Cuatrocientas personas podrían haber perdido la vida en el Mediterráneo en las últimas horas al naufragar la embarcación en la que pretendían llegar a Italia. Las autoridades de este país no dan abasto ante la oleada de inmigrantes que llegan del norte de África; desde el pasado viernes han rescatado ya a más de 7.000. La alerta sobre la desaparición de estas últimas 400 personas la lanzó la organización Save The Children, que señaló que entre los desaparecidos hay muchos jóvenes, probablemente menores. La sangría de vidas que se está cobrando el Mediterráneo en los últimos años no es un asunto prioritario de la agenda política, ni en Europa ni en el Estado español. Aquí, en concreto, ayer los diputados del PP se irían muy tranquilos a la cama tras haber hecho su gran aportación a la Humanidad: poner una pica en la denominada ley del aborto. Mientras cientos, miles de menores, mueren ahogados en la mar en busca de una vida mínimamente decente, a estos diputados lo que les preocupa es que una joven pueda abortar. Ayer, estos diputados rezarían sus oraciones, se santiguarían y se dormirían tranquilamente, sabedores de que han hecho un gran servicio a su fe. En alguna otra cama, una menor de edad lloraría desconsolada tras conocer que está embarazada. En el Mediterráneo ya no habría lugar ni para las lágrimas. ¿Es la voluntad de Dios?

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