Los autores del crimen de la calle San Martín, condenados a 22 y 23 años de prisión
La Audiencia les sentencia por un delito de asesinato y otro de robo en casa habitada. Los dos procesados, de 21 años, y un menor hijo de la asistenta de la víctima asaltaron la vivienda para cometer un robo y terminaron por asesinar a la mujer
Diario Vasco, , 09-01-2015La Audiencia de Gipuzkoa ha condenado a penas que suman 22 y 23 años de cárcel respectivamente a los dos jóvenes que el pasado diciembre fueron juzgados en San Sebastián por su participación en el asesinato de Rogelia Chivite Ayensa, cometido hace dos años en Donostia. La víctima, de 93 años, fue asaltada en su domicilio, en la calle San Martín. Tres jóvenes, uno de ellos menor edad, hijo de la mujer que cuidaba a la víctima y que ya fue condenado, accedieron a su casa con el propósito de robarle. Al final, los agresores acabaron con su vida. Sin posibilidad de defensa, Rogelia fue víctima de una brutal agresión.
El tribunal sentencia a José Alexander A.F, natural de Honduras y que el próximo día 22 cumplirá 21 años, a 19 años de prisión como autor de un delito de asesinato con la agravante de disfraz, y a 4 años y 8 meses por un segundo delito de robo con violencia en casa habitada La Audiencia concluye que José Alexander, apodado ‘Colocho’, fue el autor material del crimen, aun cuando en la vista negó este extremo.
La justicia asimismo impone al segundo de los inculpados, Jorvic Fernando F.B, también de 21 años y nacionalidad hondureña, una pena de 4 años y 8 meses por el robo y 17 años, 6 meses y 1 día por el asesinato como coautor. Ambos procesados, además, deberán indemnizar con 15.000 euros a cada uno de los dos hijos de Rogelia Chivite por los daños morales causados.
La resolución, dictada por los magistrados Ignacio José Subijana, presidente de la Audiencia, María José Barbarin y Jorge Juan Hoyos, considera probado que José Alexander A. F. y Jorvic Fernando F.B., junto con el menor, que ya en mayo de 2013 fue condenado a siete años y seis meses de internamiento en régimen cerrado y a tres más de libertad vigilada, se pusieron de acuerdo para perpetrar un robo en el domicilio de Rogelia Chivite, situado en el quinto piso del número 36 de la calle San Martín. Los acusados habían empezado a planear el asalto días antes, si bien no lo ejecutaron hasta el 10 de octubre.
Información privilegiada
Los autores disponían de una información privilegiada, toda vez que el chico menor de edad es hijo de la mujer que realizaba las tareas domésticas y asistenciales en casa de la víctima. Los tres se pusieron de acuerdo para que el chico sustrajera las llaves de su madre e hiciera una copia que más tarde les permitiría acceder a la vivienda.
Según la resolución judicial, los tres sabían que entre las dos y las ocho de la tarde, la víctima se encontraba sola en su domicilio, dado que la cuidadora se ausentaba durante dicho periodo.
El día de los hechos los jóvenes se citaron sobre las tres de la tarde en las inmediaciones del Palacio de Justicia de Atotxa, «provistos de, entre otros efectos, viseras, gafas, guantes, pañuelos y mochilas», se indica en la sentencia.
Desde allí caminaron juntos hasta la calle San Martín, a cuyo portal accedieron con la copia de las llaves. Una vez en el interior, subieron por las escaleras hasta la vivienda de Rogelia Chivite. En uno de los descansillos, antes de llegar a la quinta planta, los acusados ocultaron sus rostros con los diferentes elementos que portaban al tiempo que se colocaron unos guantes para no dejar huellas y evitar de esta manera su identificación. En aquel instante, uno de ellos exhibió un cuchillo que portaba, un instrumento que «todos vieron nítidamente y que decidieron utilizar en la realización de lo planificado», se indica en la sentencia.
De esta manera, cubiertos los rostros y enfundadas las manos con guantes, los tres accedieron al piso, «donde tras un inicial registro de las habitaciones más cercanas a la entrada, llegaron a la habitación de Rogelia Chivite», detalla la resolución de la Audiencia.
«No iba a pasar nada»
El texto judicial indica que los asaltantes, tras percibir que la propietaria de la casa se encontraba en la habitación, mantuvieron una breve discusión. Jorvic expresó entones su intención de marcharse, si bien José Alexander le dijo que estuviera tranquilo «pues no iba a pasar nada».
Seguidamente, el hijo de la cuidadora y José Alexander accedieron a la habitación. Rogelia Chivite detectó entonces la presencia de los intrusos, lo que le llevó a proferir una expresión de sorpresa. La sentencia indica que en aquel instante, José Alexander se abalanzó sobre la mujer y le asestó una puñalada en el lado derecho del cuello, que le provocó una intensa hemorragia. Seguidamente, le propinó un «golpe brutal» en la región facial que le causó diversas fracturas además de otra hemorragia con inmediata pérdida de consciencia y «entrada en una fase agónica», destaca el tribunal.
Con Rogelia Chivite desvalida, José Alexander le propinó tres nuevas puñaladas en la región torácica, dos en la abdominal y una más en la paraumbilical. El conjunto de las lesiones, principalmente las fracturas de los huesos faciales, produjeron en la víctima un shock hipovolémico que le causó la muerte.
El tribunal de la Audiencia considera que mientras la mujer era apuñalada y golpeada, el acusado Jorvic Fernando F.B., «que conocía desde el primer momento que la víctima estaba en la casa y que uno de sus dos acompañantes portaba un cuchillo, que pensaba utilizar» si la víctima detecta su presencia, «permaneció impasible en la zona del pasillo (…) mientras Rogelia era brutalmente agredida». Recuerda asimismo que incluso cogió las joyas que José Alexander y el menor le entregaban mientras se producía el «virulento» ataque.
Después de poner fin a la vida de Rogelia Chivite y apropiarse de las joyas, los tres jóvenes abandonaron la vivienda. Los acusados vendieron parte del material que sustrajeron en establecimientos de compraventa de oro o similares. Las llaves que emplearon para entrar en el piso fueron arrojadas en la desembocadura del río Urumea.
El crimen quedó resuelto después de que la cuidadora de la víctima sospechara de la implicación de su hijo en los hechos. La progenitora logró arrancar al chico una confesión de culpabilidad, tras lo cual puso lo sucedido en conocimiento del pastor del culto religioso que profesa. Al parecer, éste le habría instado a que denunciara los hechos ante la Unidad de Investigación Criminal de la Policía autonómica, que para entonces tenía la investigación perfectamente encaminada hacia los tres acusados. El 8 de noviembre del 2012, el menor, acompañado de su madre se personó en la comisaría de Policía, donde confesó su implicación en el caso.
Durante la celebración de la vista oral, la Fiscalía Provincial de Gipuzkoa imputó a los acusados los delitos de asesinato y robo en casa habitada y solicitó para José Alexnader 25 años y 13 para Jorvic.
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