Los inmigrantes del Gurugú sobreviven a las redadas de la Policía de Marruecos

Cientos de subsaharianos se ocultan en las cercanías de Melilla para evitar ser deportados por las fuerzas de seguridad de Rabat

Diario Vasco, j. blasco de avellaneda , 21-02-2015

«No nos podemos marchar de aquí. Este bosque es nuestro único hogar desde hace dos años, es nuestra última esperanza». La frase, en un tono desesperado, es de Alpha, un joven de Guinea – Conakry que se resiste a abandonar los asentamientos del monte Gurugú a pesar de la expeditiva redada que el pasado martes llevaron a cabo las fuerzas de seguridad marroquíes en este extinto volcán vecino a Melilla. La pequeña comunidad de la que forma parte Alpha es la que, hasta el momento, menos ha sufrido el azote policial.

La mayoría de sus tiendas de campaña se mantiene en pie y en torno a ellas se agrupan unos 200 de sus compatriotas, de los cerca de 350 subsaharianos que han logrado esquivar la presencia de las fuerzas auxiliares de Rabat. Además de ellos, explica Alpha, decenas de compañeros suyos permanecen aún escondidos o se han desplazado a la ciudad de Nador para evitar ser deportados a sus países de origen.

En la visita al Gurugú tras la incursión de la policía marroquí a simple vista no se aprecian grandes destrozos. La mayoría de tiendas siguen intactas. Incluso se observa el ajetreo de la vida en el bosque donde al menos arden una veintena de fuegos sobre los que calientan recipientes con arroz y patatas. Los jóvenes que aguardan una oportunidad para entrar en Europa se reparten las tareas cotidianas; mientras unos cargan agua, otros levantan las tiendas que fueron destruidas en la incursión. Hasta hay tiempo para que Malí rete a Guinea a un partido de fútbol que acaban ganando los segundos por goleada.

Babá, uno de los jefes malienses de esta comunidad en el Gurugú, se lamenta de tener que vivir en la miseria. También de que la única forma que encuentren los gobiernos de acabar con su situación sea el uso de la fuerza. Aun así, no pierde la esperanza. Babá asegura que él y sus compatriotas permanecerán escondidos en el campamento hasta que encuentren la oportunidad de entrar en Melilla. La de Malí, con un centenar de miembros, es la segunda comunidad más numerosa tras las últimas redadas. Los nacionales de este país tuvieron suerte porque cuando llegaron las fuerzas marroquíes no estaban en el Gurugú. Habían sido trasladados a Fez después de ser capturados tras el intento de entrada a Melilla del 1 de febrero, por lo que a la mayoría la acción policial les cogió de regreso al monte.

El Gobierno de Marruecos anunció el lunes a las 19.00 horas que los doce campamentos de inmigrantes que se extienden por la provincia de Nador iban a ser desmantelados como culminación del proceso de regularización de extranjeros que el reino alauí comenzó en septiembre de 2013, y con el que pretendía acabar con estas concentraciones de inmigrantes siempre de acuerdo a un estricto cumplimiento de la ley.

Sólo el Gurugú sufrió el asedio de las fuerzas marroquíes en un primer momento. Marruecos aprovechó que la noche del 10 de febrero más de 600 inmigrantes, la mitad de los pobladores del monte, protagonizaron un intento de entrada a Melilla para capturarles y deportarles. La mayoría eran de Camerún, la comunidad que ha salido peor parada de ese fatídico día.

El turno del resto de campamentos de Nador llegó en la madrugada del viernes. Esos asentamientos albergaban más de un millar de subsaharianos, hombres, mujeres y niños, principalmente nigerianos, guineanos y marfileños que, en su mayoría, han sido trasladados lejos de la frontera con Melilla.

«Ha sido un duro golpe», reconocen los inmigrantes de distintas nacionalidades que permanecen en el Gurugú mientras fabrican ganchos metálicos que usarán para escalar el vallado fronterizo. No obstante, para ellos no deja de ser una redada más, otra paliza de las muchas que han recibido en su camino hacia Europa. Aunque de menor magnitud que la del martes, las redadas en el monte son semanales e incluso llegan a sucederse a diario en julio y agosto.

«No volváis aquí»

Según narra Ibrahim, un maliense curtido que sobrepasa la treintena, cada vez que se lleva a cabo un salto a la valla se producen traslados de inmigrantes a zonas alejadas del Gurugú y redadas en los campamentos. Muchas veces los propios saltos son consecuencia de redadas nocturnas: «Llegan de madrugada, nos levantan a golpes y nos amenazan. Nos dicen que tenemos que abandonar el campamento ya sea hacia Melilla o hacia el sur, pero, eso sí, que no volvamos».

La única obsesión de los inmigrantes del Gurugú es entrar a Melilla. Mientras lo consiguen, suplican por que se respeten sus derechos. Claman también por que se encuentre una solución al hambre y la miseria de sus países, las razones, recuerdan, que les obligan a peregrinar miles de kilómetros.

Los habitantes del Gurugú y los otros campamentos de Nador son conscientes de que Marruecos seguirá golpeando y deportando subsaharianos de la misma forma que ellos permanecerán allí, en el monte a la espera de su oportunidad.

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