Ellos también son Charlie

Así han vivido tres musulmanes residentes en Málaga los días posteriores al ataque Mahamane, Ahmed y Karima llevan una semana recordando que Islam e integrismo «no son lo mismo». «Nos estamos comiendo el marrón de otros», se quejan

Diario Sur, Ana Pérez-Bryan, 19-01-2015

Cuando el pasado 7 de enero Karima llegó a su casa después de una agotadora jornada de trabajo no pudo evitar extrañarse de la cantidad de mensajes que le esperaban en su cuenta de Facebook. No era su cumpleaños, su jornada cotidiana había transcurrido sin sobresaltos y tampoco recordaba que hubiera sucedido nada excepcional en su labor como doctora en Derecho y presidenta de la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes . Quizás pasó por alto que justo doce horas antes, en París, dos radicales habían firmado en nombre de Alá una de los peores ataques terroristas de los últimos años, y que todos aquellos mensajes de Facebook sus amigos y conocidos le pedían, como musulmana, una reflexión sobre el asunto.

eso de mí, pero yo no tenía nada que decir, no había desarrollado ninguna opinión. Como a la gente normal, me parecía una atrocidad». Karima Ouald Ali tira de una lógica aplastante cuando subraya eso de la «gente normal». De la musulmana, de la católica o de la judía. Qué más da. Entrar en un periódico o en un supermercado y llevarse a un puñado de inocentes por delante no tiene nada que ver con la religión.

Yo tuve que irme de mi país por la guerra. Por el terrorismo integrista», lamenta Mahamane

Así al menos debería de ser. Pero Karima y Ahmed Khalifa, compañero en la asociación y marroquí como ella, llevan justo una semana atando los cabos de una red que se llena de nudos que asfixian cuando se mezcla cultura, religión, tradición y fanatismo. El problema es la etiqueta. Los puntos suspensivos a la frase «hay que ver lo que se ha liado en París….» como si todo constituyera la misma realidad y que personas como Karima o Ahmed formaran parte de ella. Como si ellos no fueran Charlie. Y sí lo son. También lo es Mahamane Yattara, nacido en Mali hace 47 años y desde hace dos residente en Málaga. Él sabe bien lo que es mezclar todos esos términos hasta que el cóctel se vuelve explosivo. «Yo tuve que irme de mi país por la guerra. Por el terrorismo integrista», dice con amargura.

Atrás dejó a sus hijos, pero no el convencimiento profundo, como musulmán practicante, «de que Mahoma no quiere que se mate por él». «¿Qué dios va a querer algo así?», se pregunta Mahamane, también convertido en estos días en el protagonista involuntario de los corrillos de su entorno. Admite que no ha tenido problemas por los atentados recientes de París bastante tiene con salir adelante y con resolver sus problemas con los papeles, pero sí aprecia cierta reserva en los detalles cotidianos. «¡Pues claro que se nota!», zanja Karima, a quien no le asusta poner nombre a las cosas por muy gruesas que pinten: «¿Qué si he notado que hay más islamofobia desde el ataque? Por supuesto que sí».

Mahamane Yattara, 47 años. De Mali
Ellos también son Charlie

Mahoma no quiere que se mate por él. ¿Qué dios va a querer algo así?»

Amenazas en las mezquitas

Tras su denuncia no hay sensaciones difusas ni intuiciones. Al contrario, pone sobre la mesa unas fotos tomadas hace apenas un par de días de la mezquita de Jerez de la Frontera con insultos y amenazas como «Ahora nos toca a nosotros», «aquí rezan asesinos», «volved a vuestro país» o «Fuck Islam». Junto a ellas, la copia de un escrito que ella, como presidenta de la Asociación Marroquí para la Integración de los Inmigrantes , hizo llegar al delegado del gobierno en Cádiz, Fernando López, alertando de una realidad que si bien excepcional sí preocupa «mucho» a la comunidad musulmana residente en España. «Creemos además que lo más prudente es hacer las gestiones sin mucho ruido mediático para no crear el efecto bola de nieve», recomienda en la misiva la propia Karima, que se refiere a ejemplos similares a los de Jerez en ciudades como Bilbao, Madrid o Valencia.

«En Málaga por ahora no», admite Ahmed, que sin embargo sí ha constatado un aumento de las consultas en la asociación en los últimos días por los últimos acontecimientos. «Por ejemplo el otro día vino un chico de 17 años a pedirnos por favor si podíamos ir a su colegio para dar un charla y explicar bien por qué el islamismo y el integrismo no tienen nada que ver», añade Ahmed, que a sus 36 lleva casi media vida en Málaga justo ahora acaba de cumplir los 15 años en la ciudad y que asume con naturalidad el sentirse «de aquí» con el cumplimiento de los preceptos del Islam. Él, de hecho, está casado con una compatriota, cumple con la visita a la mezquita todos los viernes y sigue el Corán. Y no hay «ningún problema». En cambio, Karima no es practicante y decidió no llevar velo, pero se siente «profundamente musulmana». «Eso nace con nosotros acota Mahamane desde el momento en que nuestros padres nos ponen el nombre, y un buen musulmán, uno de corazón, no quiere el mal de nadie».

Ahmed Khalifa, 36 años. De Marruecos
Ellos también son Charlie

Aunque hayan pasado siglos, en el imaginario español aún está la idea del ‘moro’, y eso pesa»

«En Yemen también se mata»

En este punto del debate, los tres admiten que en la última semana se han sentido «víctimas». «Somos nosotros, la gente normal y corriente, los que nos estamos comiendo el marrón de otros», se queja Karima, mientras que su compañero Ahmed no puede evitar dibujar una realidad que a su juicio aún pesa en España a la hora de afrontar las relaciones entre unos y otros: «Aunque hayan pasado los siglos, aún está en el imaginario la idea del ‘moro’ y la guerra contra él».

La lucha por Al-Andalus. Ésa misma que hoy, después de más de siete siglos, vuelven a reivindicar los islamistas más radicalizados como parte de su conquista de Occidente. Ya da igual Francia que España que Bélgica. Y puede que sea en este punto del mapa, precisamente, donde se encuentre el nudo de otro debate mucho más profundo. Lo perfila Karima: «Lo de París ha sido una barbaridad y así la hemos vivido todos. Pero al mismo tiempo en Yemen hubo un atentado similar en el que murieron 23 personas, y los de Boko Haram matan todos los días. La mayoría de las víctimas son los musulmanes que viven en esos países, por eso el enemigo no es Islam, sino el terrorismo».

Karima Ouald Ali, 40 años. De Marruecos
Ellos también son Charlie

¿Que si he notado más islamofobia desde el ataque? Por supuesto que sí»

En este trabajo por diferenciar unas cosas de otras llevan embarcados Ahmed y Karima desde el año 2003. Comenzaron la labor social en la universidad, donde se conocieron él también es licenciado en Derecho y está preparando el doctorado y una vez terminados los estudios dieron el salto con la asociación. Ahora, más de una década después, presumen de ser una de las pocas en Málaga que tienen el sello de ‘asociación de utilidad pública’, aunque la satisfacción real no la miden en títulos, sino en cifras: hasta 36 nacionalidades conviven bajo el paraguas de su proyecto.

Algo similar a lo que encuentra a diario Mahamane en la sede de CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) en Málaga, donde le ofrecieron la mano que necesitaba hace dos años, después de un viaje con mil sombras y ni una sola luz desde Mali a España y de probar y errar suerte en Madrid, Barcelona, Mallorca o Almería. Hoy sigue vinculado a esta ONG sustituyendo al conserje en algunos turnos, y desde el umbral de la puerta ve cómo llega «la gente que huye». La desesperación de tener que dejar casa, tierra e hijos, igual que él hace 17 años. La mayoría huye del hambre y la miseria, pero otros muchos lo hace ya porque el terrorismo de los extremistas ha convertido sus países en inhabitables. Pasa en Siria. «La gente que viene de ahí llega fatal», lamenta Mahamane, que comparte con esos hermanos musulmanes la tragedia de haber tenido que dejar todo atrás «porque unos pocos siguen sin entender que la religión y la violencia no tienen nada que ver». Y punto.

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)