«El único pecado que he cometido es ser gay»
El homosexual que estuvo a punto de ser expulsado teme por su vida si vuelve a Nigeria
El Mundo, , 18-07-2015De los calabozos de Comisaría a convertirse en todo un símbolo de la libertad sexual y de la inmigración. Y todo en un plazo de 24 horas. El jueves a las 07.00 de la mañana tenía un pie y medio en el avión que partió de Barajas repleto de nigerianos como él para ser deportado a su país. Un día después, Henry (41 años) lloraba casi sin consuelo ante una nube de cámaras.
Sus manos pasaron de agarrarse a los barrotes desesperado a recibir un ramo de flores con el que la Asociación Triángulo le distinguió tras aguantar como pudo el aliento y contar con todo detalle su dramática experiencia que por el momento tiene un final feliz, con matices. La gestión y celeridad de las delegadas de Gobierno de Extremadura y Madrid le han salvado «por razones humanitarias» –al menos durante los próximos seis meses– de la orden judicial ya firmada de embarcar a la fuerza con un billete sólo de ida. Se salvó in extremis, de madrugada, a sólo unas horas de ser deportado.
«En mi país hay un montón de gente como yo, homosexuales, que son perseguidos, que les sacan de sus casas y en plena calle les tiran ruedas incendiadas; muchos lo ocultan en sus propias familias, aunque yo afortunadamente desde el principio tuve la comprensión de mi madre», resalta Henry, que apenas contiene el aliento cuando atiende a EL MUNDO. «Una vez en la universidad nos rodearon unos jóvenes y me tiraron al suelo, me pusieron boca abajo con sus piernas encima y me gritaban que me iban a matar. Realmente pensé que nunca más vería a mi familia porque no tenía opción de escapar, pero llevaba un colgante de oro, y eso me salvó; se lo ofrecí a cambio de poder salir de allí vivo».
Henry recuerda que ese episodio nunca lo contó en su casa y que es la primera vez que lo desvela para alertar de la falta de derechos que se padece en su país. «Han muerto 15 amigos míos en mi misma situación; otros están encerrados en la cárcel durante 14 años». Para reflejar bien la locura cuenta otra anécdota: «Hasta matan a sus propios perros si ven que se suben encima de otros de su mismo sexo».
Por supuesto no se arrepiente de nada: «Mi único pecado es ser gay, pero para mí es lo mejor que se puede ser y si tengo que responder ante alguien lo haré sólo ante Dios, que me ha dado la vida. Yo nací así y es mi vida, y la de nadie más», confiesa atemorizado porque la repercusión de la noticia esté llegando a su país: «Temo por mi vida pero también por la de mi madre y mi hermano que viven allí».
Con sobrada preparación intelectual (tiene la carrera de dirección empresarial y habla perfectamente inglés), decidió venir a España (en avión, no en patera) en 2007, cuando en su país podía haber tenido una vida cómoda ocultando su condición sexual. «Pero quise ser libre».
Ahora, todavía no se ha escrito el último capítulo. Se trasladó junto a su pareja (Carlos Mateos, jubilado, de 67 años y natural de Madrid) a Alcántara (Cáceres), donde está completamente asentado (hasta se viste de nazareno en Semana Santa) pero sin contrato laboral. Afirma no poder casarse con su novio por los tremendos problemas burocráticos que le pone el Consulado de Lagos, en contraposición con la actitud receptiva de las autoridades españolas.
La clave es conseguir un documento (Certificado de Penales) que confirme que está soltero y que no tiene antecedentes penales. Pero la burocracia lo impide. «Nos dijeron que se tenía que personar él, Henry, para dar validez a la documentación, y eso es absurdo porque no puede volver a su país y tampoco dejan que lo saque su madre aun habiéndole dado un poder notarial para ello», recalca su pareja, quien además añade: «No sé para que perdéis el tiempo, nos dijeron en el consulado, porque para comprobar si está soltero nos aseguraban que necesitaban entre cuatro y cinco meses…», se lamenta.
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