Yihadismo e inmigración obligan a la UE a cambiar de política en el sur

Los Veintiocho celebran en Barcelona una reunión ministerial con los vecinos de la ribera mediterránea para reformular y estrechar la cooperación

El País, W. OPPENHEIMER / P. R. BLANCO, 14-04-2015

Los ministros de Exteriores de la UE se reunieron ayer en Barcelona con ocho países del sur del Mediterráneo para perfilar las nuevas líneas de la política regional y abordar amenazas como el yihadismo y la inmigración. Del encuentro no salieron medidas concretas. Los ministros de Exteriores de la Unión Europea y de ocho países de la ribera sur del Mediterráneo celebraron ayer en Barcelona una reunión con vocación de marcar un profundo cambio de rumbo en la política regional. No tanto porque alcanzaran acuerdos concretos —tampoco era esa la intención de unas conversaciones que tenían carácter informal— como por el hecho mismo de que se celebrara: fue el primer encuentro en siete años de los responsables de la diplomacia de los socios de la UE con los vecinos del Sur. La inmigración ilegal y la irrupción del yihadismo explican la necesidad europea de girar su vista al Sur. Y también la voluntad de compensar así la fuerza mediática de la cumbre con los jefes de Estado y/o de Gobierno de los vecinos del Este convocada para mayo en Riga (Letonia).
/ alberto estévez (efe)
El ministro jordano de Exteriores, Nasser Judeh (a la izquierda), junto a Federica Mogherini y José Manuel García-Margallo, ayer en Barcelona.
El encuentro de Barcelona se celebró en el palacio real de Pedralbes y fue inaugurado entre piques verbales por el jefe del Gobierno español, Mariano Rajoy, y el presidente de la Generalitat, Artur Mas. Asistieron 29 ministros y siete altos cargos de la Unión Europea y de Jordania, Egipto, Marruecos, Túnez, Argelia, Palestina, Líbano e Israel. No fueron invitados debido a su situación interna ni Libia ni Siria, que completan el flanco sur de la Política Europea de Vecindad (PEV).
El ministro español de Exteriores y anfitrión del encuentro, José Manuel García-Margallo, enfatizó la importancia de combatir los problemas del terrorismo y de inmigración y defendió la necesidad de hacerlo desde la raíz del problema: el desarrollo económico. Margallo aprovechó el encuentro para publicitar la iniciativa española de crear un tribunal penal internacional especializado en los delitos terroristas, en el que confía poder incorporar a cuatro países clave que no reconocen la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional: China, Rusia, Estados Unidos e Israel.
De las discusiones han salido algunos anuncios concretos, como el que hizo la responsable de la diplomacia europea y vicepresidenta de la Comisión, Federica Mogherini, de que los ministros de Exteriores e Interior se reunirán para discutir la cuestión de la inmigración, aunque no puso ni fecha ni escenario. Precisamente ayer, según recordó, murieron nueve inmigrantes frente a las costas italianas.
Mogherini también manifestó su voluntad de que las reuniones a nivel de ministros de Exteriores entre la UE y los países del sur del Mediterráneo se sucedan con periodicidad anual. Aunque las desavenencias con Israel, que ayer fue el único país del sur mediterráneo que no envió un ministro de Exteriores sino un viceministro, explican sobre todo que haya pasado tanto tiempo desde la última vez.
En esta ocasión estaba sobre la mesa la reforma de la Política Europea de Vecindad —dotada de 15.400 millones de euros hasta 2020—, que no ha conseguido cuajar en los últimos años en un verdadero referente para acercar Europa a los países del Este y, sobre todo, a los del Sur del Mediterráneo. En parte por la diversidad de intereses que se dan entre los vecinos europeos, que choca con el carácter de bloque de esa política europea. Y en parte también por el empeño europeo, que parece ahora destinado a cambiar, en condicionarla al avance de la democracia en esos países.
Aunque el terrorismo, la seguridad, la inmigración y los asuntos económicos y comerciales ata-
ñen a todos los países del sur del Mediterráneo, cada uno los sitúa en un nivel distinto de prioridad. Mientras Marruecos, Túnez y Argelia buscan mejorar los intercambios comerciales, Jordania enfatiza que protege a 1,5 millones de refugiados sirios en sus fronteras, “una cifra que ningún país podría asumir”, aseguró ayer el ministro de Exteriores jordano, Nasser Judeh.
Egipto insiste, a su vez, en la necesidad de hacer frente “a través de la cooperación a las turbulencias que agitan el sur” por el agravamiento de la situación en Siria, Libia y Yemen. Pero no solo en materia de seguridad, si no a través de medidas “políticas, económicas y sociales” que eviten el reclutamiento de jóvenes en las filas del terrorismo yihadista. El intercambio de alta tecnología o de proyectos en educación son algunos de los intereses de Israel, además de la cooperación en la lucha contra el terrorismo.
Los palestinos apuntan, en cambio, a la necesidad de resolver el conflicto con Israel. “Nos encontramos en plena campaña de internacionalización, lo que incluye principalmente llamadas al reconocimiento de Palestina y a su ingreso en organismos internacionales. Nuestra participación, por ende, en la conferencia es de gran importancia para nosotros”, señalaron fuentes palestinas.
Pero en lo que sí coincidieron todos los vecinos mediterráneos es en la importancia de que las dos riberas se traten “como socios iguales”, según insistieron tanto el jordano Judeh como el ministro egipcio Sameh Shukry. Una relación que para Israel debe ser de “socios reales” y que Mogherini calificó de un trato “de igual a igual”.

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