Alan Sked
«El UKIP es hoy un puñado de fascistas, racistas y oportunistas»
Fundador del UKIP y profesor de la London School of Economics
El Mundo, , 19-04-2015Corría 1993 y Alan Sked (Glasgow, 1947) decidió fundar el Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), después de haber creado la Liga Anti-Federalista con una misión bien clara: sacar al país de la Unión Europea. Poco sospechaba entonces que el partido moderado y «no sectario» acabaría en manos de la derecha dura de Nigel Farage, a quien detesta desde lo más hondo. En plena cuenta atrás hacia las elecciones del 7 de mayo, y con la vocación de outsider que siempre le ha caracterizado, Sked dispara a diestra y siniestra desde su emblemático despacho, habitación E503, en la London School of Economics, donde ejerce como irreverente profesor de Historia Internacional (especializado en la monarquía de los Habsburgo).
Pregunta.–Usted fundó el euroescpético UKIP. ¿Por qué denuncia ahora que el partido se ha convertido en un monstruo de Frankenstein?
Respuesta.–El UKIP nació efectivamente reclamando la salida de la UE. Pero entonces éramos un grupo de
las elecciones del 7 de mayo, y con la vocación de outsider que siempre le ha caracterizado, Sked dispara a diestra y siniestra desde su emblemático despacho, habitación E503, en la London School of Economics, donde ejerce como irreverente profesor de Historia Internacional (especializado en la monarquía de los Habsburgo).
Pregunta.–Usted fundó el euroescpético UKIP. ¿Por qué denuncia ahora que el partido se ha convertido en un monstruo de Frankenstein?
Respuesta.–El UKIP nació efectivamente reclamando la salida de la UE. Pero entonces éramos un grupo de académicos, de tendencia liberal o moderada, tolerantes y sin «prejuicios hacia las minorías»… El propio Farage debió firmar un papel aceptando que el partido era «no racista». Pero ahora vemos que el UKIP es un puñado de fascistas, racistas, oportunistas e hipócritas.
P.–¿Y Farage tiene la culpa?
R.–Sospecho que Farage es fascista, y no es de extrañar que su mano derecha en el South Thanet, el distrito donde se presenta como diputado, fuera el ex miembro del Frente Nacional Martyn Heale. El partido entero fue tomado hace tiempo por el ala de la ultraderecha y ahí siguen, convirtiendo a los inmigrantes en los chivos expiatorios.
P.–Pero no negará que la inmigración es uno de los tema que más preocupa a los británicos…
R.–Pero no hasta el punto de que todo lo demás no existe. Cualquiera diría que se han olvidado de la UE, que apenas ha aflorado en la campaña. Todo lo que dice Farage es inmigración, inmigración, inmigración.
P.–¿Es cierto que reza por las noches para que no salga elegido?
R.–Haré todo lo posible para lograr que Farage fracase. Espero realmente que no salga elegido, y creo que lo va a tener difícil frente al candidato conservador, Craig Mackinlay, que también estuvo en el UKIP conmigo. Va a ser seguramente la batalla más caliente de estas elecciones.
P.–Farage ha ofrecido una alianza con los tories. ¿Lo ve factible?
R.–Honestamente, no creo que vayan mucho más allá de un diputado, Douglas Carswell. Las encuentas les dan del 9% al 14%, pero el sistema mayoritario les va a impedir crecer. No creo que se conviertan en una fuerza clave para la formación de un Gobierno después del 7-M. Es más, no le veo mucho futuro al UKIP.
P.–Pero ganaron las europeas…
R.–Ésa es otra historia. Cuando creamos el UKIP, el acuerdo era no presentarnos a los comicios europeos o al menos dejar los escaños vacíos y no cobrar como eurodiputados. Pero ya vemos lo que ha hecho el UKIP de Farage: ahí están, cobrando sus sueldos de eurodiputados y contribuyendo desde dentro a esa gran maquinaria corrupta y burocrática en que se ha convertido la UE.
P.–¿Qué futuro le ve al partido?
R.–A menos que se prolongue la esperanza de vida, poco. La mayoría de militantes son de edad avanzada, y no existe el «recambio generacional»… Es más, la imagen del futuro que tiene Farage es la del Reino Unido en los años 50, cuando éramos aún un imperio, no había inmigrantes de ningún tipo y no había ocurrido siquiera la revolución sexual…
P.–¿Y cómo cambiaría la vida en Reino Unido con la salida de la UE?
R.–No gran cosa, ni se produciría un trauma, ni tendríamos ataques de nostalgia. De igual modo que olvidamos que un día fuimos un imperio, terminaríamos olvidando que estuvimos en la UE. En verdad, siempre estuvimos un poco despegados, y eso que salimos ganando (menos mal que no nos metimos en esa zona de desastre en que se ha convertido la zona euro). Pero no se perderían ni los tres millones de empleos en el Reino Unido ni los 6,5 millones en el contiente que están vinculados con nuestras importaciones y exportaciones. Hallaríamos nuestro lugar en Europa, como lo han hecho noruegos y suizos. Y seguiríamos comprando coches alemanes, vinos franceses y verduras y frutas españolas.
P.–Díganos, ¿de dónde viene su euroescepticismo tan arraigado?
R.–Del convencimiento de que hemos creado una alianza antinatural, una Europa federal que nunca va a funcionar… Deberíamos habernos quedado, en todo caso, en un Mercado Común, en un acuerdo entre estados soberanos con sus propios parlamentos, con libertad de mercado y apoyándose para la defensa común en la OTAN. Todos los intentos unificadores que ha habido en las últimas décadas y que han culminado por la zona euro, han tenido un resultado común: Alemania sale ganando y el resto sale perdiendo.
P.–¿Habrá referéndum de la UE?
R.–No es que Cameron se haya vuelto euroescéptico de un día a otro, pero creo que es posible que convoque la consulta si gana. El problema lo volvemos a tener con el UKIP y su influencia tóxica. Mientras Farage siga al frente, y si decide votar a favor de la salida de la UE, más de la mitad de los británicos se van a sentir predispuestos a votar lo contrario.
P.–Un pronóstico para las elecciones más inciertas en décadas…
R.–No habrá un final feliz. Eso es lo único que podemos asegurar. Si ganan los conservadores, tendremos referéndum de la UE, pero también más recortes sociales. Lo que me intriga de los conservadores es el esfuerzo que están haciendo por silenciar la cuestión de la UE y el poco partido que han sacado hasta la fecha de la recuperación económica.
P.–¿Y si ganan los laboristas? ¿Ve posible un acuerdo con los independentistas escoceses?
R.–No habrá coalición de gobierno, eso han asegurado, pero seguro que habrá algún tipo de alianza.
P.–Como escocés, ¿qué le pareció el referéndum de independencia y cómo ve el futuro papel del SNP?
R.–El referéndum me pareció una escenificación, y el tipo de independencia que ofrecía el SNP, una solemne estupidez ¿Cómo se concibe un país independiente en una Europa federal y con la moneda controlada por Londres? Jugaron a explotar el sentimiento antiinglés, que tan patente resulta en el fútbol. Pienso que no nos ha ido mal en 300 años de unión. Tuvimos un gran imperio, derrotamos dos veces a los alemanes en las guerras mundiales… ¿Qué sentido tiene que en un partido Inglaterra-Alemania defendamos en Escocia a los alemanes?
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