Incomunicada de su familia y de
la sociedad tras la falsa promesa
de una vida mejor con tan sólo 16
años, obligada a prostituirse durante
nueve horas diarias todos
los días de la semana bajo amenaza
de paliza, forzada a entregar
la totalidad de sus ingresos
obtenidos con los servicios sexuales,
a vender cocaína a los
clientes, a hacer las tareas domésticas,
y finalmente, embarazada
por su proxeneta y convertida
en madre. Ésta es la inhumana
odisea de otra víctima de explotación
sexual en nuestro país a la
que la Policía Nacional ha puesto
fin tras liberar a la mujer en cuestión
y a su bebé de ocho meses
en un club de alterne en Hostalets
de Llers, Figueres.
La investigación comenzó
cuando los agentes dedicados a
la atención del correo electrónico
trata@policia.es (habilitado por
la Dirección General de la Policía
para la lucha contra la trata de
seres humanos junto al teléfono
con idéntico fin, 900 10 50 90) recibieron
un e-mail de una mujer
que afirmaba estar siendo explotada
sexualmente desde hacía
cuatro años en un club de alterne
cercano a Figueres por miembros
de una misma familia de nacionalidad
rumana. En el correo electrónico,
la joven también solicitaba
ayuda de forma urgente ya
que su situación se había agravado
al estar siendo coaccionada
con amenazas dirigidas a su recién
nacido.
Tras comprobar la veracidad
de los hechos, los agentes realizaron
diferentes pesquisas para
establecer la identidad de los raptores,
unas investigaciones que
han terminado con la liberación
de la víctima y la detención del
proxeneta en el momento en el
que éste se disponía a trasladarla
desde el club de alterne hasta el
domicilio donde residía con su
bebé, que también ha sido liberado.
La joven, que con apenas 16
años había sido captada por el
detenido en Rumanía bajo el método
del lover boy –que consiste
en que el hombre seduce a la mujer
y entabla con ella una falsa relación
sentimental con el único
objetivo de explotarla sexualmente
y lucrarse con ello– llegó a
España con 18 años e inmediatamente
fue recluida en un inmueble
junto con algunos familiares
de su explotador, para después
de dos semanas de incomunicación,
comenzar a prostituirse sin
que tuviera opción a negarse
puesto que era sometida a continuas
agresiones y coacciones por
parte de su captor, que la mantenía
aislada socialmente con la
ayuda de sus dos hermanas.
El hecho de quedarse embarazada
de su proxeneta en 2014,
viajar a Rumanía junto a él donde
dio a luz y regresar a España en
2015 para volver a una realidad
de explotación sexual todavía
más agravada debido a las amenazas
sobre el bebé, fue lo que
llevó a la víctima a pedir ayuda a
la policía.
Según declaró la joven a los
agentes encargados del caso, durante
los cuatro años que había
durado su cautiverio había entregado
a su proxeneta y familiares
más de 300.000 euros fruto de su
explotación sexual.