Madrugada negra en la capital

La noche del viernes murió un hombre y otros dos resultaron heridos graves por arma blanca en una tumultuosa pelea en Villaverde. Poco después, otro hombre fallecía en Carabanchel en otra reyerta

El Mundo, Daniel Martín, 09-08-2015

Varios pegotes de sangre coagulada
permanecían ayer incrustados
en el suelo de la calle Benita
López, en Villaverde Bajo. La noche
anterior, una tumultuosa pelea
puso fin a la vida del dominicano
Miguel, de 35 años de edad.
Presentaba una profunda herida
de arma blanca debajo de la clavícula
que, a la espera de autopsia,
le habría seccionado la arteria
subclavia izquierda. El varón
prácticamente se desangró en el
lugar y entró en parada cardiorrespiratoria.
Tras 25 minutos de
intento de reanimación, los efectivos
del Samur sólo pudieron
constatar su muerte, en torno a
las cuatro de la madrugada del
viernes.
Además, dos compatriotas suyos,
hermanos, de 33 y 37 años
de edad, se vieron involucrados
en el ataque, sufrieron varias puñaladas
y permanecen ingresados,
ambos con pronóstico grave.
Están en los hospitales Gregorio
Marañón y 12 de Octubre, respectivamente.
El primero sufrió dos heridas
penetrantes por arma blanca en
la axila derecha y en el tórax derecho
que le han afectado al pulmón.
El segundo presentaba dos
heridas de las mismas características
en la parte baja del abdomen,
según explican fuentes de
Emergencias Madrid.
La segunda de las muertes se
produjo alrededor de las siete de
la madrugada en la calle Ramón
Sainz, en el distrito de Carabanchel.
El varón, de 31 años y nacionalidad
hondureña, falleció a consecuencia
de una herida por arma
blanca que le perforó unos diez
centímetros prácticamente en el
mismo sitio que al ciudadano dominicano
fallecido. Los efectivos
del Samur que acudieron hasta el
número 2 de la citada calle se encontraron
al hombre envuelto en
un charco de sangre y en parada
cardiorrespiratoria. Tras reanimarlo
lo trasladaron al hospital
12 de Octubre, donde pereció al
poco tiempo de ser ingresado, según
las mismas fuentes.De momento, la Policía Nacional, que se ha puesto al cargo de las investigaciones para aclarar lo sucedido, no ha anunciado la detención de ninguno de los agresores participantes en los dos crímenes.

En las inmediaciones del lugar donde se produjo el primer suceso, en el este de Villaverde, los vecinos no hablaban de otra cosa durante la jornada de ayer. A tenor de los testimonios recogidos por este diario, los agresores eran también de nacionalidad dominicana.

Según los relatos de los vecinos, los atacantes, de raza negra, acento dominicano y unos 25 años de edad, persiguieron a las víctimas hasta las inmediaciones del Café Carrasco, en el cual trabajaba uno de los hermanos heridos y donde ayer en un cartel pegado a la puerta se podía leer «Cerrado por defunción». Los habitantes del barrio creen que el móvil podría haber sido un intento de robo y descartan que las víctimas pertenecieran a alguna banda latina.

«Esto ha sido algo de pandilleros contra gente normal», aseguraba Slendy, una joven dominicana que conocía a las víctimas. Una compatriota suya que regenta un negocio junto al bar consideraba que el fallecido y los heridos eran «chicos normales, gente que trabajaba dignamente». Otro vecino, sin embargo, apuntaba a que en el café se producía alboroto «frecuentemente y hasta altas horas de la noche».

Rafael, de 70 años y «del barrio de toda la vida», afirmaba que los agresores «eran más de 20». «He trabajado toda la vida en seguridad y no había visto esto ni en el cine. Esto se ha convertido en un gueto y está acojonado todo el mundo», se lamentaba.

«Tenían machetes enormes y botellas rotas», explicaba Hannan, una mujer marroquí que presenció el final de la trifulca desde su balcón.

«Este barrio se ha vuelto sumamente peligroso, da miedo», explicaba Iber, un bolivariano que también contempló el suceso desde su ventana y apunta a una discoteca cercana como el posible origen de la pelea.

Otros vecinos señalan al parque de la Dehesa Boyal, que limita con el barrio de San Cristóbal. De esta zona podrían venir los agresores que, según varios relatos, podrían pertenecer a la banda de los Trinitarios.

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