas cuantas. Y lo mismo da que ahora, como por arte de magia, se asuma que el problema de la inmigración ilegal es un fenómeno que supera el ámbito nacional.


Si de una vez por todas se alcanzase un acuerdo global que respondiese a las necesidades de los inmigrantes y a la conveniente división de esfuerzos entre las naciones de acogida, bienvenido sea, pero ello no impedirá que haya quedado demasiado en evidencia que existen dos Europas.


Por ello, probablemente haya llegado el momento de que los gobiernos del sur metan el dedo en la llaga de los del norte, de que se carguen de reproches para recordarles a sus insolidarios e hipócritas socios que lo que ocurre estos días lo llevamos padeciendo por estos lares hace mucho tiempo sin que nadie haya movido un dedo.


Reza el dicho que a cada cerdo le llega su San Martín. Y para algunos ha llegado.

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