«Hacer algo por los demás te ayuda a superarte»
Karmentxu Oronoz, que lleva veinte años impartiendo talleres de costura de forma altruista, recibe hoy el Premio Argoiak
Diario Vasco, , 15-03-2015Cuenta Karmentxu Oronoz que cuando supo que este año se le iba a conceder el premio Argoiak «fue una alegría, pero a la vez me daba un poco de vergüenza… ¡Si yo ya recibo tanto con lo que hago, que me da la sensación de que siempre me estoy llevando premios!». Lo que Karmentxu Oronoz hace es impartir talleres de corte y confección a las presas de Martutene, en Cáritas, también en la Asociación Argoiak… Pero en realidad, son mucho más que talleres de costura: eso queda claro en la pasión con la que habla de su labor y de las mujeres , «y también algún hombre» que asisten a sus clases.
Karmentxu Oronoz nació en Hondarribia y vino a Irun cuando se casó, a los 29 años. «De chavala estudié un secretariado, pero me tuve que quedar en casa porque allí hacía falta. Éramos bastantes hermanos, y antes era costumbre que una de las hijas se quedara en casa echando una mano a la madre. Yo había aprendido mecanografía, taquigrafía, contabilidad… Pero precisamente porque me quedé a trabajar en casa, también empecé a ir por las tardes a estudiar corte y confección y me saqué el título. Luego, todo fue surgiendo».
Y surgió precisamente por aquello que da tanto valor a la labor de Karmentxu Oronoz: «me llamaba el ayudar, el hacer algo desinteresadamente. Si tú lo buscas, la vida te da las ocasiones y van surgiendo oportunidades». Esa es una idea que Karmentxu intenta transmitir en sus talleres, el dar a sus alumnas «la oportunidad de que ellas también hagan algo por los demás».
«Una forma de integración»
Su andadura comenzó colaborando con Cáritas en la parroquia de Behobia, donde impartió sus primeros talleres de costura gratuitos: «empezamos trabajando con telas que nadie quería. Hacíamos colchas, vestidos, baberos…». Y siguen en ello. Karmentxu Oronoz invita a este grupo de Behobia «a todas las mujeres inmigrantes que quieran venir. Se crean amistades muy buenas y es una forma de integración, de transmitirles que son una más. Muchas han aprendido a coser y ahora tienen su propia máquina». Porque Karmentxu, además, repara máquinas de coser: «es algo que me encanta. Cuando termino de arreglarlas, se las doy».
Además del que imparte en Argoiak, Karmentxu ofrece talleres también a las presas de Martutene: «esta misma semana he estado en la cárcel con chicas recién llegadas, jóvenes, estaban tristes. Con el taller les das la oportunidad de olvidarse de todo durante un ratito, les animas… Y no sabes cómo te lo agradecen, con una alegría». Karmentxu habla con verdadero cariño de sus alumnas: «con lo que están pasando… La verdad es que ponen mucho de su parte».
Al preguntarle por los talleres que imparte en la Asociación Argoiak, la sonrisa nace espontánea: «mira, mira, mira… Tengo en el grupo a profesoras, enfermeras, oficinistas, madres… ¡Una gente estupenda! Es que nos queremos un montón. Somos mujeres distintas, pero nos une la costura. Todas dicen que les relaja mucho, se cogen esas dos horitas y salen más contentas».
Colaboración con ONGs
¿Y qué pasa con las prendas que elaboran en los talleres? «Las mandamos a África a través de ONGs, o las llevo yo cuando voy a Marruecos». Karmentxu Oronoz empezó colaborando con la ONG Txingudi Vida, y ahora lo hace también con Behar Bidasoa: a través de estas entidades, hace llegar a países africanos las prendas que se confeccionan en sus talleres. Subraya el valor que tiene esto, el destinar lo elaborado a fines solidarios, también para las participantes de los talleres: «hay que darles la oportunidad de hacer algo por los demás. Todos somos más felices así».
Ella lo tiene claro: «hacer algo por los demás te hace superarte a ti misma. Muchas veces estás cansada, te duele la espalda… Te apetecería quedarte en casa, pero piensas en los demás y vas a por ello. Te superas. Y además, haces que el mundo sea más agradable para todos».
Karmentxu Oronoz reivindica también la necesidad de llevar una vida activa y en la que no falten las relaciones sociales: «hay gente que, aunque mayor, está muy bien y puede seguir haciendo cosas. Algunos están muy solos, y encontrarse al menos una vez a la semana con un grupo les puede aportar mucho».
Ella es el mejor ejemplo de que no hay que perder las ganas de seguir aprendiendo: «hablo árabe», confiesa. «En mi primer viaje a Marruecos, hace nueve años, sentí que tenía que aprenderlo, que algo me impulsaba a ello. Me decían que por qué no probaba mejor con el inglés. Pues porque lo que yo quería era aprender árabe…». A día de hoy, «escribo, leo y hasta canto» en este idioma.
Hoy a mediodía recibe el premio Argoiak, un galardón que concede la asociación en el marco del Día Internacional de la Mujer. «Para mí es natural el ir aprendiendo cada vez más y ser autónoma, no tener que depender de nadie. Siempre les digo a las chicas que tienen que ser capaces, autónomas. No hay por qué estar pidiendo favores, tenemos capacidad de aprender. Y nada de hacerse las víctimas», afirma.
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