comienza el juicio

Piden entre 40 y 45 años de prisión para el 'falso Shaolín' por los asesinatos de Ada Otuya y Yenny Rebollo

El Fiscal pide 286.800 euros de indemnización, el abogado de la  familia de Otuya 252.000 y el de Rebollo 212.000 

Deia, EP, 16-04-2015

Juan Carlos Aguilar, el ‘falso monje Shaolín’, de 49 años de edad, 
acusado de asesinar a Yenny Sofía Rebollo y a Maureen Ada Otuya en 
Bilbao en mayo y junio de 2013, respectivamente, será juzgado a  partir
de este viernes en la Audiencia Provincial de Bizkaia. Las  acusaciones
piden un total de entre 40 y 45 años de cárcel para el  procesado.

BILBAO. Aguilar fue detenido el 2 de junio de 2013 por la Ertzaintza,  alertada por una vecina de la calle Máximo Agirre, que había visto a  una mujer pidiendo auxilio en la puerta del gimnasio propiedad del  ‘falso monje Shaolín’. El acusado encontró en un cubículo del  interior del local a la víctima inconsciente a causa de los golpes a  los que había sido sometida y al acusado con las manos  ensangrentadas.


La mujer, Mareen Ada Otuya, de 29 años y natural de Nigeria, que  había estado atada con unas bridas, fue trasladada al Hospital en  estado de coma, donde falleció el 5 de junio. Durante la  investigación, los agentes encontraron en el gimnasio y en domicilio  del procesado de la calle Iturriza el cadáver descuartizado de otra  víctima, Yenny Sofía Rebollo, colombiana de 40 años.


La Fiscalía solicita 20 años por cada uno de los delitos de  asesinato con alevosía, y el pago a los familiares de las víctimas de  un total de 286.000 euros. En concreto, reclama indemnización de  100.000 euros para el Aymar Martínez Rebollo, el hijo de Yenny, otros  100.000 euros para el padre Santiago Rebollo Tuirán, y 9.800 para la  madre, Benicia Rebollo Jaraba. Además, exige 77.000 euros para  Godspower Otuya, padre de Ada.


Por su parte, la acusación popular, ejercida por Clara Campoamor,  pide que se imponga a Aguilar 20 años de cárcel por el asesinato con  alevosía de Yenny Sofía Rebollo y 25 por el de Maureen Ada Otuya con  las agravantes de alevosía y ensañamiento. En el caso de la primera,  no ha solicitado pena por ensañamiento al desconocerse buena parte de  las circunstancias en las que se produjo el crimen, ya que el cuerpo  había sido descuartizado, y algunos restos los habría tirado el autor  de los hechos a la ría.


Un abogado de la Asociación Clara Campoamor también representa a  la familia de Ada Otuya. El letrado de la acusación particular  reclama 25 años de prisión por asesinato con alevosía y ensañamiento,  y el pago de 252.000 euros para los padres y los hermanos de la joven  nigeriana.


La defensa de la familia de Yenny Rebollo solicita 20 años de  cárcel por asesinato agravado con alevosía y una indemnización de un  total de 212.000 euros para el hijo, el padre y la madre de la  víctima (100.000 para Aymar Rebollo, 100.000 para Santiago Rebollo  Tuirán y 12.000 para Benicia Rebollo).


Más de un centenar de periodistas se han acreditado para cubrir la  información del juicio, cuya duración dependerá de si este viernes el  ‘falso monje Shaolín’ ratifica que reconoce ser el autor de los dos  asesinatos, tal como ha señalado su abogada en un escrito presentado  en la Audiencia vizcaína. No obstante, la acusación popular y el  abogado de Otuya tratarán de demostrar que hubo ensañamiento en el  caso del crimen de esta joven.


HECHOS En su escrito de calificación, el fiscal señala que, sobre las  3.20 horas del 25 de mayo de 2013, Juan Carlos Aguilar se encontraba  en el interior de su vehículo, un Mitsubishi, en la calle General  Concha de Bilbao cuando apareció Jenny Rebollo.


Rebollo iba acompañada de un hombre que la estaba importunando y,  como ésta conocía al ‘falso Shaolín’, accedió a subirse al vehículo,  y ambos se dirigieron al gimnasio que éste regentaba, ubicado en la  calle Máximo Aguirre.


Una vez en el local y sin que se haya podido determinar la hora  exacta, el acusado, que había maniatado a la mujer, la agredió hasta  ocasionarle la muerte, sin que se haya determinado la causa del  fallecimento porque los días siguientes el acusado descuartizó el  cadáver para deshacerse de él.


En este todo caso, la acusación mantiene que el procesado actuó  “de manera súbita, imprevista e inesperada, sin dar posibilidad  alguna de defensa o de huida”, y con el ánimo de acabar con la vida  de la víctima.


Respecto al crimen de Maureen Ada Otuya, ocurrido después del  Jenny Sofía Rebollo, los escritos de acusación relatan que, sobre las  6.00 horas del 2 de junio de 2013, el acusado contactó en las  inmediaciones de un bar de la calle General Concha de Bilbao con la  víctima.


Posteriormente, Juan Carlos Aguilar la llevó al gimnasio y,  “actuando de manera súbita, imprevista e inesperada, sin dar  posibilidad alguna de defensa o huida” de la joven, “le inmovilizó  por brazos y cuello”, y la golpeó brutalmente en la cabeza y en el  abdomen. Finalmente, con el objetivo de “poner fin a la vida” de  Otuya, la estranguló con una soga.


En ese momento, la Ertzaintza, alertada por vecinos, accedió al  gimnasio y detuvo a Aguilar. La víctima ingresó en el hospital en  estado de coma y falleció el 5 de junio como consecuencia de una  “encefalopatía anóxica secundaria a una asfixia por estrangulación”.


JENNY, EN “ESTADO DE EMBRIAGUEZ”  Clara Campoamor recuerda, en su escrito, que, sobre la una menos  cuarto de la madrugada el 25 de mayo de 2013, el acusado y Yenny  Rebollo acudieron juntos al bar ‘Los Bilbainos’ de la calle  Autonomía, encontrándose la mujer “en un profundo estado de  embriaguez, no así el acusado que estaba totalmente sobrio”. Al  negarse la camarera del bar a servir las bebidas alcohólicas que el  acusado pidió a la vista del evidente estado de Jenny, ambos  abandonaron el establecimiento.


Sobre las 3.20 de ese mismo día se encontraron, de nuevo, víctima  y acusado en las inmediaciones de la calle General Concha. La víctima  se encontraba en compañía de una tercera persona que la estaba  incomodando, motivo por el cual accedió a subir al vehículo del  procesado, “confiada en la aparente amistad con el acusado, que,  además le había ofrecido ya en su momento un puesto de trabajo en el  gimnasio”.


La acusación popular indica que el procesado condujo a la mujer al  gimnasio. Una vez allí, según asegura, éste la maniató con las manos  a la espalda, “y aprovechándose del estado de embriaguez de la  víctima, así como de su absoluta incapacidad para defenderse”, la  agredió “hasta ocasionarle la muerte”. Además, destaca que, entre las 3.57 y las 9.06 horas, el acusado  se fotografió “junto con el cuerpo desnudo de la víctima, en posturas  obscenas, recreándose en sus perversiones”.


Clara Campoamor defiende que en días posteriores, antes de la  agresión a Ada Otuya, para ocultar el crimen, “el acusado procedió a  trocear y diseccionar el cuerpo de la víctima de manera discreta,  pero meticulosa, y con sorprendente precisión”.


Asimismo, relata que, posteriormente, se fue deshaciendo “de los  pedazos arrojando algunos a la Ría de Bilbao y otros a la basura”.  “Con el fin de dificultar la investigación de los hechos, amputó las  últimas falanges de los dedos índices de las manos”, asevera.


A BUSCARUNA NUEVA VÍCTIMA” La acusación popular narra que, en la madrugada del día 2 de junio  de 2013, “con el ánimo premeditado de volver a saciar sus instintos  asesinos, el acusado salió con su vehículo en busca de una nueva una  víctima, encontrándola en Maureen Ada Otuya, una mujer de raza negra  que ejercía la prostitución en la zona de alterne cercana al gimnasio  del acusado, poco antes ya lo había intentado con otra  mujer también  de raza negra”, que había rechazado irse con él.


Entonces, la llevó al gimnasio y, “tras mantener relaciones  sexuales con ella, y valiéndose de su superioridad física, redujo a  la víctima y la retuvo contra su voluntad durante varias horas”.

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