Luz para un drama ignorado
Canarias 7, , 06-04-2015
Pocas aspiraciones pueden ser más lícitas que disfrutar de una existencia feliz y digna. Desde que el hombre es hombre y el mundo es mundo, alcanzar este objetivo ha requerido de mucho esfuerzo y sufrimiento previo para buena parte de la población. Incluso, ha sido necesario abandonar el país de origen o de residencia estable para buscar mejor suerte en un enclave que, en apariencia, es mejor para llevar una vida satisfactoria.
En pleno siglo XXI, el exilio y la inmigración son dos cuestiones que siguen de actualidad en los cinco continentes. Más allá de las frías cifras y estadísticas, se trata de dramas vitales que en la mayoría de los casos se desarrollan sin que nos percatemos. Tragedias invisibles que se conocen únicamente cuando en una misma lúgubre jornada, el número de afectados o fallecidos es escandaloso y reclama su espacio en los principales medios de comunicación.
El teatro Cuyás de la capital grancanaria acoge los próximos días 10 y 11 de abril uno de los montajes escénicos más laureados de la pasada temporada en España, que también ha conseguido abrir los ojos de muchos espectadores ante este drama que algunos pensaban que se desarrolla muy lejos, pero que se encuentra a la vuelta de la esquina. Se trata del montaje Un trozo invisible de este mundo, protagonizado y escrito por Juan Diego Botto, una «pieza muy pequeñita con la que nunca imaginamos que tuviésemos tanto éxito», explica por teléfono desde Madrid su director Sergio Peris – Mencheta.
El actor Juan Diego Botto está en el punto de partida y de salida de este apasionante viaje hacia el lado oscuro de la sociedad contemporánea. «Partimos de una idea de Juan Diego Botto.
Se trata de unos textos que él había escrito a lo largo de su vida y que son muy autobiográficos. Su familia sabe lo que es el exilio. Me los hizo llegar en el verano de 2012 y me dijo que había visto mi montaje de Incrementum y que le gustaría que yo lo dirigiera, a pesar de que él mismo podía hacerlo o gente de su familia. Y como yo no sé decirle a Juan Diego que no… », explica entre risas Peris – Mencheta.
La chispa que generó que Botto decidiera llevar a la escena sus reflexiones sobre la inmigración se produjo cuando acudió a un funeral. «Un día, un periodista y abogado que se dedica a ayudar a los sin papeles le pidió que le acompañara al funeral de un inmigrante que falleció por una dolencia generada en un centro de internamiento. Cuando vio a la madre del fallecida abrazando el féretro, se le rompió el alma. Aquella experiencia es el punto de partida del único texto que Juan Diego Botto interpreta en solitario en el montaje. Es el texto que pone en común a los restantes», asegura el director y actor madrileño.
Un trozo invisible de este mundo se compone de una serie de monólogos en los que cinco personajes abordan distintas cuestiones relacionadas con este drama humano. Los interpretan el propio Juan Diego Botto y Astrid Jones. «No me veo capaz de interpretarlo. Juan Diego es quien lo ha vivido todo, en mayor o menor medida, y nadie lo puede hacer mejor que él. En ningún momento me planteé subirme a la escena», reconoce el actor y director de escena.
Destaca que Juan Diego Botto está excelso durante este montaje. «Es de las pocas veces en las que un actor dice lo que de verdad le apetece decir. Habla sobre el escenario de lo que le sale del alma. Se nota que hace el trabajo con mayor verdad de su carrera», añade sin ambages.
Asegura que el espectador del Cuyás se topará el próximo fin de semana con un montaje «que habla de cuestiones muy duras». «Pero tiene mucho humor, mucha metáfora, como es habitual en el teatro desde sus comienzos. La obra remueve al espectador, le llega, le hace reír y llorar y eso explica la gran respuesta del público y los premios cosechados [el montaje fue el gran triunfador de los premios Max, máximos galardones escénicos nacionales del pasado año]».
En la obra, avanza sin entrar en detalles, «el espectador tiene un papel muy importante, ya que hacemos una toma de tierra desde el principio».
Con este montaje fruto de la colaboración entre Producciones Cristina Rota y el Teatro Español, Sergio Peris – Mencheta y todo el equipo ha vivido una situación muy poco común: «Nunca he visto hasta ahora que, en todas las funciones, los espectadores se pongan en pie al finalizar la función y que muchos estén llorando de emoción. En el Lliure, con todo lleno, se repetía cada noche, para nuestro asombro».
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