Un empresario cumple la tradición de que los inmigrantes cenen en Nochevieja
Canarias 7, , 26-12-2014Se trata de una docena de campamentos que se reparten por todo el extrarradio del municipio onubense, donde habitan personas que, en algunos casos, llevan allí más de cuatro años y sobreviven mediante trabajos esporádicos o la ayuda que distintas ONG les prestan, caso de Cáritas, la entidad que se encuentra en contacto más directo con ellos durante todo el año.
Precisamente, Mora ha contado esta tarde como “guía” con Domingo Jurado, uno de los componentes de Cáritas en el municipio, que tiene la habilidad y la memoria de conocer a cada uno de los miembros de los campamentos, e incluso de saber cuáles son las necesidades básicas que tienen en determinados momentos del año.
“¿Te sirvió el chaquetón que te traje?”, le preguntó a un joven de no más de 25 años a su llegada al primer campamento, mientras a otro le hablaba de fútbol o de la ropa que le podía hacer falta si el frío seguía como en estos días en la franja litoral de la provincia de Huelva.
A ese primer campamento ha llegado Patrocino Mora en una furgoneta poco antes de las 16:00 horas, y allí ha comenzado a organizar la entrega de alimentos, siempre teniendo en cuenta el recuento previo de las personas que viven allí que Domingo Jurado ha realizado.
“Nunca se sabe la gente que hay en los campos viviendo, sobre todo en estos días, que hay gente que se ha ido a la aceituna y no vuelven hasta febrero para la fresa”, explica Mora a Efe, mientras coge los primeros recipientes de comida para empezar a repartirlos entre los inmigrantes, que le esperan cada Nochebuena, porque se han acostumbrado a este gesto en los últimos nueve años.
Un guiso de pollo, arroz, leche, pan y dulces ha formado el menú de Nochebuena en los campamentos, en los que viven casi en exclusiva hombres africanos de raza negra, aunque también hay de otros países, e incluso hubo mujeres, si bien hoy, en la visita de Patrocinio y su gente, solo han sido hombres los que han salido al encuentro de la furgoneta.
Este primer campamento se encuentra junto al cementerio de Lepe, y desde los edificios cercanos se aprecia toda su extensión, además de que se han reconstruido las zonas que fueron arrasadas por un incendio el pasado enero.
Media hora después de llegar, la comitiva se ha desplazado a otro de los asentamientos, con algo de prisa, porque se ha iniciado el reparto casi con una hora de retraso respecto a su horario previsto, y antes de que el sol cayese tenía que estar terminado, lo que se ha conseguido a duras penas.
Han sido unas 400 cenas las que se han repartido en poco más de dos horas y ahora queda “dormir tranquilo por hacer algo que ayuda a las personas”, explica Mora, que ya piensa en el menú que preparará para Nochevieja, cuando repetirá su gesto, pero esta vez de cara al año nuevo.
Para esa noche ya sabe que cuenta con la ayuda de una conservera que le proporcionará el atún necesario y de una pastelería que le dará las raciones precisas de roscones de reyes, además de los voluntarios que elaboran la comida, la envasan, la cargan y la reparten, un pequeño ejército solidario cuyo trabajo se mantiene incansable cada diciembre.
(Puede haber caducado)