La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea arranca el jueves en Bruselas con un jarro de agua fría a las ambiciosas y también controvertidas propuestas presentadas por la Comisión Europea para responder a la crisis migratoria de Italia y Grecia. El borrador de conclusiones, al que previsiblemente darán luz verde esta noche los 28 líderes europeos, mantiene la oferta de recolocar en los próximos dos años a 40.000 personas necesitadas de protección temporal pero la medida, no será obligatoria porque «no hay consenso para ello», admite un alto cargo europeo.

«La idea de que las cuotas pueden ser impuestas desde Bruselas no va a cuajar. Es contraproducente», añade. Según el documento, los líderes pedirán a los Estados miembros que negocien y pacten para finales de abril «el mecanismo temporal excepcional» de distribución.

Según fuentes del Consejo, los gobiernos no solo discrepan sobre la imposición de cuotas una docena de países han mostrado ya su negativa a aceptar que sea algo obligatorio, también hay otros muchos países, otra docena, que no están de acuerdo con los parámetros propuestos por el Ejecutivo comunitario para hacer el reparto y que da el grueso del peso al PIB y la población, por encima del paro y los esfuerzos pasados en materia de acogida.
Hungría da marcha atrás

Se suman otros dos Estados miembros que rechazan absolutamente el mecanismo como son la República checa y Hungría. El primer ministro húngaro, Victor Orbán, asegura que el problema no es solo del Mediterráneo. «La presión migratoria ha llegado a ser excepcional en Hungría, es una presión insoportable», advierte Orbán augurando un debate esta noche en Bruselas muy caldeado.

Precisamente, ni 24 horas ha tardado Hungría en dar marcha atrás en su anuncio de que no admitiría que otros países de la UE le envíen a los refugiados que entraron en territorio comunitario por la frontera húngara, una medida que incumpliría la normativa comunitaria.