Ioan Urda, la integración por el deporte
Exfutbolista profesional en su Rumanía de cuna es el fan número 1 del deporte ordiziarra
Diario Vasco, , 21-05-2015«Hoy jueves les voy a llevar galletas para después del entrenamiento ya que el martes fue mi cumpleaños», adelanta Ioan Urda, rumano de cuna, ordiziarra de adopción. En cualquier caso, representa más la excepción que la regla entre el casi millar de compatriotas que viven en Ordizia.
Nacido en la localidad de Leordina al norte del país, en la región de Maramures, ha vivido la mayor parte de su vida a 20km, en Viseu de Sus. Es una zona montañosa, rural «yo soy casero de nacimiento», enfatiza. Zona minera, a su vez, que contaba también con una importante presencia de fábricas de muebles. De chaval le ayudaba a su padre en la labranza de la tierra, tarea a la que accedía de buen grado tras cerrar siempre el mismo trato. No le importaba, dice, levantarse a las 5 de la mañana, pero a la tarde cuando el sol cascaba de lo lindo y tocaba buscar una buena sombra tenía permiso para ir a jugar a fútbol con sus amigos. Tras el bachillerato a la hora de dar el salto a la vida laboral optó por el sector de la madera y por supuesto por el fútbol donde pronto pasó a formar parte del equipo de tercera división de Viseu, que al poco ascendía a segunda. «Eramos jugadores profesionales, había dinero, y en aquella época de Ceausescu, unos privilegiados». Cuando se le acabó la vida como jugador optó por la de entrenador. Y con la caída de Ceausescu (1989), todo cambió radicalmente. «Pasó lo mismo en Rusia con la llegada de Gorbachov», apunta.
Tocó emigrar a Alemania hasta que un día le llamó su paisano, Botis Basile, habían jugado juntos en el equipo de Viseu, y le propuso venirse a trabajar a Ordizia, donde se presentaba un buen día de octubre del 2001, «estaba fuerte para trabajar en los tejados», insiste.
«Mi mujer; María, tenía un buen trabajo en Rumanía pero en aquel descalabro general, la empresa cerró y tres años después se vino al Goierri.
Y el amigo Ioan subraya que en Ordizia encontró su segunda vida. «He encontrado gente civilizada, me siento no sólo bien, sino integrado; tengo cuadrilla, y el deporte ha sido la llave, además en Ordizia la actividad deportiva es bestial. Al principio fue en la grada, donde hablas con mucha gente, y ahora estoy de entrenador en la Escuela del Fútbol del Ordizia KE», relata.
Y es que, en un entorno donde la afición no destaca por sus gritos de ánimo hacia su equipo, Ioan pronto daba rienda suelta a su pasión y se convertía en el fan número 1 de todos los equipos y modalidades deportivas de Ordizia, en casa y fuera. Gritos de apoyo que, se diría, encierran cierto espíritu de bertsolari, que ha inmortalizado
Suelo mirar la cartelera para ver con qué equipos jugamos, y a partir de ahí en cualquier momento me viene el eslogan adecuado. Me acuerdo de la última visita del Santboi a Altamira y la víspera, estando en la cama, me vino la inspiración, ya lo tenía. Al día siguiente, en el momento apropiado, sin el menor rubor, como un solo hombre, y a pleno pulmón coreó aquello de: ‘Santboi, Santboi no gana hoy, porque en este campo manda Ampo. Pim pam pum Ordizia txapeldun’. «La UE Santboiana no ganó», recuerda. «Me viene a la cabeza un partido en Tolosa. Me preguntó Javi Zurutuza a ver si tenía algo preparado y en su momento cayó aquello de ‘hoy tenemos una cosa, queremos ganarle al Tolosa’».
Y entre medio, como ha aprendido, de manera autodidacta, a leer en castellano, mucha prensa deportiva y las retransmisiones deportivas de la tele, en un bar porque es donde hay ambiente.
Una forma de ser y una actitud que en el año 2011 le servían para recibir el diploma ‘Bizilagunak’, la fiesta de la Gipuzkoa solidaria, promovida por SOS Racismo como reconocimiento a la labor de integración de los inmigrantes en la vida y la sociedad civil guipuzcoanas.
Y en este contexto, añade, «un buen día, Alan Bumstead me propuso echarle una mano en la Escuela de Fútbol del OKE y voy los jueves de 5 a 6,30 a entrenar a las chicas (22). No sólo estoy encantado sino que me da vida subraya. Salgo a la calle y me saludan los niños, los padres. Me llena». Equipo al que, ahora, se ha incorporado Xabier Odriozola. «Ahí tienes, inglés, rumano y euskaldun», destaca.
Cuando acaba de cumplir 62 primaveras, que luce con un magnífico porte atlético, mira al futuro para reseñar que «tenemos dos hijos, un chico de 33 y una chica de 28, los dos están muy bien y tienen su vida hecha en Rumania, a donde el mayor ha vuelto tras haber estado trabajando en Inglaterra. Me gusta ver a la familia, pero de momento mi sitio está aquí», concluye.
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