Europa levanta muros a la inmigración
El Papa pide «perdón» pero Berlín amenaza con el fin de la «libre circulación» si Italia no los expulsa
El Mundo, , 18-06-2015Decenas de personas continúan concentradas sobre las rocas del Puente de San Ludovico, en Ventimiglia, la localidad fronteriza entre Italia y Francia, en espera de que París decida reabrir la frontera y poder llegar hasta el norte de Europa. Más de un centenar de ellas, la mayoría procedentes de África, duermen en los alrededores de la estación y sobreviven gracias a la solidaridad de los vecinos y de organizaciones como Cáritas o Cruz Roja.
Al otro lado de la frontera, la policía francesa ha intensificado los controles y todos los trenes provenientes de Italia son detenidos en la estación de Menton-Garlaven para controlar los documentos de los viajeros. Ni las reuniones bilaterales, como la que celebraron ayer en Milán los primeros ministros de Italia y Reino Unido, ni los consejos extraordinarios de ministros europeos han conseguido hasta el momento dar una solución a la crítica situación que se vive desde hace días en esta localidad italiana.
«Pidamos todos perdón por las personas y las instituciones que cierran las puertas a esta gente que busca un hogar, una familia», dijo ayer el Papa durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro. El líder de la Liga Norte, Matteo salvini, tardó poco en responder al Santo Padre. «No necesito que pidan perdón por mí. ¿Cuántos refugiados tiene El Vaticano?».
Las palabras de Francisco resuenan con más fuerza entre quienes, como Hungría, han decidido levantar muros para frenar la inmigración ilegal. El Gobierno conservador nacionalista de Budapest anunció ayer que construirá una valla de cuatro metros de altura a lo largo de su frontera con Serbia, candidato a entrar en la Unión Europea. Sólo en 2015, el país ha recibido 53.000 personas, la mayoría de Oriente Próximo y Kosovo. El anuncio provocó la reacción inmediata del ministro de Interior serbio, Nebojsa Stefanovic, que pidió ayuda a Bruselas para afrontar la inmigración ilegal que recibe de países como Grecia y Bulgaria, que sí pertenecen a la UE.
El problema migratorio continúa ocupando la agenda política europea. El premier británico, David Cameron aseguró ayer a su homólogo italiano, Matteo Renzi, que el Reino Unido colaborará con Italia para frenar la llegada de pateras y conseguir un Gobierno estable en Libia «que dé caza a las bandas de criminales». Ambos líderes, que mantienen divergencias en cuanto al reparto de solicitantes de asilo –Londres rechaza acoger refugiados– se mostraron de acuerdo en que el problema no es sólo italiano sino «global». Un problema europeo del que Alemania podría desentenderse próximamente. El ministro de Interior germano, Thomas Maizière, amenazó ayer con no aceptar más refugiados si Roma no comienza a expulsar y devolver a sus países de origen a los inmigrantes que no tienen derecho a asilo político en Europa, los llamados migrantes por motivos económicos, que no huyen de las guerras sino del hambre. «Si los países de llegada no cumplen de forma efectiva con sus responsabilidades podemos encontrarnos con el final de la libertad de movimientos en la UE».
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