¿Por qué murió ahogado Aylan?
La Razón, , 04-09-2015El sueño de Abdulá Kurdi era llegar con su familia a Canadá, donde vive su hermana Teema. Dejar atrás la guerra que asola Siria y comenzar una nueva vida. Pero la fatalidad del destino traerá de vuelta a su ciudad natal, Kobani, a este sirio kurdo que perdió a sus dos hijos menores, de cinco y tres años, y su esposa, Rehan, de 27 años. Aunque unas trágicas fotografías han puesto nombre y apellido a la tragedia de la inmigración: se llama Aylan Kurdi. La imagen del más pequeño de los Kurdi, que yace muerto en la orilla de una playa de Bodrum, al este de Turquía, conmocionó ayer al mundo.
Tras dos intentos fallidos con una mafia que les iba a cruzar hasta la isla de Kos, en Grecia, Abdulá consiguió su propio bote neumático y metió a su familia y a otros sirios. Pero nada más salir empezó a entrar agua en el bote y volcó. Según relató Abdulá a la agencia de noticias Dogan, en el primer intento «los guardacostas nos capturaron en el mar y luego nos liberaron». La segunda vez, los traficantes –a quienes habían pagado ya dos veces– «no cumplieron su palabra y no trajeron el bote» prometido. En el tercer intento, el de la madrugada del miércoles, los refugiados decidieron remar ellos mismos hasta la isla griega de Kos, pero al poco de estar en la mar empezó a entrar agua en la embarcación.
«La gente entró en pánico cuando el agua llenó el bote y se hundió. Teníamos chalecos salvavidas. Yo estaba sosteniendo las manos de mi esposa. Mis hijos se me escaparon de las manos. Tratamos de mantener la embarcación a flote pero estábamos muy nerviosos. Todo el mundo estaba gritando y no podía escuchar las voces de auxilio de mis hijos y mi esposa», describió el superviviente.
«Traté de nadar a la playa siguiendo las luces. Busqué a mi esposa y mis hijos en la playa, pero no pude encontrarlos», lamentó.
Al principio Kurdi no creía que pudieran estar muertos. «Pensé que habían huido por temor a ser atrapados y volví a Bodrum. Cuando ellos no vinieron a nuestro punto de encuentro en la ciudad me fui al hospital y me enteré de la amarga realidad», explicó conmocionado el padre de Aylan.
Ahora Abdulá sólo piensa en poder recoger los cuerpos de su esposa e hijos de la morgue y llevarlos a enterrar a Kobani. Canadá ya es un sueño roto que no volverá a anhelar. «Quiero que el mundo entero nos escuche desde Turquía, donde hemos llegado escapando de la guerra. Tengo un gran sufrimiento. Después de lo ocurrido, no quiero ir. Voy a llevarme los cuerpos primero a Suruç (en la frontera con Siria) y luego a Kobani. Pasaré el resto de mi vida allí», rompió a llorar Abdulá en la morgue.
La familia Kurdi había realizado una solicitud de asilo con apoyo privado ante las autoridades canadienses que fue rechazada en junio por complicaciones legales con las solicitudes enviadas desde Turquía. «Yo estaba intentando sufragar sus gastos, y mis amigos y mis vecinos me ayudaron con los depósitos bancarios, pero no pudimos conseguir sacarlos y por eso se subieron en un bote», se quejó Teema, la hermana de Abdulá, residente en el país, en declaraciones al diario canadiense «National Post». «Yo incluso les pagaba el alquiler en Turquía, pero es horrible el modo en que tratan a los sirios allí», criticó.
La tía de los dos niños ahogados se enteró de la fatal noticia a las 5:00 de la mañana tras la llamada de la esposa de uno de los hermanos de Abdulá. «Me dijo que había recibido una llamada de mi hermano y todo lo que dijo fue: mi mujer y mis dos hijos están muertos», declaró al diario canadiense. Teema lleva 20 años residiendo en Vancouver y es dueña de una peluquería. «La frustración de la espera y de la falta de acción ha sido terrible», lamentó la hermana de Kurdi.
La noticia también fue acogida con tristeza en Kobani. «Es un día triste para todos nosotros, pero también para todos los sirios», expresó Shukri Kino, un vecino de Kobani, en declaraciones a LA RAZÓN. Shukri no conocía personalmente a los Kurdi, pero cuando vio la foto de Abdulá en las redes sociales lo reconoció: «Abdulá trabajaba de barbero en el barrio donde vive una de mis hermanas». «A los sirios nos están matando dentro y fuera del país», denunció.
La familia Kurdi se había visto obligada a mudarse varias veces durante el conflicto sirio. «Salieron de Damasco en 2012 y se dirigieron hacia Alepo, y cuando los enfrentamientos estallaron allí, se trasladaron a Kobani. Y de nuevo, cuando el Estado Islámico entró en Kobani, se trasladaron a Turquía», dijo un conocido, Mustafa Ebdi, a AFP. Redur Xelil, portavoz de las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo (YPG), reconoció a este diario que «muchos kurdos han regresado a Kobani» –después de que el Estado Islámico fuera expulsado de la ciudad hace cinco meses–, «pero otros han decidido emigrar a Europa en busca de mejores oportunidades laborales y por la inseguridad».
Cinco años de sangrienta guerra y sin vistas de un acuerdo de paz han llevado a muchos sirios desesperados a embarcarse en este peligroso viaje de huida que, en muchos casos, termina a escasos metros de donde empieza.La guerra civil se ha cobrado la vida de más de 250.000 sirios, pero otros cientos están muriendo cada día a bordo de una embarcación que sobrepasa el peso recomentado y que acaba naufragando antes de llegar a las costas del sur de Italia o Grecia. Occidente es responsable por haber dejado que se llegara a esta situación, pero también algunos países de la región que, desbordados por el número de refugiados que han tenido que acoger, han decidido cerrar sus fronteras a los sirios.
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