El yihadismo parasita la desigualdad de Melilla
La ciudad autónoma es considerada un semillero de combatientes que parten a Irak o Siria. Con un 30% de paro y altos índices de fracaso escolar, la exclusión social se convierte en el mejor aliado del integrismo en un enclave estratégico al norte de África
Público, , 04-04-2015MELILLA. – “El Estado Islámico es en camino”. La frase va escrita en un mural sobre fondo azul celeste en una de las calles principales de la Cañada de Hidum, en Melilla. Es, con diferencia, el barrio más pobre de la ciudad, con altas tasas de desempleo y un fracaso escolar casi pleno. Lo demuestra la conjugación del verbo en esa amenazante pintada y también los esqueletos de casas a medio terminar o el trazado angosto y laberíntico de sus callejuelas, delimitadas al azar por una construcción ilegal y desordenada. Fue el resultado de la ampliación del campamento de regulares marroquíes a los que Franco dio permiso para instalarse a cambio de que los moros invadieran la España republicana. Pocos son los vecinos de otros distritos que caminan entre ese mosaico de colores vivos que reflejan las fachadas. La delincuencia es la otra cara de la moneda de una desigualdad y pobreza crónicas en este suburbio de aplastante mayoría musulmana, aunque de nacionalidad española desde hace pocas generaciones. Pero no son los robos o el tráfico de drogas lo que más preocupa a sus habitantes. Las últimas operaciones de la Policía y la Guardia Civil contra supuestas redes de captación de yihadistas en Melilla han tenido como escenario la cañada Hidum o las barriadas colindantes, El Cuerno y las 400 viviendas.Todo gira en torno a “la mezquita blanca” o “de los afganos”, cuya pared sin ornamento alguno es de un color anaranjado, pese a su sobrenombre. Al Salam (la paz) es el apelativo oficial de este lugar de rezo para los musulmanes más ortodoxos, los que portan una barba muy poblada, sin bigote y vistiendo túnica. Practican el wahhabismo, una corriente suní del siglo XVIII muy rigorista en la aplicación de la Sharia (ley islámica) y patrocinada por la monarquía saudí. No puede acceder a ella nadie que no pertenezca a su comunidad, y mucho menos, la prensa. Los últimos reportajes televisivos sobre el yihadismo en Ceuta y Melilla han crispado los ánimos y han generado gran temor a dar la cara. Desde la reforma de la ley antiterrorista del pasado año, cualquiera podría ser detenido por una frase sacada de contexto, y más aún con la vigilancia policial a la que esta mezquita se ve sometida frente a las otras 13 de la ciudad autónoma.
“Nadie, ni un solo habitante de Melilla se ha ido a combatir a Siria
“Nadie, ni un solo habitante de Melilla se ha ido a combatir a Siria. Únicamente hay una persona en paradero desconocido, y su hermano fue arrestado en la última redada”, puntualiza Mohamed Busian, abogado de cuatro de los siete detenidos en una operación conjunta en Marruecos, Málaga y la ciudad autónoma. Aún están en cárcel acusados de trabajar en una red de captación de combatientes para al califato proclamado en Siria y norte de Irak por Abu Bakr al Baghadadi. Las palabras de Busian chocan frontalmente con la información del Ministerio del Interior, con los datos del Real Instituto El Cano o los del Consejo Asesor de Seguridad Exterior de Estados Unidos (OSAC), que sitúan un importante foco de exportación de combatientes en Melilla y Ceuta. El letrado niega las acusaciones, critica un derecho penal “a la carta o de autor”, acciones demasiado preventivas que llevan a prisión a gente “inofensiva”.Visible radicalizaciónBusian no niega que una parte de la población musulmana de Melilla se haya “radicalizado”, al menos en términos religiosos. La ciudad es la tercera de Europa con más paro, un 30% según Eurostat, y “de los parados, el 99% son musulmanes, sobre todo jóvenes”, sin estudios, sin expectativas y, en el caso de la Cañada, con dos opciones que pivotan entre ser un “agua” de los que vigila las esquinas para los traficantes o pasar el día en la mezquita, a falta de otros espacios. “Lo que hay aquí es paro, exclusión social, pobreza, fracaso escolar…”, dice, todo un caldo de cultivo para la ortodoxia islámica.En eso coincide con el informe del Instituto El Cano de 2014, que aseguraba que “la radicalización ha prendido entre sus comunidades musulmanas si atendemos a indicadores como la presencia de residentes en escenarios de yihad o la de células yihadistas dedicados a su reclutamiento”. Pero también se deja ver en el día a día.
De unos años a esta parte, los melillenses –musulmanes o no– se cruzan en la calle con no pocas mujeres de las que sólo pueden ver los ojos. El Niqab, al que se añaden guantes, desfila por las barriadas deprimidas tanto como las barbas y túnicas que, no hace tanto, fumaban hachís, bebían cerveza e iban a las discotecas. Una especie de “moda afgana” que está sorprendiendo a todos en una ciudad con mayoría musulmana. “Aquí siempre ha existido el Islam, pero no esta rama”, destaca Samir Tieb, portavoz de la Comisión Islámica de Melilla, una agrupación de varias organizaciones religiosas locales. El no puede “negar que haya elementos incontrolados” que acaben empuñando un arma en Siria, pero también apunta con precisión: “Son jóvenes sin trabajo, sin cultura, que leen un librito y ven algún vídeo en Internet y ya creen que entienden el Islam”.
“Son jóvenes sin trabajo, sin cultura, que leen un librito y ven algún vídeo en Internet y ya creen que entienden el Islam”
Marginación y pobreza son palabras que también salen de la boca de Tieb: “Esto no tiene nada que ver con el Islam”, afirma, sino con un “apartheid contra la población musulmana”. Y es que la concepción colonial de este enclave nunca dejó de existir. Desde que en 1986 la población española clamara en la calle contra el decreto que concedía la nacionalidad a sus vecinos musulmanes, éstos no han dejado de proliferar. El problema es que el pastel económico sigue siendo el mismo, y se reparte desde Madrid, no desde Rabat.El Instituto El Cano asegura que el demográfico es otro gran riesgo a medio plazo que acabará originando un “conflicto político”. Las elecciones de 1995 dieron representación electoral por primera vez a partidos musulmanes en Ceuta y en Melilla. La población española se defiende del avance apoyando al PP, pero Coalición Por Melilla continúa aumentado, de tal forma que “la fragmentación étnica del voto constituye un factor añadido al riesgo de fractura social a medio plazo”, recoge el informe. El escenario coincide bastante con el que dibuja Mohamed Busian, el abogado de los supuestos yihadistas.Para él, estas operaciones policiales forman parte de una “campaña de criminalización” para evitar que “una mayoría que ya es social se convierta en mayoría política”. Sin embargo, resulta paradójico que la parte de la población que, supuestamente, es criminalizada sea la que permita al PP seguir gobernando la ciudad autónoma. El partido de Imbroda obtiene mayorías en barrios de población musulmana por la alta abstención de éstos, ya que según la doctrina wahhabita, votar –como beber alcohol o fumar– es haram (pecado).Todos los datos son ciertos, pero también lo es que Melilla es una pequeña isla en Marruecos, un país del que han salido entre 1.500 y 2.000 ‘caballeros’ del Estado Islámico. En la ciudad de Nador, a sólo 12 kilómetros de la ciudad autónoma, ha exportado alrededor de 500. La población joven no tiene más alternativa que el paro o enfrentarse a la Policía cuando su barrio queda fuera de un plan de empleo con subsidios. Paro, pobreza, analfabetismo, restos de colonialismo y, recientemente, yihadismo. Esa es la simbiosis de la Melilla del siglo XXI.
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