Internacional / crisis migratoria

«Somos demasiados en este campo de refugiados»

ABC, daniel iriarteenviado especial a presevo (serbia), 28-08-2015

La localidad serbia de Presevo, de 10.000 habitantes, recibe a diario 60 autobuses llenos de inmigrantes

La fila de refugiados se extiende hasta donde alcanza la vista. Algunos afortunados han logrado colocarse bajo una rama, pero la mayoría suda bajo el sol de agosto. Esperan que les franqueen el acceso al pequeño campamento que las autoridades serbias han instalado en Presevo, en el sur de Serbia, para aliviar la situación de las decenas de miles de personas que estos días cruzan el país rumbo a la UE. «Llevo aquí desde las ocho de la mañana, y nada», dice Ahmad, un refugiado de Damasco. «Algunos han pasado la noche», afirma.



El campo está abarrotado por la llegada masiva de migrantes, así que las autoridades serbias se han visto obligados a construir un segundo recinto en Miratovac, en la misma frontera. Todo ello a pesar de que la mayoría apenas se quedan una o dos noches y luego continúan camino hacia el norte, hacia Belgrado, y algunos directamente hasta Hungría.


Es el caso de Sultan, un estudiante de Deir Az Zor, que después de dos jornadas en el campo se prepara para partir inmediatamente. «No hay problemas de abastecimiento y la policía también nos ha tratado bien. Pero somos demasiados para que se pueda estar en el campo», explica.


El caso de Presevo ejemplifica los problemas que esta situación supone para los países por los que transita la oleada migratoria. En esta localidad de apenas diez mil habitantes, los vecinos se han visto desbordados por la situación. «Así están las cosas. ¿Qué podemos hacer?», dice Velin Ljutvi, un vendedor de pollos cuyo establecimiento está justo enfrente del campo.


«El único problema es que arrojan basura por todas partes, y está todo sucio», se queja, añadiendo que llegan hasta sesenta autobuses al día con recién llegados. Sin embargo, la mayoría de los locales, nos asegura Ljutvi, trata de ayudarles en lo que puede.


No es así en todo el país. «El mes pasado, en la estación de autobuses de Vranje, vi cómo la gente les ofrecía a los refugiados dinero serbio a una tasa de cambio realmente abusiva, o les pedían auténticas fortunas por cargar el móvil o ponerles saldo», denuncia Gorjan, un activista social de la vecina Macedonia.


El ministro de Exteriores serbio, Ivica Dacic, anunció la semana pasada que Serbia «no construirá una valla en su frontera con Macedonia» igual que la que se prepara en Hungría, asegurando que no será necesario: debido a esta fortificación, «los refugiados se dirigirán hacia Croacia y Bulgaria», afirmó.


El cambio de política de las autoridades serbias ha relajado un poco la tensión sobre la población. «Antes, si intentábamos ayudarles y les metíamos en nuestra casa, podían acusarnos de tráfico de personas y encarcelarnos», dice Alexander, propietario de un taxi. «Todavía ahora tenemos prohibido transportarles si no tienen el permiso de tránsito, aunque hay algunos taxistas que lo hacen, pidiéndoles mucho dinero», comenta. «Simplemente quitan el letrero de arriba para que no se sepa que es un taxi, y los llevan al norte».

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