Por la derecha, coquetean Ukip y Cameron...

El ‘premier’ y el extremista Farage se niegan a descartar una coalición postelectoral

El Mundo, CARLOS FRESNEDA LONDRES CORRESPONSAL, 05-01-2015

El premier británico David Cameron y el líder euroescéptico Nigel Farage coquetearon ayer ante las cámaras de televisión y dejaron en el aire la posibilidad de una insólita coalición entre el Partido Conservador y el Partido de la Independencia del Reino Unido (Ukip) tras las elecciones del 7 mayo.

Dos veces se negó Cameron a responder directamente a la pregunta en el show de Andrew Marr en la BBC, afirmando que no quería comentar sobre «potenciales combinaciones para una coalición» antes de la cita de electoral.

Más abierto se mostró Nigel Farage en Sky News, reconociendo que su partido podría llegar a «un acuerdo de confianza» con un Gobierno en minoría dispuesto a respaldar sus políticas y a celebrar un referéndum sobre la salida de la Unión Europea. En cualquier caso, Farage, a quien ya todo el mundo toma en serio tras su victoria en las europeas, atinó en su diagnóstico. «Nadie sabe realmente lo que va a pasar en mayo: se trata de las elecciones generales más abiertas en las últimas décadas», dijo.

David Cameron hizo un guiño con el referéndum de UE insinuando que podría incluso celebrarse antes de finales del 2017, tal y como reclama el Ukip. «Si pudiéramos hacerlo antes, yo encantado», recalcó el premier. «Cuanto antes cumplamos lo prometido, mejor».

Farage insistió por su parte que la oferta actual de Cameron para la celebración del referéndum «no es suficientemente buena porque está basada en una renegociación de nuestra pertenencia a la UE que parece altamente improbable». El líder euroescéptico recalcó: «Lo que queremos es recuperar el control de nuestra democracia, el control de nuestras fronteras y nuestro papel en la escena internacional, y para eso necesitamos cuanto antes un referéndum».

A falta de cuatro meses, sólo una cosa parece cierta en el revuelto panorama político del Reino Unido: el bipartidismo a la vieja usanza ya ha pasado a la historia. Mientras los tories y los laboristas se codean entre el 30% y el 35% de la intención de voto, las nuevas fuerzas a la derecha y a la izquierda aspiran a tener la llave de Downing Street y a enterrar bajo el felpudo a los liberal-demócratas, que ejercieron de bisagra centrista en las últimas décadas.

El primer sondeo de Opinium en el 2015 otorga un 17% al Ukip de Farage. El líder euroescéptico, artífice a la sombra del golpe de timón hacia la derecha de Cameron, podría convertirse en el nuevo árbitro de la política británica.

La estrategia de caballo de Troya del Ukip, que ha logrado entrar en Westminster con dos diputados de tránsfugas del Partido Conservador, ha dado paso a una sorprendente tregua navideña, posible anticipo de un pacto de no agresión de cara a las elecciones generales. Atrás quedan los viejos intercambios de insultos, empezando por el propio Cameron, que en tiempos se refirió al Ukip como «un puñado de lunáticos y racistas encubiertos» y que ahora ha hecho suyas las drásticas propuestas para atajar la inmigración.

Cameron dio inicio a la campaña pasando la apisonadora conservadora por la campiña inglesa desde West Yorkshire. «Sigamos en el camino hacia una economía más fuerte», puede leerse en los cientos de carteles que pueblan ya el Reino Unido. «Hemos cortado el déficit a la mitad y, si nos dan otros cinco años, vamos a erradicarlo por completo», dijo el primer ministro, exagerado el cálculo: el déficit se ha reducido realmente de 153.000 a 91.000 millones de libras.

Así las cosas, David Cameron se esfuerza en proyectar estos días la imagen de renovada confianza en el futuro, con esa carretera que avanza entre el verde-esperanza, ese coqueteo por omisión con Farage y ese desdén por todo lo que aflora en la margen izquierda: «Las alternativas a los planes de los conservadores serían desastrosas».

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