EL CHAFLÁN
Indecencia
La Voz de Galicia, , 04-09-2015La imagen del cuerpo sin vida del niño Aylan Kurdi, casi un bebé, mecido por las olas del mar griego es el desgarrador epítome de la tragedia de los refugiados que un día sí y otro también nos refleja en el espejo nuestra propia indecencia. Es el resumen de un criminal orden en un solo fotograma que nos golpea de tal modo que, al menos durante unos segundos, nos pone contra las cuerdas y nos hace sentir cómplices de una guerra mundial en la que cualquiera puede ser víctima. Incluso un niño de tres años que se le escurre de los brazos a su padre cuando tratan de alcanzar la que creyeron que era la otra orilla, en la que se pondrían a salvo de la muerte segura.
La imagen del niño muerto es tremenda. Tanto que por un momento se volvió a abrir el debate sobre si su publicación hiere sensibilidades, si es lícito utilizar la imagen de la muerte y del dolor que padecen otras personas. Esta vez parece que la discusión fue de corto recorrido: más espeluznante que la foto es la realidad que esta representa. Ya han muerto varios miles de las cerca de 200.000 personas que cruzaron el Mediterráneo en lo que va de año en su intento por huir de la guerra, la persecución política o el hambre. Mientras, con una grosera cicatería, Europa solo discute cuántos refugiados puede acoger y cómo los repartirá.
El niño Aylan Kurdi es ya otro icono del amplio catálogo de barbaridades que somos capaces de cometer. Como lo fue la niña del napalm de la guerra de Vietnam o el niño acechado por un buitre en la hambruna de Sudán de los primeros años 90. Tristemente pasará pronto el impacto que nos causa Aylan muerto en la playa. Quizás superado por algo todavía peor. Aunque parezca imposible.
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