La otra mirada
Turistas inmigrantes
Deia, , 31-08-2015es gratificante para la economía de Bilbao que hayamos recibido en siete meses de este año a setecientos mil turistas, un 30% extranjeros; ante nuestras miserias laborales es tan esperanzador como que el Estado vaya a batir su récord de turistas superando los 65 millones.
Si cualquiera de los miles de sirios, afganos o … que ahora como perseguidos/refugiados se apiñan ante las puertas semientornadas de Europa hubiera comprado hace bien poco tiempo por un módico precio, más barato vía Londres/París/Berlín o Roma, un paquete turístico para alguna costa española, hubiera sido recibido con hospitalario entusiasmo hotelero como el turista un millón; vendría a dejarse la pasta y punto, ninguna pregunta. El aeropuerto hubiera sido, como lo ha venido siendo para miles de llegados “sin papeles/ilegales” la ruta de entrada, quedándose entre nosotros después de su estadía turística. Lo que es seguro es que hubieran pagado infinitamente menos de lo que ahora les cobran las mafias de contrabandistas de personas por su azaroso éxodo forzado a Europa, al espacio Schengen. Y además, mientras tomaran el sol como cualquier turista, hubieran contemplado cómo detenían los guardiaciviles a “los pateras” que llegan exhaustos a la playa. En 2014 España rozó los 65 millones de visitantes, cifra que se hubiera rebasado sobradamente de habernos llegado como “turistas” quienes ahora ante nuestras puertas de casa llena y segura nos reclaman ayuda y refugio como amenazados y perseguidos. Pero siendo prácticamente los mismos cientos de miles las personas que como turistas tendrían ubicación segura en nuestros hoteles/residencias y playas, ahora al decir de nuestras autoridades no hay hueco para ellos porque son muchos. Distopía administrativomigratoria.
No trivializo ni lanzo confetis de moralina porque estamos hablando de la vida de personas, ni más ni menos; sé/sabemos que pueden ser dos millones o más quienes nos reclamen asilo y es un número bastante desequilibrante en lo social/económico y de convivencia multicultural en una población tan envejecida como la europea; también sabemos que los turistas vienen, están un tiempo tasado y se van, pagando antes de marchar, mientras que estos que ahora nos miran suplicantes de ayuda no saben cuánto tiempo habrán de quedarse y que seguramente nunca podrán pagar su estancia, más aún teniendo en cuenta las barbaridades que tras echarles de sus hogares están haciendo con bienes y personas quienes les persiguen por disidentes.
Los éxodos masivos son largos y duros, recuerden a nuestros mayores exiliados por Francia, Bélgica Inglaterra, México, Argentina…, y nunca se pueden resolver si los analizamos bajo el prisma económico, a no ser que queramos poner precio a la vida como seguirán haciendo los traficantes de personas mientras no demos paso franco y ordenado a su necesidad en nuestras herméticas fronteras.
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