‘Albiolismo’ activista en Badalona

«Limpió de rumanos», aplauden los seguidores del ex alcalde, pero no creen que gane el 27-S

El Mundo, , 30-07-2015

JORDI RIBALAYGUE BADALONA
Antonio y Raqui son matrimonio. Viven
en el barrio de La Salut, en Badalona.
En estas calles empinadas
del extrarradio obrero y castellanohablante
colindante con Barcelona,
donde abundan los comercios regentados
por extranjeros, Xavier
García Albiol cosechó el 45% de los
votos en las municipales, en las que
las siglas del PP apenas eran perceptibles
en sus carteles. Extrajo 20 puntos
porcentuales más si se compara
con los resultados de los populares
en las autonómicas de 2012; la barriada
se decantó entonces por el
PSC, por escaso margen.
Antonio es albiolista y Raqui, de
origen marroquí, desea que el PP se
despeñe. Ambos reflejan las opiniones
encontradas que el ex alcalde
causa en Badalona: se le adora o se
le detesta, sin medias tintas.
«Lo hizo bien como alcalde. Sacó
a todos los rumanos», argumenta
Antonio. En sintonía con los exabruptos
que le han costado críticas y
denuncias al edil, se despacha contra
la minoritaria colonia gitana del Este
de Europa, que suele trajinar con
chatarra por la zona: «Se llevaban
las cadenas, el hierro… De todo».
«No es verdad, Albiol siempre habla
mal de los inmigrantes», le replica
su esposa, «aunque es verdad que
los rumanos han hecho malas cosas.
Pedimos una ayuda de comedor para
nuestro hijo y no nos dieron nada.
¿Para qué vamos a votar a alguien
que no nos echa una mano?».
«No es así», le rebate su marido,
«además, en el PP son todos corruptos,
y aquí no se ha oído nada de
eso». La discusión no pasa a mayores;
de hecho, ninguno respaldó a los
populares en mayo. Antonio confiesa
que su mujer escogió las papeletas de
ambos. «Ninguna del PP», sonríen.
Si Cataluña fuese como La Salut,
los conservadores aspirarían a discutir
la victoria a Artur Mas y Oriol
Junqueras. Aquí el albiolismo es activista
y descarnado, sin eufemismos.
Es fácil hallar a quien aplaude el
controvertido lema Limpiando Badalona.
«Aquí lo entendemos como lo
entiende la gente: limpió de inmigrantes
», interpretan los hermanos
Miguel y José en la barra de un bar
regentado por asiáticos. «Pero no me
refiero a ellos, ¿eh?», señala José a
los camareros, «sino a los malos, los
delincuentes y los ilegales».
«Los echaron del barrio. Había
más vigilancia con Albiol, pero ahora
han quitado policía», percibe José,
contrario a la coalición de izquierdas
que ha apartado al popular de la Alcaldía.
«Siempre debe gobernar la
lista más votada», apela, repitiendo
el precepto al que Albiol se agarró tras las municipales. ¿No aceptaría,
pues, que el PP se aliase con otros
partidos para relegar a la lista independentista?
«Si la gente no vota ese
pacto, que gobierne quien gane», resuelve
José, que piensa apoyar por
primera vez al PP en unas autonómicas:
«Sólo lo hago por Albiol».
A lo mismo se comprometen los
clientes de otro bar, forofos del ex alcalde.
Mariano Rajoy y Alicia Sánchez-
Camacho no les merecen buenas
palabras; el PP los asquea, pero
García Albiol es otro cantar: los parroquianos
no mencionan la independencia,
ni el paro ni la pobreza
que apabulla al arrabal, sino la inseguridad
y la inmigración. También
ellos abusan del verbo limpiar.
«Limpió en el buen sentido de la
palabra, de maleantes. Todavía hay,
pero no como antes», opina Cipriano
Gómez. ¿No hay sombra de xenofobia?
«El hombre es racista por naturaleza
», reflexiona, «pero aquí en la
plaza nos sentamos gente de todas
las razas». «Bueno, ellos se sientan
en unos bancos y nosotros, en otro»,
le matiza su hermano, Eusebio.
«Limpió de rumanos y delincuentes,
aunque sigue habiendo robos. Ni
él lo podía evitar», tercia Raúl, que
no confía en que el flamante candidato
de los populares para el 27-S recabe
un buen resultado en su cruzada
para contener el soberanismo y la
previsible caída del PP.
Apreciaciones al margen, el padrón
indica que la estigmatizada población
rumana no desertó durante
el mandato de Albiol: a principios de
2014, se contaban 1.122 habitantes
procedentes de Rumanía, 386 menos
que en 2012, aunque 349 más que en
2007. En aquel año, en La Salut se
sucedieron protestas contra los gitanos
del este de Europa y los pisos patera.
Albiol participó en las marchas.
«Somos de izquierda, pero hemos
votado a la persona, no al partido.
Por eso votaremos también a Albiol
en septiembre», añade Ester. El efecto
Albiol ha teñido de azul PP la periferia
roja de Badalona, con hechuras
de banlieue parisina perdida por la
izquierda. Emular el reto en Cataluña
pinta mucho más difícil.

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