La propuesta esbozada recientemente por la Comisión Europea para hacer frente al incremento exponencial de la inmigración (sólo las concesiones de asilo crecieron el pasado año un 36%) no se trata de un plan en sí mismo, mucho menos de una necesaria revisión de las políticas al respecto, sino de una mera actualización de los mecanismos y actuaciones ya previstos en las normas comunitarias que hasta ahora se han demostrado insuficientes. A la espera de que el gobierno de Bruselas detalle su propuesta, todos sus puntos presentan serios interrogantes. El sistema temporal de cuotas para distribuir a los demandantes de asilo que ya se encuentran en la UE servirá para aflojar la presión en los centros de acogida en los países que son primera línea de recepción, pero de momento la medida es puntual y obvia que se volverán a sufrir nuevas avalanchas humanas. Cuenta además con el problema de la desigualdad de las cuotas y su aceptación por los Estados miembro, que en el caso del Estado español, por ejemplo, supondría duplicar las 1.600 solicitudes de asilo aprobadas en 2014, mientras que Alemania apenas las incrementaría un 7%. Sin olvidar que la realidad, contemplada en los tratados de la Unión Europea, es que al menos el Reino Unido que ya ha hecho explícito su rechazo, Dinamarca e Irlanda pueden negarse a participar. El segundo plano de la propuesta, la decisión de triplicar la capacidad de las operaciones de vigilancia del Frontex, si bien tal vez logre reducir el número de víctimas mortales en el viaje hacia las fronteras comunitarias lo que ya es mucho, seguirá sin incidir en la resolución del problema. La propia Comisión Europea según las palabras de su vicepresidente Frans Timmermans y la alta representante Federica Mogherini se contradice respecto a la devolución de los inmigrantes interceptados. Y, finalmente, la intervención militar que Bruselas prevé para luchar contra las mafias de tráfico de personas cuenta con limitaciones de derecho internacional. Y es que aún no ha obtenido el beneplácito de la ONU y tampoco actuará sobre las causas, que no son sino los conflictos bélicos, el subdesarrollo y los regímenes corruptos, en tantas ocasiones resultado de una geoestrategia de la que participan activamente los Estados de la Unión Europea.