Misma sangre, votos opuestos en los extremos
Hermanos y seguidores de la izquierda radical yde los neonazis encarnan la polarización griega
El Mundo, , 22-01-2015Son hijos de los mismos padres, crecieron juntos, ambos sufren en sus carnes los estragos de la crisis y despotrican contra los partidos que durante décadas han dominado la política helena; a coro arremeten contra las durísimas medidas de austeridad impuestas en el país en los últimos cinco años… Pero ahí terminan las similitudes entre Dimitri y Kosta Kasidis. El domingo estos dos hermanos votarán a partidos diametralmente opuestos en las elecciones generales que se celebrarán en Grecia.
El mayor, Dimitri, de 40 años, meterá en su sobre la papeleta correspondiente a Syriza, el partido de izquierda radical que rechaza las medidas de rigor implementadas en Grecia y al que todas las encuestas dan la victoria, a la espera de saber si consigue o no la mayoría absoluta.
Kosta, de 36 años, también optará por una formación antiausteridad, pero en las antípodas de la de su hermano: votará por Amanecer Dorado, el partido ultranacionalista griego de tintes neonazis. Son el paradigma de una Grecia a la que la crisis ha hecho cada vez más extrema.
«Los que nos gobiernan nos han llevado a la ruina. Espero que Syriza, cuando gane, cumpla al pie de la letra lo que nos ha prometido. Y si nos echan del euro me da igual. Si uno no tiene dinero poco importa que sea pobre en euros o en dracmas», asegura Dimitri, profesor de religión que nunca ha llegado a ejercer como tal y que ahora está en paro. Trabajaba como controlador en una compañía de electricidad por 900 euros al mes, pero las sucesivas reducciones salariales le acabaron dejando la nómina en 350 euros.
Y al final le pusieron de patitas en la calle. Encontró un nuevo trabajo, pero lo dejó en septiembre: «Me dijeron que me bajaban el sueldo a 270 euros al mes, teniendo que pagarme de mi bolsillo los gastos de desplazamiento para hacer los controles. Dije que no, pero de los 11 empleados que éramos ocho aceptaron, lo que indica el nivel de desesperación al que hemos llegado», lamenta Dimitri, que está haciendo un máster en Teología en la Universidad de Atenas con la esperanza de hallar trabajo. «Fuera de Grecia, por supuesto. Aquí es imposible», afirma.
Mientras habla Dimitri, su hermano Kosta le mira burlón. «Estoy de acuerdo con Dimitri en que esto es una catástrofe, pero no creo que Syriza sea para nada la solución. Syriza es una formación repleta de políticos que vienen de los partidos tradicionales que nos han llevado a esta hecatombe: ex comunistas, ex miembros del Pasok (el partido socialista griego)… Syriza es parte del sistema. Los únicos verdaderamente fuera del sistema son los de Amanecer Dorado. Además, me gusta su programa: se han comprometido a someter a referéndum las medidas de austeridad impuestas por la Troika (léase Comisión, FMI y BCE), a cancelar la enorme parte de la deuda griega ilegítima y a que los responsables del desastre vayan a juicio. Por eso les voy a votar», sostiene.
El hecho de que el presidente de Amanecer Dorado, Nikos Michaloliakos, y otros ocho diputados de ese partido estén desde hace 17 meses en la cárcel, acusados de pertenecer a una organización criminal, no ha hecho mella en la intención de voto de Kosta. Al contrario: «Les han metido en prisión por motivos políticos, por negarse a traicionar sus ideas. No hay pruebas contra ellos».
Kosta también es capaz de hacer la vista gorda ante el discurso xenófobo de Amanecer Dorado. «No tenemos nada contra los inmigrantes legales. Pero lo que no es tolerable es que haya dos millones de inmigrantes ilegales, que toda esa gente no pague impuestos y se beneficie de nuestro sistema y muchos tengan asistencia médica mientras yo no la tengo. Grecia tiene que ocuparse en primer lugar de los griegos», asegura este hombre que hace nueve años abrió un bar que hasta 2009 funcionaba bien. «Cada vez hacíamos menos y menos caja, muchos de nuestros clientes ya no tenían ni para un café», sentencia. Asfixiado por las deudas, hace unos meses echó el cierre y se fue a vivir con su madre a hora y media en coche de Atenas.
Kostas y Dimitri comparten sobre todo una cosa: la desesperación.
(Puede haber caducado)