El mapa de la solidaridad sin fronteras
El Mundo, , 03-09-2015Sumando todos los gestos europeos de solidaridad, al margen de la inacción de los líderes políticos, tal vez no se consiga resolver la crisis de los refugiados, pero al menos se compensa la imagen xenófoba ofrecida por los grupos de extrema derecha durante las últimas semanas. En Alemania, tierra prometida de la gran mayoría de solicitantes de asilo, se han dado escenas curiosas, como varios estadios de la Bundesliga mostrando en sus fondos pancartas con las palabras Welcome Refugees (Bienvenidos, refugiados).
Además, en Berlín se ha organizado una red espontánea de personas dispuestas a recibir en su casa a refugiados, bien cediéndoles la vivienda durante un tiempo o bien admitiéndolos en una habitación. A diferencia de los albergues, donde de una u otra forma debe haber un pago por cada refugiado que se aloja, esta red pone como requisito la gratuidad.
La asociación evangélica Evangelische Jugend se ha hecho cargo de la coordinación y recibe los datos de quienes pueden dar cobijo a una persona, a una pareja, a una familia… Esta información se pasa a las autoridades de Berlín, que asignan refugiados que encajen con la oferta.
A través de las redes sociales se han construido redes solidarias como la de www.glueckskette.ch, que nació en Suiza y que ya ha recaudado en Alemania varios millones de euros. Estas redes se valen de aplicaciones para smartphone diseñadas para las donaciones. No hay más que descargarlas al teléfono y aportar lo que se quiera o se pueda.
Al hilo de esta reacción, el Bild Zeitung ha pedido a numerosos famosos alemanes que se manifiesten a favor de la cultura de acogida. Han puesto su cara y su voz a una llamada a la integración y la tolerancia los futbolistas Mario Götze y Mesut Özil y las modelos Heidi Klum o Claudia Schiffer.
Fuera de Alemania también se han dado escenas de solidaridad con los demandantes de asilo, sobre todo con los sirios, víctimas de una guerra terrible. El arzobispo de Viena ha prometido acoger en sus instalaciones a 1.000 refugiados de Oriente Próximo durante las próximas semanas.
Aseguró además que otras diócesis y también monasterios en el resto del país deberían ofrecer alojamiento para los refugiados, que llegan a cientos a Austria todos los días. «No podemos ir por la vida dando lecciones sobre cómo tratar a los refugiados y no aportar lo nuestro». Además, cientos de personas esperan los trenes con refugiados en la estación de Westbahnhof (Viena) con cajas de alimentos, bebida y comida en los propios andenes facilitados por el Gobierno.
En Hungría, al margen de la política de muros del presidente, Viktor Orban, una parte de la sociedad civil se ha organizado para repartir ropa y calzado en las estaciones de tren como la de Budapest, convertida en un campo de refugiados. Además, muchos donantes están aportando fondos para compra de alimentos, medicinas y útiles de cocina para que puedan salir adelante más allá de su precariedad. Organizaciones como Migration Aid o Migszol ofrecen cursos gratuitos para los voluntarios que deseen acercarse a ayudar a los lugares de tránsito de los demandantes de asilo.
El siguiente punto del mapa de la solidaridad es Islandia. La intención del Gobierno de Reikiavik, dispuesto a acoger a 50 refugiados sirios, se ha visto superada por una iniciativa popular, organizada desde una página de Facebook, en la que 12.000 ciudadanos islandeses (de 300.000 habitantes que tiene la isla) se ofrecen voluntarios para recibir en sus propias casas a más personas.
Islandia ha recibido sólo a 511 refugiados desde 1956. El primer ministro, Sigmund David Gunnlaugsson, afirma que hay un consejo especial de expertos que ya estudia la propuesta pública y analiza las capacidades que tiene el país para traer a esos solicitantes de asilo, aunque no ha ofrecido una cifra final.
También en España, tanto Madrid como Barcelona estudian «recursos y medidas» para acoger a refugiados sirios como respuesta al éxodo masivo y la cicatera propuesta del Gobierno español de aceptar a menos de 3.000 personas por esta vía. Tanto Manuela Carmena como Ada Colau pretenden convertir las ciudades que dirigen en «refugio» de solicitantes de asilo. La alcaldesa de Barcelona ya prepara un registro de familias voluntarias para recibir a estas personas y ha pedido a otras localidades que formen «una red de ciudades» de acogida.
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