Washington – Abarrotada como el camarote de los hermanos Marx. Así se presenta la carrera republicana a la Casa Blanca en 2016, las primarias más concurridas de la historia moderna de Estados Unidos, con 17 candidatos. Y la primera fotografía del abultado plantel conservador tuvo lugar ayer, con la celebración de los dos primeros debates electorales: dos, porque reunir a todos los candidatos en un mismo plató habría sido caótico.

La cadena Fox, que emitió el debate desde Cleveland (Ohio), se vio obligada a dividir a los candidatos en dos tandas: los diez más populares por un lado y los siete más rezagados en las encuestas por otro. Para esta clasificación, el canal conservador utilizó una media de cinco sondeos nacionales recientes elaborados por su propio equipo, Bloomberg, CBS News, y las universidades de Monmouth y Quinnipiac.

A la cabeza de un plantel de 17 aspirantes a la candidatura republicana a la Presidencia se encontraba el magnate Donald Trump, que cumplió con la previsión de un coloquio poco ortodoxo, lo que fue un desafío para los tres periodistas de Fox News que moderaron el debate principal, con los 10 candidatos más populares en las encuestas.

La competitividad de estas primarias ha puesto las cosas muy difíciles a candidatos que llegaron a sonar como favoritos, como el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, y a políticos que ya lo intentaron en 2012, como el exgobernador de Texas Rick Perry y el exsenador por Pensilvania Rick Santorum.

Anoche ocupó, de manera muy simbólica, el centro del plató del debate principal y exhibió su posición de fuerza ante el resto de candidatos, que se debatían entre hacer un “todos contra Trump” o ignorarlo para no darle más protagonismo. El día del anuncio de su campaña, Trump lanzó una serie de ofensas contra los inmigrantes mexicanos, de las que nunca se retractó, y ha ido cosechando numerosos adeptos. En el debate, cada interpelado contó con 30 segundos para responder. – Cristina G. Casado