“La tensión social que vivimos en Vitoria con los inmigrantes irá a peor cuando se acerquen las elecciones”
Ibeas, como pide el Papa a sus fieles, no permanece neutral ante los problemas. El secretario general de Cáritas habla claro sobre la realidad social de la ciudad.
Diario de noticias de Alava, , 12-04-2015Resta poco más de mes y medio para las elecciones. Haga balance. ¿Está Vitoria mejor o peor que hace cuatro años?
-Para responder a esa pregunta lo importante es saber cómo le ha ido a la gente de Vitoria que peor lo está pasando, y para ellos los últimos cuatro años no han sido buenos. Por responsabilidad de distintas personas y distintas instituciones, y también porque la economía tiene sus propias normas, pero Vitoria es una ciudad que ha pasado cuatro años muy complicados. Estamos con más de 27.000 parados y eso es un dato tremendo para una provincia de unos 300.000 habitantes. Además, tenemos una situación en la que hay demasiada tensión social en torno a la inmigración, una tensión fundamentalmente ficticia porque los datos no fundamentan que exista semejante tensión.
No parece que ese ambiente de tensión vaya a rebajarse ni un ápice a corto plazo.
-De hecho creo que vamos hacia un escenario en el que esa tensión social respecto a la inmigración se va a ir complicando según se acerque el 24 de mayo, fecha de las elecciones. Y eso no deja de ser triste, porque creo que Vitoria es una ciudad de convivencia, que con sus dificultades tiene un modelo social reconocido desde fuera de la ciudad. Debemos hacer un esfuerzo serio por no perder eso.
¿Entiende que el alcalde de Vitoria, Javier Maroto, y el PP alavés en general, jueguen la baza electoral de la inmigración?
-Cada uno tiene la libertad de plantear la sociedad que quiera a partir de los principios que quiera. Yo, personalmente, creo que esto es una cuestión en la que no debemos echar más gasolina al fuego. Sobre todo porque es un incendio absolutamente interesado y a nosotros, a los que trabajamos por una sociedad mejor, no nos interesa. Se están manejando propuestas que sólo sirven para construir sociedades peores, y eso es lo que tienen que evaluar los vitorianos. No tanto cómo me va a mí, sino cuál es el resultado y el escenario que puede surgir a consecuencia de esto.
También es una carta electoral muy peligrosa.
-Hace cuatro años estábamos con la mezquita de Zaramaga en plena campaña electoral. Ahora se reproduce, se busca un segmento de personas que tiene miedo al diferente, y ahí hay un nicho de votos. No nos olvidemos de que Vitoria es una ciudad muy plural que puede cambiar de Gobierno en el Ayuntamiento con muy pocos votos. Hasta ahora, que las nuevas formaciones pueden variar el arco, aquí ha habido fundamentalmente cuatro partidos que están en un nicho de 1.500 votos que decantan la balanza de las elecciones hacia un lado u otro. Pero que alguien pretenda construir una ciudad sobre argumentos que van a constituir una sociedad peor es algo que no me deja de sorprender.
El alcalde se siente muy ofendido cuando le tildan de racista.
-Yo le preguntaría por qué en julio de 2014 hace alusión a que marroquíes y argelinos actúan de una determinada manera y luego, en su última comparecencia en el Pleno municipal, afirma que eso no tiene nada que ver con el racismo. Son dos afirmaciones radicalmente distintas. Lo que ocurre es que, cuando los planteamientos no están claros, la gente confunde las cosas.
¿Ha hablado alguna vez con él para trasladarle estas cuestiones en persona?
-No, pero no lo he hecho porque yo no soy un político, aunque sí puedo plantear desde la perspectiva de Cáritas cuál es el modelo de sociedad que queremos, más inclusiva.
¿Le sorprendió la aparición en Vitoria de esvásticas con mensajes racistas en asociaciones de inmigrantes y medios de comunicación?
-Eso es una realidad que existe en todas partes. Es una reacción de personas que están mal y que tratan de desarrollar desde ahí su impotencia. A mí me preocupa más ayudar a la gente que ha encontrado en el racismo el refugio a su ira. Cada vez que me encuentro con alguien que critica el estado social que tenemos siempre termina diciendo conozco a alguien que se está llevando no sé cuánto dinero a casa, y en cambio mi hijo… ahí está el problema.
¿Y qué les dice a esas personas?
-Cuando alguien ve que otra persona tiene su necesidad cubierta y cree que la suya no lo está, se pregunta por qué, y la respuesta tiene que ser muy clara: porque no todo tiene que ser igual para todos. No es lo mismo no tener un sueldo que vivir por ejemplo de la renta de inmuebles que te puede dar mensualmente una cantidad suficiente de dinero para que las necesidades que el Estado tenga que cubrir en su caso sean menores.
Decía antes que los datos no apoyan esa tensión social que se vive en Vitoria con la inmigración.
-Hay un dato que hay que poner encima de la mesa, algo que hizo el Gobierno Vasco en sede parlamentaria hace unos meses. Estamos en una situación de fraude en las ayudas sociales de en torno al 0,3% sobre un montante global de 1.300 millones de euros. Si alguien puede corregir este dato que lo haga, y si no que calle, no para siempre, pero que calle. Lo que pasa es que algunos necesitan generar ruido.
Hace unos días 68 sacerdotes de Vitoria, casi la mitad de la diócesis, se posicionó en contra de la campaña de recogida de firmas contra la RGI impulsada por Javier Maroto. ¿Hicieron bien o debían haberse mantenido al margen?
-El evangelio no nos permite quedarnos al margen de las cuestiones que se mueven en la sociedad. El Papa Francisco dice que los cristianos no podemos ser neutrales, porque trabajamos a favor de los que peor están. Me parece bien que los sacerdotes hayan hecho su reflexión de esta forma, después de hablar con muchísima gente, incluida Cáritas. Su posición tiene dos elementos subrayables: uno, que no es en absoluto contraria a nadie. Y por otro lado, que es favorable a la parte más pobre de nuestra sociedad.
No me lanzo a la piscina si imagino que Ayudas Más Justas tampoco cuenta con su firma…
-Las propuestas de esa plataforma no solucionan ningún tipo de problema que tenga que ver con la justicia de las ayudas. No hay una sola medida que haga las ayudas más justas, lo que sí las hacen son más escasas. Una campaña por unas ayudas más justas la firmaría el 100% de la población, porque lo contrario es firmar por unas ayudas más injustas. Pero una vez leído el contenido de su propuesta hay una diferencia grande entre lo que se pide y lo que se propone. Nosotros no estamos en contra de que se hagan modificaciones en la RGI, y tenemos nuestra perspectiva de por dónde habría que avanzar, pero esa plataforma no es la respuesta a lo que nuestra sociedad necesita. No soluciona ningún problema y agrava los que ya tenemos.
Contaban los sacerdotes que a los feligreses de sus parroquias se les presiona para firmar a favor de esa campaña. ¿Ustedes también han recibido presiones de algún partido o institución?
-No, nosotros tenemos que agradecer, y esto si quiero decirlo con claridad, el no haber recibido ninguna presión para tomar una posición pública.
También ha tenido su ración de polémica la campaña Tolerancia cero, de la Diputación alavesa, a la que se ha acusado de fomentar estereotipos xenófobos. ¿Le gusta la campaña?
-No creo que sea una campaña excesivamente acertada a día de hoy en Vitoria porque creo que es excesivamente estereotipada. Más allá de las imágenes, que algunas son discutibles y más de una creo que no es acertada, a mí el eslogan no me gusta. La tolerancia cero es intolerancia. Otra cosa es qué podemos tolerar y qué no, y eso tiene mucho que ver con los marcos legales o penales. La tolerancia cero supone que aquello que se sale de mi espacio de confort se convierte en un problema. Los eslóganes a veces valen para un roto y un descosido, y eso de los buenos muy buenos y los malos muy malos sólo sirve para las películas de vaqueros.
¿Ha dejado Vitoria de ser una ciudad solidaria?
-La seña de identidad de Vitoria es que es una ciudad acogedora y eso no puede perderlo. Vitoria ha recibido a las personas que han ido llegando en distintas etapas durante los últimos años, con dificultades, porque nunca es fácil, pero generando un espacio en una ciudad humana.
¿Tanto que ha generado el famoso efecto llamada?
- Cuando oigo hablar del efecto llamada yo digo que lo que hay es un efecto huida. La gente huye de los lugares donde están peor, y aquí la gente vive mejor que en otros puntos del Estado. La gente escapa, a veces de zonas muy lejanas como África, Asia y América, para buscar una sociedad mejor. Huimos de lo que no nos gusta y buscamos un lugar que nos guste. Por eso para mí es un orgullo que en Vitoria tengamos la inmigración que tenemos. Eso demuestra que aquí merece la pena vivir. Hoy mismo he tenido una reunión con dos personas de nacionalidad pakistaní y su preocupación es conseguir que puedan tener contacto suficiente con la población autóctona para explicarles por qué han venido, qué hacen, cómo lo hacen…
¿Cada vez tienen más o menos problemas para integrarse?
-Aquí hay un elemento que nos debería hacer reflexionar a todos, y es que siempre dejamos las cuestiones que tienen que ver con lo multicultural en lo meramente folclórico. Los bailes regionales, la comida… Pero los problemas son vivenciales. Necesitamos espacios donde se pueda convivir, y convivir no es una exposición, es más complicado. Hay un montón de elementos novedosos que se han situado en el territorio alavés en un plazo muy corto de tiempo, en los últimos diez o quince años.
¿Qué le pide al nuevo gobierno municipal y foral que surgirá en un par de meses tras las elecciones?
-La prioridad del nuevo equipo de gobierno tienen que ser las 27.000 personas sin empleo, pero no sería bueno que confundiese eso con crear empleo para 27.000 personas. Tendrá que priorizar las partidas presupuestarias para separar lo fundamental de lo necesario. Ahí hay que tener en cuenta la dimensión presupuestaria, porque el dinero ayuda a que los derechos puedan ser efectivos. El modelo que tenemos se asemeja mucho al de los países más desarrollados de Europa, que en Euskadi supone una parte muy pequeña del Presupuesto y que está haciendo un servicio para la estabilidad social muy importante.
¿Y cómo ve la ciudad dejando lo social a un lado?
-Bueno, aquí cada uno somos un pequeño alcalde en funciones y tenemos nuestra visión de la ciudad. Creo por ejemplo que habría que dar más importancia a la cohesión de los barrios entre sí y con el centro, porque a este ritmo la gente de Zabalgana va a terminar diciendo que baja a Vitoria a tomar algo.
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