Mientras la alambrada parece no disuadir a los miles de inmigrantes, las autoridades continúan con la construcción de una segunda
Hungría concluyó la construcción de una valla alambrada de 175 kilómetros de longitud y metro y medio de altura a lo largo de su frontera con Serbia.
Mientras esta alambrada no parece surtir el efecto deseado de disuadir a las miles de personas que buscan entrar en la Unión Europea a través de Hungría, las autoridades continúan con la construcción de una segunda valla, más sólida y de cuatro metros de altura, que esperan concluir en noviembre.
El Gobierno del conservador Viktor Orbán había anunciado en junio su controvertido plan de levantar la valla para parar la inmigración que entra en Hungría desde Serbia.
El número de refugiados que a diario cruza la frontera, proveniente de países en conflicto como Afganistán, Siria o Pakistán, ha oscilado en las últimas semanas entre los 1.000 y 3.200.
La policía local informó este domingo de que el sábado las autoridades interceptaron a 3.080 refugiados que cruzaron ilegalmente esa frontera, entre ellos 670 menores.
Mientras, en la localidad de Röszke, uno de los puntos de entrada más frecuentado en los últimos días, hubo varias protestas de refugiados que sobrepasan la capacidad de los centros de registro junto a la frontera.
Como la gran mayoría de los refugiados no quiere quedarse en Hungría, pide que les deje abandonar el país hacia otros más ricos de la Unión Europea, como Austria o Alemania.
En Röszke un refugiado intentó incendiar una carpa para llamar la atención y pedir que se le permitiera seguir rumbo a Alemania, según recoge la prensa este domingo.
Por la misma razón, unas cincuenta personas se manifestaron el sábado en la estación de trenes Keleti de Budapest.
De momento, esas protestas, si bien van en aumento, no han generado mayores incidentes.
En lo que va de año, Hungría interceptó a más de 140.000 personas, entre inmigrantes y refugiados, que entraron en el país de forma ilegal.