EL ORIGEN DE LA NACIÓN... NEGRA

Martin Luther King y su indomable lucha por los derechos civiles. Eso es ‘Selma’, película que se estrena este viernes y que evoca los sangrientos disturbios de hace 50 años. EL MUNDO conversó con la directora y el protagonista

El Mundo, POR CARLOS FRESNEDA, 04-03-2015

Tres veces, tres, tembló el puente
metálico de Edmund Pettus. La primera
fue cuando John Lewis y Hosea
Williams, al frente de una marcha
de 600 ciudadanos negros, fueron
arrollados por la policía
montada del sheriff Jim Clark en lo
que pasó a la historia como el Bloody
Sunday. Dos días después, Martin
Luther King se puso al frente de
la comitiva, se arrodilló a rezar en
mitad del puente y Dios le dijo que
dieran la vuelta, que aquello olía a
encerrona. El tercer intento fue el
definitivo, y esta vez fueron miles los
manifestantes que cruzaron el puente
sobre las aguas turbulentas del
sur, reclamando algo tan elemental
como el derecho a votar.
Alabama, 1965. La directora Ava
DuVernay aún no había nacido, pero
su padrastro vivía a medio camino
entre Selma y Montgomery
(Hayneville). Ella misma pasó allí
varios veranos, escuchando la historia
del famoso puente en boca de
su tía, Denise Sexton, la misma que
la introdujo al fascinante mundo
del cine…
«Selma ha sido siempre para los
afroamericanos un nombre de resonancias
míticas porque allí se libró
una de las grandes batallas de los
derechos civiles», recuerda Ava Du-
Vernay. «Yo diría que fue uno de los
tres grandes momentos, junto a la
decisión de Rosa Parks de no ceder
su asiento en el autobús segregado
de Montgomery y el famoso discurso
en Washington (He tenido un sueño)
de Martin Luther King».
A punto de cumplirse 50 años de
la primera marcha en el puente sobre
el río Alabama, el auténtico detonante
que impulsó a Ava DuVernay
a dirigir Selma fue sin embargo
algo así de obvio: «Nunca ha habido
una película con Martin Luther King
en el papel central. Los grandes estudios
han sido siempre reacios a
cederle el papel de protagonista.
Creo que ya iba siendo hora de hacer
un filme a su altura».
La larga travesía de Selma, la película,
fue en realidad una carrera de
obstáculos de principio a fin. Siete
años tardó en cuajar el proyecto tras
pasar de mano en mano por varios
directores (Spike Lee, entre ellos).
Al final fue el actor británico David
Oyelowo (descartado en el primer
casting) quien se hizo con el papel
del Doctor King y quien eligió por su
cuenta y riesgo no a un director, sino
a una directora –«joven, poco experimentada
pero muy especial»– a
cuyas órdenes había trabajado en
un filme independiente, Middle of
Nowhere.
«La industria suele funcionar al revés,
pero en este caso fue el actor
quien convenció a los productores y
eligió a la directora», reconoce Ava
DuVernay. «Siempre le estaré agradecido
a David por la confianza que
puso en mí. Fue como si el destino
hubiera conjurado a mi favor para
darme esta oportunidad», añade.
DuVernay, 42 años, nacida en Los
Ángeles y curtida como periodista y
publicista en Hollywood antes de
dar el salto a la cámara, volvió a los
paisajes de su infancia en el profundo
sur aún segregado, con el fantasma
del ex gobernador George Wallace
enarbolando la bandera confederada…
«Alabama vivía en un estado de
terror respaldado por el estado. En
Selma, tan sólo 130 de los 15.000 habitantes
negros estaban registrados
para votar porque la intimidación y
la agresión eran el pan de cada día.
El miedo era palpable en cada esquina.
La policía imponía la brutalidad
en la calle. Los supremacistas blancos
ponían bombas por doquier».
Selma arranca precisamente con
un grupo de niñas correteando por
las escaleras de una iglesia en Birmingham.
La explosión nos pilla por
sorpresa y nos sumerge en el silencio
sangrante del horror. La situación
de fondo salta a la vista con una
violencia inusitada. Y Martin Luther
King emerge entre los rescoldos de
la tragedia pidiendo calma a la población,
pero lanzando su dedo inquisidor
contra el presidente Lyndon
B. Johnson: «La gente está muriendo en la calle por esto. La gente
está siendo castigada por su necesidad
de participar en el proceso político.
No podemos esperar».
Sobre la relación especial entre
King y Johnson en la película se ha
escrito mucho. A DuVernay le han
acusado de tergiversar la historia
por insinuar que el presidente se
negó durante meses a acceder a las
peticiones del predicador. Pero la directora
de Selma tiene de su lado al
diputado Andrew Young, testigo excepcional
de aquel pulso histórico.
«En el filme queda claro que la
discrepancia con Johnson no era sobre
la necesidad sino sobre la urgencia
de la ley del derecho al voto», se
defiende Ava DuVernay. «Johnson
estaba acuciado por la guerra del
Vietnam y había impulsado ya la ley
de derechos civiles. El Doctor King
le hizo saber que no era suficiente y
tensó la cuerda».
Washington, ya lo sabemos, vigilaba
tenazmente los pasos del líder
negro. No se fiaban de su papel de
apóstol de la no violencia. Temían
que en cualquier momento pudiera
encender la chispa de la insurrección.
El FBI elaboró informes diarios
sobre sus idas y venidas, y ese rastreo
indeleble (tecleado sobre la
marcha en una vieja máquina de escribir)
nos va informando de las sospechosas
actividades de MLK.
Asegura la directora que Selma
ha intentado ser sobre todo fiel a «la
verdad», aunque no siempre a los
«hechos». «Para empezar, tuvimos
que alterar los discursos del Doctor
King porque los derechos sobre los
originales los tiene
Steven Spielberg.
Hemos respetado al
máximo su espíritu
y la secuencia de lo
ocurrido, pero sin
calcular hasta el último
detalle».
DuVernay huyó
en todo caso del
concepto de «drama
histórico» y puso todo el empeño
en que la película –rodada en la
Selma actual- «tuviera un aire de
verosimilitud e inmediatez, que
fuera relevante para la gente de
nuestra generación». Poco después
de terminar el rodaje, estallaron los
disturbios de Ferguson, seguidos
por las protestas por la brutalidad
policial en Nueva York… «No fue
ni mucho menos un cálculo premeditado.
Lo ocurrido en este último
año nos demuestra en cualquier
caso que aún nos quedan muchos
puentes por cruzar».
Sostiene DuVernay que otro de
sus propósitos irrenunciables con
Selma fue bajar a Martin Luther
King del pedestal: «Me interesaba
reflejar al líder, pero también al
hombre que fuma y bebe, sus dudas
internas, la extraordinaria presión
que tuvo que soportar. Puse
mucho empeño en poner en primer
plano a su mujer, Coretta (Carmen
Ejogo), que también fue una destacada
activista»
Las mujeres negras tuvieron un
papel primordial en la batalla de
Selma, y de toda ellas hubo una
que acaparó especialmente los titulares:
Annie Lee Cooper, que propició
un certero gancho derecha y derribó
al sheriff Jim Clark ante los
ojos estupefactos del propio MLK.
La presentadora y actriz Oprha
Winfrey decidió no sólo interpretar
a Annie Lee Cooper, sino embarcarse
en el proyecto en cuerpo y alma,
algo que siempre agradecerá Ava
DuVernay: «Ophra es
una fuerza de la naturaleza.
Nos contagió a
todos y a todas su espíritu
combativo».
Con Selma, DuVernay
entró por la puerta
grande de la Casa
Blanca, agasajada por
Barack y Michelle Obama
en una noche que
nunca olvidará: «A veces tengo que
pellizcarme para creérmelo: una directora
negra presentando la película
sobre el Doctor King al primer
presidente negro en la historia de
Estados Unidos… Si pensamos
que en 1915 se proyectó en la Casa
Blanca El nacimiento de una nación
(de D. W. Griffith), posiblemente
la película más racista de la
historia, nos daremos cuenta de todo
lo que hemos avanzado».

LA PRIMERA ANTES DE LA PRIMERA

¿Alguna vez se ha preguntado por qué hay tan pocas películas
de y sobre Martin Luther King? ‘Selma’ es, de hecho, la que va
antes de la primera. Y no pongan esa cara. En efecto, el honor
de ser la cinta original es de Spielberg y, atentos, aún está por
hacer. ¿Cómo se quedan? Fue en mayo de 2009 cuando los tres
celosísimos hijos del predicador autorizaban al director de
‘Amistad’ a que se pusiera manos a la obra. Poco se supo de los
detalles del acuerdo que llevó a los herederos a permitir el uso y
explotación de todos los escritos, discursos e imágenes que aún
conservan el ‘copyright’. Lo único que trascendió es cómo se
sentía el más que probable director, entonces hasta arriba de
deudas como consecuencia de la separación de su empresa
Dreamworks de la casa madre Universal. Según el comunicado
oficial, el cineasta se mostraba esperanzado en que «el impacto
de la vida del Dr. King pueda traer al presente una historia de un
incuestionable poder del que nos sintamos todos orgullosos».
Bien, pero ¿cuánto? Hasta la firma del contrato se sabía que
Bernice, Dexter y Martin Jr. habían conseguido que tanto el
periódico ‘USA Today’ como la televisión CBS pagaran por emitir
sin el debido permiso el célebre discurso ‘I have a Dream’. No
contentos con ello, y para escándalo de piadosos, se conoció
que también habían cobrado (más de medio millón de dólares)
por la utilización de la imagen de su padre en (atentos) el
memorial de (efectivamente) de éste. ‘Selma’, así las cosas, y
como ha reconocido la propia directora, se ha tenido que
escribir al margen de los discursos originales demasiado caros.
Ahora sólo falta esperar a la primera película de Luther King
después de ‘Selma’, la primera. LUIS MARTÍNEZ

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