Hungría terminó ayer de levantar la valla de 175 kilómetros en la frontera con Serbia, dos días antes de lo previsto, según informó el Ministerio de Defensa a través de la agencia estatal MTI.

El Gobierno conservador de Víktor Orban esperaba con la valla controlar el tránsito de refugiados, pero en los últimos días, ya con la valla de alambre de espino bastante avanzada, la policía seguía contando por miles los interceptados. El Ejecutivo planea una segunda cerca de cuatro metros de altura, que estaría lista hacia fines de octubre, y el Parlamento prevé aprobar esta semana un paquete de leyes que incluyen el internamiento de refugiados en una franja de 60 metros de ancho junto a la frontera y penar con hasta cinco años de cárcel causar daños a la valla.
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El ministro de Exteriores francés, Laurent Fabius, criticó la política de Hungría, por «no respetar los valores europeos comunes», en referencia a la controvertida valla. Fabius añadió que era «escandaloso» que algunos países, «sobre todo del este del bloque», no acepten el reparto de solicitantes de asilo y llamó a «Europa en su conjunto» a «asumir la responsabilidad».