Los 'selfies' del presunto asesino e Marina y Laura

El Mundo, MARTÍN MUCHA, 14-08-2015

Las sombras en los ojos de Sergio Morate son el retrato de la muerte. Esa es la foto de portada. Está en penumbra Marina, su ex novia, a la que creía suya. Su propiedad. Esa asquerosa idea le persiguió siempre. Con ella, con todas. Es el selfie de cuando ella ya dudaba si lo quería. Data de finales de 2013, en el tiempo en que su relación existía a duras penas. Ella aún no sabía que él había secuestrado y vejado a su anterior pareja. Eran vidas cruzadas. Un niño mimado, hijo de empresarios, y una chica que vino a cambiar su vida en España, siguiendo a los suyos.

Hay sospechas fundadas de lo que sucedió. «Los celos son crueles como la tumba», afirmó ese personaje bíblico llamado Salomón. Morate era el perfecto retrato de esa idea. Veía a las mujeres como posesiones. No soportó saber que Marina había contado, a sus más íntimos, que estaba comprometida. Él se enteró. Y que, al ir a recoger sus cosas, con su amiga Laura del Hoyo, acababa el último vínculo que le quedaba. Él había pasado, después de ir a prisión, a ser un perdedor, repudiado en su pueblo. Le quedó, por un tiempo, el consuelo de que Marina, la bella, la de los ojos azules que encandilaban, había sido su novia. Pero era el pasado. Ella, de él, solo quería sus pertenencias. Olvidarle del todo. Y volver a una vida tranquila.

La historia de ella era simple, pero plena, hasta que apareció él en su vida. Marina Okarynska nació en otra era. En Volochysk, al Oeste de Ucrania, el 7 de abril de 1989, pocos meses antes de la caída del muro de Berlín. Llegó adolescente, con 16 años, a Cuenca, donde sus padres vieron una oportunidad. Ella tenía la suya. Iba a su ritmo y feliz. Castellano manchega de adopción, arrancaba sonrisas a los que le rodeaban.

La primera foto juntos data de enero de 2011, cuando todo comenzaba. Están en una fiesta, entre copas, él la abraza, ella se apoya en su hombro. Él observa a la cámara estático, enamorado. «Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón» [Shakespeare, dixit]. La siguiente imagen es de ellos frente a una puerta, ella apoya su mano en su pecho, él hace una mueca que parece una sonrisa.

Morate, adicto al gimnasio, con apenas estudios básicos, se hizo el penúltimo selfie con Marina en un ascensor. Apenas cercanía. La foto final juntos es en claroscuros. El estertor de un idilio… Lo sucedido meses después es el ocaso. Dos amigas asesinadas y enterradas en cal. Y el tipejo que encerró y fotografió desnuda a su anterior pareja huido a Rumanía. Acusado del retrato más oscuro del alma humana. @Mart1nMucha

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