Dos saltos en 24 horas acaban el año de más presión migratoria en Melilla
Diario de Navarra, , 31-12-2014El CETI está actualmente muy saturado, con más de 1.400 acogidos, una cifra que supone casi tres veces su capacidad idónea
Dos saltos de subsaharianos a la valla de Melilla en 24 horas, en los que han entrado más de 150 inmigrantes, culminan un 2014 en el que la ciudad autónoma ha sufrido la mayor presión migratoria de su historia, superando incluso a 2005, el año de la denominada “crisis de las avalanchas”.
Durante toda la madrugada de este miércoles, alrededor de 800 subsaharianos, divididos en varios grupos, han intentado por distintas zonas ver culminado su sueño de entrar en Europa sin salir de África, tras meses de dificultades malviviendo en campamentos improvisados en territorio marroquí.
Finalmente, han conseguido cruzar la doble verja, de seis metros de altura, cincuenta y cuatro personas de distintas nacionalidades, que se suman al centenar que lo lograron este lunes.
Según ha informado la Delegación del Gobierno, dos guardias civiles han resultado heridos esta mañana porque el asalto a la valla ha sido “muy agresivo” y muchos inmigrantes han lanzado objetos contra los agentes que trataban de frenarles.
Terminan dos jornadas intensas en la valla de Melilla, con la Guardia Civil en máxima alerta y con un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) donde el tradicional “Bosa, Bosa”, en señal de victoria, vuelve a sonar.
Este centro acaba el año con unas 1.500 personas acogidas, tres veces su capacidad máxima, una saturación histórica que se supera con el esfuerzo de los trabajadores, algunos de los cuales, incluso, hoy animaban a los que iban llegando.
Y es que 2014 ha sido un año récord. Casi 5.000 entradas, de las que más de 2.100 han sido a través de la valla en alrededor de 70 intentos masivos en los que han participado unas 20.000 personas.
La complicada situación, sobre todo tras las entradas de 500 subsaharianos en sendos saltos los pasados 18 de marzo y 28 de mayo, obligaron al Ministerio del Interior a adoptar medidas con objeto de frenar la oleada que se estaba produciendo, y que se agravó tras la tragedia ocurrida en la frontera del Tarajal, en Ceuta, el pasado 6 de febrero.
El refuerzo de efectivos de la Guardia Civil, con agentes de los Grupos de Reserva y Seguridad, además de la instalación de la malla antitrepa, que impide introducir los dedos en ella y, por lo tanto, dificulta la escalada, ayudó a frenar las entradas, a pesar de que los intentos no han cesado.
Sin embargo, la medida más controvertida no se ha adoptado en la valla, sino en el Congreso, con la inclusión de una enmienda a la Ley de Seguridad Ciudadana que da garantías jurídicas a lo que unos denominan “devoluciones en caliente”, pero que el Ministerio del Interior califica como “rechazos en frontera”.
Precisamente, la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC) de Melilla achaca en su cuenta de Twitter a esta medida las últimas dos jornadas de presión migratoria, motivada por la “desesperación” de los inmigrantes ante la aprobación de la normativa.
Esta idea también la comparte Prodein, la ONG más activa en Melilla en materia migratoria, quien en la misma red social considera que el Gobierno necesita estos saltos para “justificar” lo que su presidente, José Palazón, considera una ilegalidad.
Pero la inmigración en Melilla no sólo tiene que ver con la valla. Si se han producido 5.000 entradas y menos de la mitad han sido por el perímetro fronterizo, la diferencia tiene que ver con otro fenómeno migratorio: el de los sirios.
Se trata de una inmigración que ha pasado más desapercibida, debido a que acceden a la ciudad por los pasos fronterizos, sin “hacer ruido” y que, por tanto, no ha sido captada por las cámaras.
Los sirios tienen un perfil distinto al de los subsaharianos. Muchos vienen con dinero, pero huyendo de una guerra atroz que les ha impulsado a dejar todo en su país para tratar de buscar un futuro más esperanzador.
Son, por ello, potenciales solicitantes de asilo, algo que, sin embargo, no hacen para no quedarse “atrapados” en Melilla mientras se resuelve su solicitud, o incluso en España, país en el que deberían permanecer debido al convenio de Dublín, que les obliga a residir en el estado en el que piden asilo.
Melilla termina 2014 sin resolver el que es, junto con el desempleo, uno de sus principales problemas, un problema que no es sólo de la ciudad, sino de todo el continente, habida cuenta de que la frontera de Melilla lo es también de toda la UE.
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