"Al menos cinco chicos vieron quién mató a mi hijo hace cinco años, y callan"

La familia de un joven asesinado hace cinco años en Barakaldo, cuyo caso ha sido sobreseído, "imploran algún dato" para que la Policía pueda seguir investigando

El Correo, Ainhoa De las Heras, 03-08-2015

El 15 de mayo de 2010 se detuvo la vida en la casa de Enma y Augusto, un matrimonio boliviano que emigró a España hace más de una década en busca de un futuro mejor para sus tres hijos. Sin embargo, la mujer piensa ahora que “venir acá me costó la vida del menor”. Adrián Apaza, el pequeño, de 22 años, fue asesinado en plena calle en Barakaldo aquella madrugada. “No podemos creer que hasta el día de hoy no se sepa nada”, protestan con rabia. Llegó a haber un sospechoso y se interrogó a varios implicados más, pero la jueza de instrucción número 1 de Barakaldo encargada del caso sobreseyó provisionalmente las actuaciones judiciales el pasado mes de febrero, justo antes de que se cumpliera el quinto aniversario del homicidio, al entender “que los indicios no eran suficientes y que se podían vulnerar los derechos de una persona”. “Nadie se pregunta por la vulnerabilidad de mi familia, se ha perdido una vida muy joven, que estaba empezando. Que se le haga justicia por favor”, clama Enma, con la mirada llena de dolor. “La Policía nos dice que tienen las manos atadas, que no les dejan seguir aunque creen que podrían tirar del hilo”.

LAS REACCIONES
Sobreseimiento

“La jueza cree que no hay indicios suficientes y se pueden vulnerar los derechos de una persona”
Secuencia

Se pelearon en un bar, después les siguieron y uno le clavó a Adrián un cuchillo en el corazón

En la gorra de Adrián se halló una huella dactilar del sospechoso y “hay algo más que la Policía no nos ha dicho”, cree Augusto. Hace unos meses, uno de los investigadores que había facilitado un número de teléfono a los testigos por si recordaban algún dato, recibió un inquietante mensaje en el móvil que decía: “Yo sé quién mató a Adrián”. Los agentes localizaron al titular de la línea, pero éste se desentendió, dijo que le había dejado el aparato a otra persona. “El mensaje nos había ilusionado, la investigación hasta ese momento estaba estancada y pensábamos que podría llegar a saberse quién fue el asesino, pero empezaron los problemas con la jueza, que al final ordenó que se parara”, explican.

La noche de los hechos, Adrián y su hermano Rodrigo, un año mayor que él en la actualidad tiene 28, “salieron a divertirse un poco como todos los jóvenes”. Era viernes. Pasadas las cinco de la mañana, cuando se encontraban en el Sherpa, un conocido local de copas de Barakaldo, tuvieron un enfrentamiento con otros jóvenes. Al parecer, los hermanos “habían dejado sus chaquetas sobre las de ellos y eso les molestó, por una cosa sin importancia”, se duele el padre. Adrián y Rodrigo salieron del pub “y les siguieron”. Cuando se encontraban en la calle de la Casa Palentina, en pleno centro de la localidad fabril, uno de los chicos que les seguían le quitó la visera a Adrián y este se dio la vuelta para reclamarla. Eran seis, cinco magrebíes y uno nacional, que empezaron a pegar a los hermanos. “Uno de ellos sacó un cuchillo” y se lo clavó a Adrián en el corazón. Rodrigo también fue apuñalado en dos ocasiones, aunque sus lesiones no eran tan graves, pero como intentaba defenderse tampoco vio quién atacaba a su hermano.

Desde el anonimato

Malherido, el menor caminó hasta la plaza, junto a la boca del metro de Elcano, en la confluencia de las calles Juan de Garay y Bizkaia, donde “cayó y ya no se levantó más”. Su hermano mayor, también herido, se quitó la chaqueta y se la colocó para taponarle la herida y que no se desangrara. “¡No te duermas!”, le repetía. Cuando los sanitarios se llevaron a Rodrigo al hospital para curarle, “él creía que su hermano se había desmayado, no sabía que había muerto, lo supo al despertar”.

EN SU CONTEXTO

5

años han transcurrido desde que Adrián Apaza fue asesinado en plena calle en Barakaldo y el caso sigue aún impune. La jueza instructora lo sobreseyó de forma provisional en febrero.
Los hechos

El 15 de mayo de 2010, Adrián (22 años) y su hermano Rodrigo, un año mayor, salieron a divertirse. Sobre las cinco de la mañana se enfrentaron con unos chicos en un bar, estos les siguieron y uno de ellos le clavó un cuchillo en el corazón al menor de los Apaza.
La investigación

La Ertzaintza identificó a los seis implicados y les llamó para interrogarles, aunque no acudieron todos. Una huella del sospechoso de ser autor intelectual apareció en la gorra de Adrián. La Policía recibió un mensaje de alguien que dijo saber quién le mató.
La herida abierta

Hasta la fecha, el homicidio no ha podido resolverse y los padres de Adrián claman que se le haga justicia su hijo. Piden que si alguien puede aportar algún dato, lo comunique desde el anonimato al teléfono móvil 669-101-948

Los padres están convencidos de que “al menos esos cinco jóvenes vieron quién mató a Adrián, pero callan”. Rodrigo recuerda que alrededor, mientras les pegaban, había más gente, por lo que es posible que más personas puedan colaborar. “Rogamos, imploramos a la gente que pueda aportar algún dato que lo haga para que la Policía pueda continuar con la investigación, podría ser en privado y manteniendo el anonimato”, advierten. Y ofrecen un teléfono móvil (669-101948) para quien pueda arrojar algo de luz al caso.

Creen que el muchacho que iba armado con un cuchillo de cocina pueda vivir por las cercanías, aunque temen que alguno de los implicados haya podido marcharse de Bizkaia. El sospechoso de ser el presunto autor material de la cuchillada, tiene antecedentes por tráfico de estupefacientes.

Desde que Adrián les falta, “los días no han vuelto a ser tan alegres, tan completos como antes. Su vida ya no nos la van a devolver, pero al menos que se castigue a quien lo hizo para que no le vuelva a pasar a otros jóvenes, la inseguridad está a la vuelta de la esquina de casa”. “Eso es lo peor, parece que matar a una persona no le importa a nadie”. El chico era “tímido y muy cariñoso con nosotros”. Todavía hay vecinas que recuerdan cómo le ayudaba a subir la compra a casa. La vida ha compensado en parte a Enma y Augusto. La novia de su hijo estaba embarazada cuando él murió y nunca llegó a saberlo. Perdieron a un hijo y aún no han podido cerrar la herida, pero ganaron un nieto, que hoy está a punto de cumplir los cinco años.

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