NAUFRAGIO en el Canal de Sicilia

El PP no ve mal hundir en puerto barcos de las mafias de inmigración

Supervivientes aseguran que el patrón del barco hundido 'bebía, fumaba hachís y dejó el timón'.

Diario de Noticias, EFE, 22-04-2015

El portavoz del PP en el Congreso, Rafael Hernando, considera que hundir en
puerto los barcos que después utilizan las mafias de la inmigración entre Libia
y el sur de Europa puede ser un método eficaz para combatir estas redes, aunque
cree que debe ser una decisión conjunta de la comunidad internacional.

ROMA. “Es evidente que hay que luchar contra las mafias de la inmigración y éste puede ser un método, que ya se puso en marcha en Albania”, ha recordado en los pasillos del Congreso.


Hernando considera que hay que reforzar el trabajo preventivo en origen, no sólo la UE, sino también la ONU que ya tiene una misión en Libia para recuperar las instituciones y la estructuras de poder ante un estado fallido.


Ha recordado que España tiene experiencia en este tipo de fenómenos, como ocurrió con la crisis de los cayucos en Canarias y que se solucionó trabajando conjuntamente con los países de origen de estas personas.


El portavoz del PP ha insistido en que hundir los barcos antes de que sean utilizados por las mafias puede ser una medida eficaz que no descarta, aunque insiste en que debe ser una opción que decida el conjunto de la comunidad internacional y, en particular, Naciones Unidas.


La Comisión Europea (CE) ha presentado un plan con diez propuestas para combatir el drama migratorio, que incluyen aumentar el presupuesto de la operación Tritón de vigilancia marítima en el Mediterráneo y los esfuerzos para destruir los barcos utilizados por las mafias para transportar a inmigrantes.


DENUNCIAS CONTRA EL PATRÓN Cuatro de los 28 supervivientes del naufragio del domingo en el Canal de Sicilia son menores y relatan hoy en la prensa italiana que el traficante que gobernaba el pesquero en el que viajaban “bebía vino, fumaba hachís” y abandonó el timón para confundirse entre los inmigrantes.


Uno de ellos, Nasir, de origen bengalí, que dice tener 17 años, ha sido trasladado con los otros tres adolescentes a un centro de acogida para menores, “La Madoninna”, a las afueras de Catania, desde donde han contado lo que ocurrió aquella noche.


Nasir explica al “Corriere della Sera” que por casualidad no acabó en los niveles inferiores del pesquero, donde estaban hacinadas cientos de personas que habían pagado menos, y se quedó en la cubierta con otros treinta inmigrantes donde pudieron ver cómo los dos traficantes, un sirio y un tunecino, bebían vino durante todo el trayecto y fumaban hachís.


Los dos traficantes son Mohammed Alì Malek, de 27 años y nacionalidad tunecina, que presuntamente llevaba el timón de la embarcación, y su asistente sirio de 25 años, Mahmud Bikhit, y ambos han sido detenidos.


Sobre ellos, cuya foto relajados en el barco de la Guardia Costera italiana que les llevó a Catania aparece hoy en la prensa, pesa la acusación de los delitos de homicidio culposo múltiple, naufragio e instigación a la inmigración clandestina.


El joven bengalí, que explica nació en Kuliarchar y que hace dos años llegó a Trípoli en busca de trabajo para ayudar a su familia, añade que durante la noche, después de haber lanzado la señal de socorro, llegó “una gran embarcación”.


“Nos acercamos a ella y entonces llegó el impacto, instintivamente nos echamos todos hacia el mismo lado para intentar salvarnos y la nave volcó”, cuenta Nasir.


El joven explica que desde el piso inferior y la bodega se oía: “Help, help” (ayuda, ayuda), los gritos del resto de personas que no tuvieron tiempo de salir y murieron ahogados.


Según algunos de estos testimonios de los 28 supervivientes recogidos por la Fiscalía de Catania se estima que en el pesquero viajaban unos 850 inmigrantes.


El diario “La Stampa” ha hablado también con otro de los menores, del que no cita el nombre, y que explica que los traficantes abandonaron el timón en el momento en el que vieron llegar al carguero portugués, desviado por la Guardia Costera italiana para ayudarles, y así mezclarse con el resto de inmigrantes.


Es habitual que los traficantes, si no consiguen abandonar el barco antes, se intenten mezclar con los inmigrantes a bordo para pasar desapercibidos y así, posteriormente, ser repatriados de nuevo a sus países como un indocumentado más.


Otro superviviente, de unos 30 años, que dice provenir de Zambia, cuenta que antes de embarcarse estuvo dos meses esperando su turno en una de los “granjas” que usan los traficantes en Libia.


“Vi que el barco estaba repleto de personas, pero no pude echarme atrás. El viaje ha sido tremendo. Todos hacinados, con poca comida y agua. Me salvé sólo porque estaba en cubierta”, explica.


A Nasir le ocurrió lo mismo: “Caí al agua y los tripulantes filipinos del carguero nos tiraron unas cuerdas a las que me pude agarrar y así subir al barco. Fueron muy amables, nos dieron té, café, mantas, y pensé que todo finalmente había acabado”.

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