El órdago final del euroescéptico Nigel Farage

«Me retiraré si no gano», anuncia el líder de Ukip, al que los sondeos dan un 12% de votos

El Mundo, , 04-05-2015

El fantasma de Nigel Farage se pasea todos los días por King Street, la arteria principal de Ramsgate, entre las dos oficinas que marcan su territorio con el inconfundible morado del Ukip. La resistencia local lanzó pedradas contra una de ellas, ahora protegida con una aparatosas verjas, cerrada incluso para los medios que vienen a preguntar ingenuamente cuándo aparecerá el Farage real.
El líder euroescéptico volvió discretamente durante el fin de semana a esta ciudad marinera venida a menos, a hora y media escasa de Londres. Farage procuró, sin embargo, no hacer excesivo ruido, no voilvieran a caerle los insultos y los guanos de las gaviotas, que esperan ansiosas la pesca de la jornada en los cubos de la basura de Oh my Cod!, el lugar predilecto para un fish & chips.
Ramsgate tiene también una colección de notorios pubs, como The Racing Greyhound, por donde solía recalar el líder del Partido de la Independencia del Reino Unido en los buenos tiempos. Ahora ya no bebe cerveza, apenas se moja los labios. Lleva meses en tratamiento por agudos dolores en la espalda y en los hombros, secuela del accidente que sufrió cuando viajaba en una avioneta hace cinco años. Dos veces a la semana recibe tratamiento en un hospital de Londres, de ahí su invisibilidad durante gran parte de la campaña.
El líder del Ukip está tomando Temazepam, recetado como en casos de insomnio y ansiedad. Lo reconoció hace una semana para salir al paso sobre los rumores sobre su endeble salud y su posible retirada. Ayer fue, sin embargo, tajante a su paso, no tan huracanado, por la BBC: «Dije que me retiraré si no gano, pero tengo toda la intención de volver aquí en una semana».
Lo cierto es que Nigel Farage tuvo un momento de pánico hace apenas dos semanas, cuando el conservador y ex miembro del Ukip Craig Mckinlay le pisó los talones en las encuestas. El laborista Will Scobie también pisó el acelerador y todos los partidos (incluido el FUKP del cómico Al Murray) decidieron hacer piña contra el enemigo común.
A Farage le vino muy bien perderse. Su apoyo ha vuelto a subir desde que se prodiga menos por el puerto de Ramsgate, elegido a conciencia por su «inmadurez política»: nunca fue leal a uno u otro partido. Los carteles anti Farage (Parad a los racistas) siguen colgando ocasionalmente en las ventanas, pero también las muestras de apoyo como la de Mary Lansfield, propietaria de una tienda de parafernalia para la playa, que se atreve a vender cubos con las siglas del Ukip… «Algunos se quejan, pero la gente los compra, no creas. Yo pienso votar por él. A Nigel le debemos ya mucho de antemano: ha puesto a Ramsgate en el mapa».
Farage no es el mismo, o eso parece. Su discurso incendiario anti inmigración ha remitido a medida que avanzaba la campaña, después del pinchazo durante el debate televisivo (cuando dijo que la mitad de los pacientes VIH positivos en Reino Unido son extranjeros). El Ukip, eso sí, será esta vez una fuerza marginal. Su victoria en las europeas de hace un año queda ya muy atrás. Los sondeos le otorgan un 12% de los votos, pero el sistema mayoritario y unipersonal británico sopla claramente en contra de Farage y sus huestes euroescépticas. Sus previsiones más optimistas hablan de 12 diputados, pero las más realistas lo dejan en tres. Siempre y cuando, claro, el propio Farage logre conquistar su disputado escaño.

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