En una merendola con mil ancianos alaveses, muchos llegados hace décadas a la provincia, el candidato popular y populista Javier Maroto ha soltado una de las frases más vomitivas de la campaña, si se permite el exabrupto a estas alturas de atracón electoral. En referencia a esos jubilados presentes en el acto, se ha preguntado retórica y rastreramente: “¿Vinieron aquí a trabajar e integrarse o vinieron a que les pusiéramos un sueldo de 1.200 euros sin pegar un palo al agua todos los meses de su vida, toda la vida entera?”.

Ignoro cuántos inmigrantes cobran hoy 1.200 euros sin pegar un palo al agua todos los meses de su vida, toda la vida entera. Convendría que alguien aclarara cuántos viven así hasta que mueren, y cuántos salen adelante con el mismo esfuerzo y dignidad con que lo hicieron esos otros inmigrantes españoles. Tengo ya escrito aquí, y ahora se me enfadarán todos, que una de las causas de que la derecha xenófoba gallee es la inhibición de la izquierda buenista. Tanto reiterar que no hay ningún problema con la inmigración ha posibilitado que llegue un listo a afirmar que problemas, todos.

Maroto ha soltado una de las frases más vomitivas de la campaña, si se permite el exabrupto a estas alturas de atracón electoral