Inmigración. ESPAÑA, PUENTE A EUROPA
LA VIDA DESPUÉS DE LA VALLA
EL MUNDO le sigue el rastro a un grupo de inmigrantes que se conocieron en el Monte Gurugú, para saber qué ha sido de sus vidas tras saltar la verja. Junto a otros 200 ‘sin papeles’, estos dos amigos lograron su sueño de pisar territorio español. No lo consiguieron a la vez pero, aunque cada uno vive en una ciudad diferente, gracias a las redes sociales se mantienen conectados. Koffi, de 16 años, ha optado por probar suerte en Alemania mientras que Abou sigue en nuestro país
El Mundo, , 19-01-2015Proceden del mismo país aunque
sus destinos se unen en la Petit
Bamako del monte Gurugú, muy
lejos de sus hogares en Mali. Las
mafias los llevan hasta este bosque
y allí esperan el momento para
burlar la vigilancia de la policía
marroquí y saltar al paraíso.
Duermen bajos los pinos en tiendas
de plástico y comen de la caridad.
El objetivo común –entrar
en Europa– y el sufrimiento compartido
hermana a estos exiliados
sin papeles, pero con muchos sueños,
que dejaron atrás sus raíces
para tener una vida mejor.
Abou Desseigne y Koffi Bram se
conocieron en el Monte Gurugú. EL
MUNDO relató en febrero de 2014
las condiciones en las que viven estos
inmigrantes que llevan meses
de exilio e intentan entrar en Europa.
Ese mes se produjo el mayor
asalto a la valla de Melilla desde
2005. Más de 200 sin papeles lograron
atravesar la frontera, entre ellos
estos amigos. Este periódico les ha
seguido el rastro para saber qué ha
sido de sus vidas tras la verja.
Aunque la mayoría de los inmigrantes
irregulares llegan por avión
y como turistas, las entradas a través
de Ceuta y Melilla crecieron un
73% de enero a octubre pasados,
según las Fuerzas de Seguridad del
Estado. en 2014, más de 4.000 personas
atraveron la frontera hasta
Melilla de forma irregular.
La ruta que siguen hasta que se
instalan en alguna ciudad no es fácil.
Tras el alambre, todos pasan
por el centro de estancia temporal
de inmigrantes (CETI) de Melilla.
Allí, tratan de resolver su situación
irregular y muchos piden asilo para
conseguir papeles. Según explica
José Palazón, portavoz de la
ONG Prodein, allí pueden pasar de
tres meses a cinco años. «Este centro
es como un vaso de agua, cuando
hay mucha gente y se desborda,
se vacía para poder acoger a los recién
llegados», apunta.
Pasado un tiempo, se les traslada
a un Centro de Internamiento para
Extranjeros (CIE) en la península.
Los afortunados encuentran cobijo
en los centro de alguna ONG y
otros viven en la calle. Muchos de
los irregulares que consiguen llegar
a la ciudad autónoma se quedan en
España, aunque cada vez son más
los que utilizan nuestro país como
trampolín para volar a otros lugares
como Francia, Alemania o Suiza,
donde «hay menos crisis y más trabajo
», según Prodein.
Muy pocos vuelven a sus países.
«Están a las puertas de Europa y
les ha costado mucho llegar hasta
aquí. Por eso, salvo que los deporten,
sólo una minoría vuelve», explica
Palazón. Koffi y Abou son algunos
de los que han logrado atravesar
la frontera en 2014. Aunque
no saltaron a la vez, no se perdieron
la pista y las redes sociales los
mantiene conectados, aunque vivan
en ciudades distintas. El primero,
de 16 años, vive en un centro
para menores en Alemania,
donde estudia mecánica.
Para Abou, el horizonte tras la
valla de Melilla volvió a ser el Gurugú,
hasta que su ciclo del eterno
retorno se rompió el pasado mes
de octubre, cuando al fin logró la
hazaña de su compañero. Ahora
vive en un centro de acogida en
Murcia y sueña con irse a vivir a
Francia. La primera barrera ya la
ha franqueado. Los destinos de estos
amigos se unieron en este bosque
de los sin papeles y se separaron
cuando consiguieron el sueño
de entrar en Europa
(Puede haber caducado)