El salvavidas millonario
Concienciado por el mensaje del Papa Francisco, el estadounidense Chris Catrambone compró un barco para socorrer en el Mediterráneo a los miles de personas que se juegan la vida tratando de alcanzar un futuro mejor
Las Provincias, , 07-08-2015“Tenía yo 11 años. Recuerdo estar nadando en un río cuando una corriente empezó a succionarme hacia el fondo. De pronto, sentí que una mano me agarraba. Fue un chico de mi edad que, afortunadamente, se dio cuenta a tiempo de que me encontraba en problemas. Supongo que se puede decir que todo este tiempo he estado tratando de pagar esa segunda oportunidad que Dios me dio”. Esa mala experiencia en el agua de Christopher Catrambone se ha convertido años después, hoy tiene 34, en la segunda oportunidad de muchos miles de personas que, como él, a punto están de perder la vida engullidas por otras aguas, las del mar que separa sus miserables existencias en países de África de las que sueñan encontrar en Europa. Su ‘mano’, un barco llamado ‘Phoenix’, recorre el Mediterráneo desde el año pasado para impedir que esas personas que viajan en barcazas rumbo al Primer Mundo acaben siendo pasto de los peces. Italia estima que a final de año 200.000 personas habrán llegado a sus costas huyendo de la guerra de Siria, del hambre de Eritrea, Somalia, Afganistán, Etiopía, Nigeria, Níger, Malí o Ghana. Con suerte.
La familia Catrambone
Inspirados por la tragedia de Lampedusa en 2013, el estadounidense Christopher Catrambone y su mujer, la italiana Regina, ambos de 34 años y residentes en Malta, fundaron la Estación de Ayuda al Migrante por Mar (MOAS en inglés), en la que participa su hija, María Luisa. En octubre de 2013 una barcaza que había partido del norte de África se hundió con 518 inmigrantes de Somalia y Eritrea. Murieron 366.
Christopher Catrambone, nacido en Luisiana (EE UU), se define a sí mismo como un “empresario humanitario y aventurero”. Ganó sus primeros diez millones de dólares antes de cumplir los 30 años con la compañía que fundó hace una década: Tangiers Group, con base en Malta (donde vive con su la familia) y un centenar de empleados. Se dedica a dar cobertura y servicios a personas destinadas en países en situación de conflicto: les ofrece seguros, ayuda de emergencia, asistencia médica, información sobre el terreno… Entre sus clientes se encuentran militares, periodistas, trabajadores de ONG o misioneros en lugares como Irak o Afganistán.
Un barco de 40 metros de eslora
El ‘Phoenix’ va equipado con dos aeronaves, dirigidas por control remoto, para divisar las embarcaciones de los inmigrantes; dos botes hinchables de casco rígido y un equipo experimentado de rescatistas y paramédicos. Todo ello para ubicar, monitorizar y asistir a las embarcaciones en peligro. La labor del ‘Phoenix’ complementa a la realizada por los barcos de la Marina militar y la Guardia Costera italianas (Operación Mare Nostrum) y los navíos de la UE en la ‘Operación Tritón’.
Gracias a este trabajo, donde le pagan por ayudar a otros, ha amasado una fortuna que le permite pasar sus veranos navegando. Lo que no sabía cuando creó su empresa es que un día acabaría pagando él por lo mismo: salvar vidas. El 7 de julio de 2013 viajaba con su mujer a bordo de su yate hacia Túnez, donde tenía una reunión de negocios. Por esa razón, esta pareja de católicos se había perdido la misa que el Papa Francisco ofreció en Lampedusa en honor a los muertos en el mar. El año anterior, cerca de 500 habían perecido cerca de esta isla italiana, uno de los puntos más al sur de Europa y por ello de mejor acceso desde África, a solo 13 kilómetros de Túnez. El pontífice aprovechó la ocasión para rezar por los refugiados y los inmigrantes ahogados en su búsqueda de un mundo mejor, y arremetió contra los ricos que miran para otro lado: “La cultura del bienestar que nos hace pensar en nosotros mismos, que nos hace insensibles al llanto de otros, que nos hace vivir en burbujas de jabón que son hermosas pero no son nada, son solo ilusiones de vanidad, de lo transitorio, que traen indiferencia a los demás, que traen incluso la globalización de la indiferencia”.
“Nuestro cielo, su infierno”
Catrambone hizo suyas esas palabras cuando, ese mismo día, Regina divisó algo flotando en el agua: una chaqueta. Alguien de la tripulación informó de que posiblemente pertenecía a alguna de esas personas a las que el Papa había dedicado su homilía. Aquello le descolocó: “Te hace pensar y dices: ‘¡Guau! Mírame, navegando en mi barco mientras hay personas ahí fuera muriendo. Así que nuestro paraíso es su infierno…”.
5.600
personas han sido asistidas por MOAS en lo que va de año. De ellas, 3.600 viajaron a bordo del ‘Phoenix’, que las desembarcó en Sicilia siguiendo las indicaciones del Centro de Coordinación de Rescates de Roma. Durante los dos meses que operaron en 2014, cuando nació esta ONG, ayudaron a 3.000 personas (1.500 acabaron a bordo del navío).
Tres meses después se ahogaban frente a las hermosas playas de esta isla 366 inmigrantes de Somalia y Eritrea. Muy tocados por esta desgracia, el matrimonio decidió destinar parte de su patrimonio a impedir que otros menos afortunados sucumbieran en las aguas donde ellos disfrutan cada verano. Un barco de 40 metros de eslora, bautizado como ‘Phoenix’, navega por la zona desde el año pasado como parte del proyecto MOAS, una ONG que ofrece asistencia a los que se atreven a cruzar el mar en pateras sobrecargadas, aunque siempre a las órdenes de las autoridades competentes. Aquel desastre también tocó a las instituciones: el Gobierno italiano puso en marcha la ‘Operación Mare Nostrum’ y la UE lanzó a su vez la ‘Operación Tritón’, cada una de ellas con sus propios navíos de rescate. La mayor dificultad reside en localizar las barcazas a tiempo en medio de la inmensidad del Mediterráneo, considerado el mayor cementerio del mundo: 27.000 personas se han ahogado aquí en el camino hacia Europa desde el año 2000. MOAS cuenta para ello con dos drones que sobrevuelan el agua buscando su localización exacta.
68.380
personas, entre ellas 8.206 mujeres y 6.412 niños (4.063 menores iban solos) han llegado a las costas italianas en los seis primeros meses del año, según la ONG Save the Children. A estas hay que sumar otras 68.000 que desembarcaron en Grecia en este mismo periodo, según ACNUR, huyendo de guerras, conflictos o persecución. El Gobierno italiano pronostica que al cierre de 2015 habrán llegado a sus costas 200.000 inmigrantes por mar, 30.000 más que el año pasado.
Catrambone contesta a las preguntas de este periódico:
- Ha seguido la llamada del Papa para que los ricos utilicen sus recursos en ayudar a los que tienen menos. ¿Qué se puede hacer para que otros copien su ejemplo?
- No podemos forzar a la gente a cambiar, pero nuestras acciones pueden ser una inspiración para cambiar, adaptarse…
- Aquella chaqueta flotando en el agua… ¿Siente que su conciencia ‘despertó’ en aquel momento?
- Estaba bien informado de la crisis en el Mediterráneo cuando aquello sucedió, pero reconozco que fue esa evidencia física en el mar lo que me convenció de hacer algo para remediarlo.
- Aparte de la chaqueta, supongo que ha tenido que enfrentarse a la visión de algún cadáver en el agua…
- Por suerte, solo hemos tenido rescates exitosos en el ‘Phoenix’, así que no hemos presenciado cómo gente se ahogaba ante nuestros ojos.
- ¿Cuál ha sido el momento más dramático? ¿Usted y su familia viajan a menudo en el barco de rescate?
- Sí, al menos uno de nosotros ha estado en casi todas las misiones realizadas. Para mí, lo más dramático fue el primer rescate, el 30 de agosto de 2014. Fue el choque inicial de ver a tantos niños, a los bebés que podrían haberse ahogado de no haber sido por nuestra intervención directa. Eso me afectó muchísimo, mucho. Derramé un montón de lágrimas aquel día.
- Su hija ha tenido contacto directo con los inmigrantes. ¿Qué está aprendiendo de esta experiencia?
- Nuestra hija, María Luisa, es parte importante del ‘Phoenix’. La experiencia le ha hecho darse cuenta de lo afortunada que ha sido su vida. Le ha abierto la puerta a un mundo que ella no sabía que existía, a excepción de lo que había leído en un libro o visto en la televisión.
- Su proyecto de ayuda a estas personas, salvarles de una muerte más que posible y conducirles hasta un puerto seguro del Primer Mundo, es visto por otros como una amenaza a nuestro estilo de vida… ¿Cuál es la crítica que más le molesta?
- La mayor parte de las críticas se centran en lo que sucede después de que los inmigrantes desembarcan en tierra. Para MOAS, la atención se centra exclusivamente en la búsqueda y el rescate en el mar. Estamos involucrados en la labor humanitaria, no podemos abarcar todo el problema de la inmigración. ¡Nuestro objetivo es el más crítico, salvar vidas!
En abril de este año la tragedia volvía a repetirse una vez más en estas aguas. Una barcaza que se dirigía a la costa italiana sobrecargada con 500 personas volcó, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), cuando parte de los pasajeros se agolparon en un lado de la embarcación al avistar un buque de rescate. 400 murieron ahogadas cuando la salvación estaba al alcance de su mano. De hecho, esa es una de las máximas preocupaciones de los responsables de MOAS, según explica su director, Martin Xuereb: “Lo peor de nuestra labor es saber que cada operación de rescate puede terminar en un desastre porque los barcos están saturados. Hasta la fecha no hemos tenido ningún incidente, pero esta es una preocupación constante. Todos los momentos difíciles vinculados a un rescate se han debido al mal estado del mar, a las condiciones de la embarcación o a la cantidad de personas que viajaban en ella. O a una combinación de los tres”.
Catrambone colocó a Martin Xuereb en la dirección de la ONG sabiendo que no podía estar en mejores manos. Hasta 2014, cuando decidió colgar el uniforme, era comandante de brigada de las fuerzas armadas de Malta, donde pasó sus últimos 26 años al frente de las operaciones de búsqueda y rescate de inmigrantes en el Mediterráneo central.
- Muchos años de militar, pero… ¿Es esta ocupación más gratificante para usted?
- He sido bendecido con muchas oportunidades y la de ahora es otra. A primera vista, esto es muy diferente de lo que solía hacer antes, pero yo no lo veo de esa manera. Mi formación académica es en Ciencias Sociales y Relaciones Internacionales y MOAS me está dando la oportunidad de combinar mis habilidades en beneficio de la humanidad. Veo esto como la culminación de lo que he hecho hasta ahora.
- ¿Le pareció una locura cuando Catrambone le comentó su plan?
- En absoluto. Lo que los Catrambone han hecho es romper los límites y mirar más allá del horizonte. Eso no es una locura, es ser un visionario. Por supuesto que no tenía la ilusión de que la ejecución de su idea sería fácil, pero aquí estamos.
A pierna suelta
MOAS ha asistido en lo que llevamos de año a 5.600 personas, de las que 3.622 subieron a bordo del barco, donde recibieron cuidados, incluida la asistencia de Médicos Sin Fronteras (MSF). Todas fueron desembarcadas en Sicilia, según las órdenes recibidas del Centro de Coordinación de Rescates de Roma. Porque MOAS no opera de forma independiente, sino bajo la dirección del correspondiente centro de coordinación, que es el que determina el puerto. Para llevar a cabo su misión necesitan del orden de 500.000 euros mensuales. Y este año ya han recaudado lo suficiente para los seis meses de buen tiempo en los que operan. Además del dinero aportado por el matrimonio Catrambone, reciben apoyo de otras ONG y de personas que quieren contribuir de forma individual.
- ¿Qué les dicen los pasajeros de estas barcazas cuando están a salvo gracias a ustedes?
- Inicialmente se muestran incrédulos; tenemos que asegurarles que estamos ahí realmente para ayudarles. Convencerles de que asistiremos a todos, sin importar lo que pase. Hay que entender que después de semanas y a veces meses o años de tener que estar mirando siempre hacia atrás, vigilando sus espaldas todo el tiempo, el hecho de conocer a alguien que está ahí para ayudarte sin más es algo abrumador. Lo que me sorprende más es lo bien que todos duermen sobre la cubierta del ‘Phoenix’. Cuando les preguntamos cómo se las arreglan para hacerlo en esa situación tan incómoda, todos nos dicen que duermen profundamente porque se sienten seguros.
La familia Catrambone
Inspirados por la tragedia de Lampedusa en 2013, el estadounidense Christopher Catrambone y su mujer, la italiana Regina, ambos de 34 años y residentes en Malta, fundaron la Estación de Ayuda al Migrante por Mar (MOAS en inglés), en la que participa su hija, María Luisa. En octubre de 2013 una barcaza que había partido del norte de África se hundió con 518 inmigrantes de Somalia y Eritrea. Murieron 366.
Un barco de 40 metros de eslora
El ‘Phoenix’ va equipado con dos aeronaves, dirigidas por control remoto, para divisar las embarcaciones de los inmigrantes; dos botes hinchables de casco rígido y un equipo experimentado de rescatistas y paramédicos. Todo ello para ubicar, monitorizar y asistir a las embarcaciones en peligro. La labor del ‘Phoenix’ complementa a la realizada por los barcos de la Marina militar y la Guardia Costera italianas (Operación Mare Nostrum) y los navíos de la UE en la ‘Operación Tritón’.
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