Arrestados el capitán y un miembro de la tripulación
La Razón, , 21-04-2015El capitán y un miembro de la tripulación del barco que naufragó el sábado en el Mediterráneo, en el que viajaban al menos 700 personas, han sido arrestados este lunes por ser sospechosos de tráfico de personas, según ha informado el ministro del Interior, Angelino Alfano.
El ministro de Infraestructuras, Graziano Delrio, ha afirmado que el fiscal de Catania, Giovanni Salvi, ha ordenado el arresto de ambos hombres, que figuran entre los supervivientes rescatados tras el suceso.
“La lucha contra los traficantes de muerte continúa. El Estado no les dará respiro”, ha agregado, según ha informado el diario italiano ‘Il Corriere della Sera’. Las autoridades han abierto una investigación por homicidio tras la tragedia.
Las autoridades italianas han desmantelado este mismo lunes un banda en Sicilia que formaba parte de una red con presencia en otras ciudades del país y que introducía de forma clandestina en el país a inmigrantes a los que cobraba unos 3.600 dólares por cabeza para cruzar el Mediterráneo desde el norte de Africa.
Según informan los medios italianos, 24 personas han sido detenidas por la Policía de Palermo por asociación para delinquir y favorecer la inmigración y la permanencia clandestina, con el agravamiento del carácter transnacional de su actividad.
La investigación se puso en marcha tras la tragedia de Lampedusa en la que murieron más de 360 inmigrantes en el otoño de 2013 y ha permitido desvelar una red que, con bases en ciudades como Milán, Roma o Catania y contactos en Eritrea, Sudán, Somalia y Libia, ha permitido llegar a Europa a cientos de inmigrantes.
Agarrándose a los cadáveres
Agarrándose a los cadáveres. Así salvaron la vida dos de los inmigrantes socorridos el domingo en las aguas del Mediterráneo central después de que naufragara el pesquero con el que intentaban llegar a Italia. Podrían haber muerto más de 900 personas, entre ellas 200 mujeres y entre 40 y 50 niños. Tras hacer escala en el puerto maltés de La Valleta, donde dejó los 24 cadáveres hallados en la zona del hundimiento, una patrullera italiana trasladó ayer a 27 de los supervivientes a Catania, cuyo alcalde, Enzo Bianco, declaró el luto ciudadano en señal de respeto por la tragedia. Hay además otro indocumentado, procedente de Bangladesh que fue sacado con vida del agua y está ingresado en un hospital de esta ciudad siciliana. Según su testimonio, los viajeros del pesquero hundido procedían de nueve países: Argelia, Egipto, Somalia, Nigeria, Senegal, Mali, Zambia, Bangladesh y Ghana. Muchos de los pasajeros murieron en los dos niveles inferiores de la nave, donde fueron encerrados por los traficantes, que les bloquearon las puertas antes de partir para impedirles salir. Por eso la mayor parte de los inmigrantes que estaban a bordo del pesquero «no podían ser salvados», como explicó el fiscal de Catania, Giovanni Salvi, que ha abierto una investigación para aclarar lo sucedido.
Durante todo el día, las autoridades italianas y maltesas siguieron socorriendo a otras embarcaciones en el Canal de Sicilia, pues el flujo migratorio no cesa. De hecho, según Maurizio Scalia, fiscal adjunto de Palermo que está realizando una investigación sobre las redes de traficantes de seres humanos, hasta un millón de personas esperarían en las costas libias su oportunidad de llegar a Italia a través del Mediterráneo.
Un día después de que esta nueva tragedia sacudiera la conciencia de la opinión pública europea, el primer ministro italiano, Matteo Renzi, adelantó cuáles serán algunas de las peticiones que su país haga a los otros miembros de la UE en la cumbre extraordinaria del jueves. «Lo que está pasando en estas horas en el Mediterráneo es mucho más que un naufragio: estamos frente a un grave momento de crisis humanitaria que debe ser afrontada como tal», advirtió Renzi. «Esta crisis no sólo puede ver el compromiso de Italia y de Malta. Os pido que toméis en serio mis palabras: nos encontramos frente a nuevos esclavistas». Acompañado por el primer ministro maltés, Joseph Muscat, el jefe de Gobierno italiano insistió en que la comunidad internacional debe tener como prioridad «capturar a estos criminales para entregarlos a la Justicia internacional». «No podemos dejar que ganen ellos. Tenemos una responsabilidad con la historia», comentó Renzi, quien no quiso entrar en detalles sobre cómo llevar a la práctica sus épicas palabras. Hasta negó que esté valorando la posibilidad de realizar una intervención militar en Libia para pararles los pies a las mafias dedicadas al tráfico de seres humanos.
Los principales diarios italianos consideran, en cambio, que tras esa declaración de guerra contra los traficantes podrían venir acciones armadas en el país magrebí destinadas a destruir en los puertos las naves antes de que se hagan a la mar cargadas de inmigrantes. Para ello, Roma trataría de conseguir una resolución de la ONU similar a la que ahora permite las operaciones aéreas contra las posiciones del Estado Islámico en Siria e Irak. El camino a recorrer es aún largo. Primero Renzi deberá convencer a sus socios europeos de que ésta es la mejor opción y luego presentar la propuesta al presidente estadounidense, Barack Obama, con quien se reunió en Washington la semana pasada. «Se puede hacer una operación centrada en los traficantes compartida por Europa», anunció el líder italiano. «Hay todas las condiciones para hacerlo». Según los datos de los servicios secretos transalpinos, la mayor parte de las mafias de la inmigración tienen su base en el puerto libio de Zwara.
En Naciones Unidas, al menos de momento, los discursos están en otra dimensión de onda. Su secretario general, Ban Ki Moon, se limitó ayer a reconocer el «pesado impacto» que la masiva llegada de inmigrantes supone para Italia y a agradecer los esfuerzos para socorrerlos. El secretario general hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que responda de forma «colectiva» e impida que el Mediterráneo siga siendo «la ruta más letal del mundo» para la inmigración.
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