ayudar desde los fogones
Solidaridad compartida en el comedor
Cada día cientos de personas se sientan a comer y cenar en las mesas de Nuestra Señora de los Desamparados. Un lugar, desconocido para muchos gasteiztarras, donde trabajadores y voluntarios se afanan para atender las necesidades de las personas con menos recursos.
Diario de noticias de Alava, , 09-07-2015Al contrario de lo que opina Mariano Rajoy “una cosa es ser solidario y otra es serlo a cambio de nada”, dijo hace poco el presidente, los que más tienen deberían por norma echar una mano a los que más necesitan, y hacerlo además sin esperar algo a cambio. Cuando de ayudar a las personas sin recursos se trata toda colaboración es poca, y venga de donde venga será a buen seguro bien recibida. De esto saben mucho en el comedor social de Nuestra señora de los Desamparados, donde desde hace más de treinta años ejercen una labor social de las que, si no existieran, habría que inventarlas.
Por sus mesas pasan cada día unas 600 personas, a las que alimentan a base de ayudas directas de diferentes personas y entidades. “No recibimos ninguna subvención, eso es importante que la gente lo sepa, porque suelen estar equivocados”, incide sor María Dolores Ochoa, la encargada de gestionar y mantener en perfecto estado de orden, pulcritud y limpieza las instalaciones. Y lo consigue, como demuestra a su interlocutor mientras pasean por la cocina del local. “Ya ves que está todo limpísimo”, señala.
Es media mañana y el comedor social de los Desamparados se prepara para recibir a los primeros comensales para la comida. En los fogones, una de las cocineras, Lydia Urcelay, remueve la olla y desgrana el menú que servirán. “Hoy han traído mucha lechuga, así que prepararemos unas buenas ensaladas”, asegura. Con ese “han traído”, la chef del comedor se refiere a Mercadona, la empresa de alimentación que desde hace ocho meses reparte diariamente a este comedor buena parte de los productos que le sobran.
Cada mañana, repartidores como Pablo Murillo aparcan la furgoneta frente a la puerta del local y descargan cajas con distintos alimentos que posteriormente Lydia cocinará para servir a las personas que se acerquen a comer y cenar. Puede parecer un gesto simple, incluso obvio para una gran empresa de alimentación, pero hasta que ellos dieron el paso en noviembre de 2014, el comedor social de los Desamparados debía poner de su bolsillo el dinero para adquirir buena parte de los alimentos que ahora sin embargo reciben de parte de la firma de supermercados. “Nosotros damos salida a aquellos productos que no podíamos vender, porque por logística no tienen una imagen atractiva para venderlos, o con los que no podemos dar un plazo de consumo cómodo para el cliente. Donándolos al comedor llegamos a la mayor cantidad de gente posible en situación de necesidad”, explica Miryam Oca, relaciones externas de la firma valenciana, que además de donar alimentos al comedor social también tiene un convenio de colaboración con el Banco de Alimentos de Álava.
“Para nosotros la ayuda económica, ya sea en dinero o en especie como hace Mercadona, es fundamental”. El que habla es el padre Ernesto Aransaiz, que durante 41 años ha trabajado como administrador de cuentas en el obispado – “cualquiera no está hoy en día cuatro décadas en una empresa, eh”, sostiene entre risas- y que desde hace tiempo se encarga también de cuadrar los números del comedor. “Gastar lo menos posible es indispensable para mantener los precios, que no los hemos subido desde hace cuatro años. Porque aquí tenemos personal, y hay que pagarles, como también a los proveedores. Así que, mientras no tengamos déficit, tiramos para delante”, subraya el padre Ernesto con firmeza.
Ubicado en la parte trasera de la iglesia del mismo nombre, el comedor del centro de la capital alavesa es sin embargo un lugar un tanto desconocido para la mayoría de los gasteiztarras. A su local acuden todos los días personas con pocos recursos económicos a los que las instituciones les otorgan vales con los que comer sin tener que pagar, pero eso no significa que sea un espacio destinado únicamente a ellos, porque cualquier vitoriano que lo desee puede acercarse y comer o cenar por un precio accesible a la mayoría de bolsillos.
“Cuatro euros la comida y tres euros la cena. Aquí se come muy bien. Comida casera y todo riquísimo. Esto te lo digo yo pero te lo puede decir cualquiera que viene a diario, créeme”, insiste sor María Dolores, que recuerda que este comedor, en el que desde hace trece años ejerce de alma mater, “está abierto a todo el mundo”. “En Vitoria la gente cree que no puede venir a comer si no es con los vales de ayuda. No saben que pueden acudir y pagar tranquilamente. Supongo que muchos siempre han tenido la idea de que esto es para gente muy pobre o desastrada. Pero esto es un comedor normal, sólo que asequible para todos”, subraya con rotundidad. Aunque en Nuestra Señora de los Desamparados mantienen una cifra de comensales diarios que ronda los seis centenares, sor María Dolores asevera que “desde el año pasado la cifra ha bajado un poco”. ¿El motivo? Que, por lo que parece, el famoso efecto llamada sigue siendo un concepto más presente en el vocabulario de algunos políticos gasteiztarras que en la realidad a pie de calle en la capital alavesa. Y es que, ante la falta de oportunidades laborales, más que venir, se van. “Muchas de las personas que venían han emigrado, y otras de las que siguen en Vitoria ya no perciben la ayuda. También hay otros a los que en lugar de vales para comer aquí se les facilita alimentos o dinero para comprar comida. Lo cierto es que desde el año pasado las cifras de asistencia han descendido”, asevera.
En este sentido, sor María Dolores explica cómo, durante los últimos años, también el perfil de los usuarios “ha cambiado” desde que empezó a trabajar como responsable del comedor hace más de una década. “Ha cambiado porque el entorno y la vida también lo han hecho. Ahora aproximadamente el 90% son personas de fuera, inmigrantes , y un 10% nacionales. Cuando empecé había inmigrantes , pero mayoritariamente latinoamericanos y personas nacionales de las que van y vienen, gente que está en albergues y no tienen lugar de residencia fija”, apunta la religiosa, que destaca que ahora “vienen menos latinoamericanos y más personas árabes y gente de color, porque a los latinoamericanos les ayuda mucho tener un idioma común con nosotros en el que desenvolverse para encontrar con mayor facilidad trabajo y ayudas”. “Mientras haya personas que tienen que emigrar, comedores como éste seguirán existiendo”, incide al respecto el padre Aransaiz.
Discreta y a veces poco reconocida, la labor del comedor social de Desamparados continúa siendo fundamental, cada vez más, para cubrir las necesidades de cientos de vecinos de la capital alavesa, que bien cumpliendo los requisitos para acceder a los vales que proporciona el Ayuntamiento o pagando directamente el precio los que puedan hacerlo, encuentran en sus mesas un lugar para la solidaridad entre fogones, de la mano de trabajadores y voluntarios, que con sor María Dolores a la cabezas, se afanan por cumplir diariamente con tan crucial labor.
la cifra
las claves
El Gobierno central destina este año 124 millones de euros para adquirir productos de primera necesidad
Vitoria – Por mucho que algunos vean brotes verdes, la realidad es que el azote de la crisis continúa devastando hogares y levantando muros de contención alrededor de las personas más desfavorecidas. Los comedores sociales cumplen ahí una labor fundamental, para que las personas cubran al menos sus necesidades primarias, por mucho que a veces los requisitos para acceder a las ayudas sean más restrictivos de lo que debieran.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en 2013 casi 2,2 millones de personas se beneficiaron de su programa de distribución de alimentos, mediante el que a través del fondo español de garantía agraria ayudan a la federación española de Bancos de Alimentos y la Cruz Roja a la hora de repartir la comida entre los más necesitados.
El citado fondo establece qué tipo de productos son los que resultan más adecuados para su reparto entre las familias y las personas con menos recursos, de forma que puedan consumirlos y cocinarlos en sus hogares con cierta facilidad, pues no hay que olvidar que una de las consecuencias de la pobreza energética es que, ahora mismo, en muchos hogares no pueden tan siquiera encender la vitrocerámica para cocinar.
El pasado miércoles, el ministro de Sanidad, el vitoriano Alfonso Alonso, y la ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, anunciaron que la dotación económica de este programa para el presente año sería de 124 millones de euros, de los que 118 se invertirán en la compra directa de alimentos y cinco a gastos administrativos y de almacenamiento. La cesta de alimentos base para repartir incluye arroz blanco, potitos, cereales, garbanzos, alubias, aceite de oliva, atún en conserva, pasta, tomate frito, galletas, crema de verduras, fruta en conserva y judías verdes.
Entre todos destaca sin embargo la leche ultrapasteurizada, de la que se repartirán 35.316.000 kilogramos. Productos que el citado programa ministerial adquiere para que posteriormente las organizaciones repartan a las personas que se benefician de la solidaridad del Banco de Alimentos. – D.O.
“Aportando nuestros alimentos llegamos al mayor número de personas con necesidad”
miryam oca
Relaciones externas de Mercadona
“Mientras haya personas que tienen que emigrar, comedores como éste serán necesarios”
padre ernesto aransaiz
Encargado de las cuentas del comedor
“En Vitoria la gente desconoce lo que es el comedor. Piensan que es sólo para gente pobre”
sor maría dolores ochoa
Responsable del comedor
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