Italia rescata 1.300 inmigrantes en el Mediterráneo en un día
La Marina lanzó cuatro operaciones para salvar embarcaciones camino de Sicilia.
El País, , 26-12-2014La desesperación no entiende de frío ni de marejadas. En las últimas horas han llegado a las costas italianas a bordo de naves de la Marina militar alrededor de 1.300 inmigrantes rescatados en cuatro operaciones de salvamento en el Canal de Sicilia, que separa Italia de África. La cifra puede impresionar, pero marca sólo un pequeño pico en una estadística terrible: del 1 de enero al 17 de diciembre, 167.462 inmigrantes llegaron a Italia por mar (el equivalente a la población de Castellón), según el Ministerio del Interior. La media es de 477 al día.
A bordo de una de las naves de rescate arribadas este viernes, la Etna, dotada de servicios médicos, una mujer nigeriana daba a luz a un niño el día de Navidad. Se llama Kate, tiene 28 años y dejó en Argelia a su marido y sus dos hijos mayores (6 y 10 años) para intentar llegar a Europa, embarazada de nueve meses y llevando en los brazos a Destiny, su pequeña de un año y tres meses. Destiny no se ha separado de su madre y su hermanito, bautizado Testimony Salvatore por los enfermeros, a petición de Kate, cristiana. Ella y el bebé están sanos. Y son, para los medios italianos, la imagen más empática que nadie pudiera imaginar para un drama que adquiere cada año, e independientemente de las políticas adoptadas, mayores proporciones. La llegada de Kate a media tarde a Messina (Sicilia), junto a otros 900 inmigrantes, ha abierto los informativos de las principales cadenas de televisión italianas.
Los otros 400 inmigrantes rescatados llegaron ayer a Pozzallo (Sicilia). Entre ellos viajaba un cadáver: uno más de los fallecidos en el Mediterráneo, el mar que más náufragos engulle al año en el mundo, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados. Entre prórrogas y estudios técnicos, el centro de acogida de inmigrantes de Pozzallo encarna otro de los grandes problemas de la inmigración: el de la acogida. Tras un cierre de 15 días y con el personal sin sueldo desde hace siete meses, el convenio firmado entre la prefectura de Ragusa y el Ayuntamiento de Pozzallo tiene validez solo hasta el 31 de diciembre. Y ni siquiera es una novedad: la operatividad del centro no es continua en virtud del carácter de “emergencia” con el que se gestiona cada desembarco y, sobre todo, de la falta de fondos.
El ministro del Interior, Angelino Alfano —delfín de Berlusconi hasta que rompió con su mentor en 2013—, insiste en que el fenómeno de la inmigración ha cambiado en los últimos años: “Se ha pasado de los que huían por razones económicas a los que ahora vienen de zonas de guerra, y la mayoría pide asilo político”. Razón por la cual Italia ha exigido en repetidas ocasiones a la UE mayor solidaridad.
Porque el gran problema en Italia sigue siendo el rescate en alta mar. Frontex, la agencia de la Unión Europea para la gestión de fronteras, reemplazó el pasado 1 de noviembre con la operación Tritón el programa italiano Mare Nostrum, que se puso en marcha después de la conmoción causada por la tragedia de Lampedusa el 3 de octubre del 2013. Entonces cerca de 400 personas murieron en el naufragio de un pesquero libio frente a la pequeña isla italiana. Los 41 ataúdes blancos colocados en el hangar del aeropuerto para los cadáveres de los niños sacudieron las conciencias de los mismos políticos italianos que habían tipificado como delito la “inmigración clandestina” convirtiendo en delincuente al inmigrante ilegal.
Con Mare Nostrum, la Marina italiana disponía de decenas de naves y hasta de dos submarinos para patrullar el Canal de Sicilia y socorrer a los inmigrantes. En solo un año se salvaron 150.000 vidas. Pero su coste, 9 millones de euros al mes, resultaba demasiado alto para un país en crisis y con Bruselas exigiendo recortes. A cargo de la UE, la nueva operación Tritón, con un tercio del presupuesto (3 millones de euros al mes) limita el radio de acción a 30 millas (42 kilómetros) de las costas italianas. Los rescates sin el paraguas de Tritón siguen realizándose en aguas internacionales e incluso libias. Cuando la Marina decidió intervenir, la barcaza a la deriva en la viajaba Kate y su hija Destiny estaba más allá de las susodichas 30 millas.
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