Más de 100 inmigrantes se preparan para pasar noche en escollos de Ventimigla

La Vanguardia, , 17-06-2015

Ventimiglia (Italia), 16 jun (EFE).- Más de un centenar de inmigrantes pasarán hoy la noche en la escollera de la localidad italiana de Ventimiglia, en la frontera de Francia, a la espera de que las autoridades galas les permitan el paso al país.
Como pudo constatar Efe, los inmigrantes, mayoritariamente procedentes de África, se agolpan en los escollos que se extienden en la costa de este municipio ligur (noroeste), a pocos metros de distancia de la frontera entre ambos países europeos.
Estas personas, que se lavan y hacen sus necesidades en el mar, protestan así ante el cierre de los confines franceses y, en la actualidad, están siendo asistidas por voluntarios de Unicef y otros organismos como la Cruz Roja italiana o Caritas.
Pero también por numerosos vecinos que acuden a la zona con sus vehículos cargados con todo tipo de víveres y objetos como mantas, lonas, colchones o sombrillas, con las que guarecerse de las lluvias que se esperan para esta noche.
Por otro lado, se han establecido potentes medidas de seguridad: los escollos en los que los inmigrantes se encuentran han sido vallados y para llegar a la zona en cuestión, cerca del puente de San Ludovico, se suceden los controles policiales a los vehículos.
La de hoy es la cuarta noche que se repite esta situación, debida a la decisión unilateral de Francia de establecer controles más férreos en su frontera italiana y prohibir el paso a quienes no cuenten con un permiso de permanencia legal en la Unión Europea.
Una de las personas que esperan la reapertura de la frontera italo-francesa es Saddam Ahmed, de 19 años, que abandonó junto a su familia su país, Sudán del Sur, donde estudiaba Fisioterapia, para escapar de la violencia que en él se respira, explicó a Efe.
Sobre improvisadas camas apiladas cerca de las rocas, Ahmed señaló que pretende llegar a Europa para encontrar “otro planeta” y aseguró que “esperaremos (a la apertura de la frontera) el tiempo que sea necesario porque no tenemos otra opción”.
“He decidido venir aquí y cambiar mi futuro (…) Yo no quiero ir a Francia. Quiero pasar, solo pasar, para ir a Noruega. Allí tengo primas y familia”, explicó el joven, que llegó a Italia a bordo de un pesquero procedente de Libia con otras 610 personas.
Pero los inmigrantes no solo se encuentran en las rocas de esta apacible ciudad italiana sino que en su centro, concretamente en su estación ferroviaria, se agolpa otro centenar de personas que prefieren esperar ahí a que les permitan el paso a Europa.
Así, la estación se ha convertido en un improvisado campo de refugiados en el que pernoctan hombres, mujeres y niños en precarias condiciones higiénicas que han provocado el avance de enfermedades como la sarna.
Los pasillos de esta estación se encuentran saturados de colchones y en el ambiente se respira un intenso y desagradable olor, a pesar de que cada día decenas de voluntarios se afanan en limpiar el lugar.
Viviana Dumitru, voluntaria de Unicef, explicó a Efe que la llegada de inmigrantes “empezó hace un mes y que la situación, evidentemente, cada vez ha ido a peor”.
“Hay una emergencia continua porque siguen llegando. Hay hombres, mujeres, niños y ancianos. Hemos tratado de organizarles del mejor modo posible (…) Hay muchos voluntarios que vienen a jugar con los niños para que no estén mucho aquí, que hay mucha infección y suciedad”, señaló.

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