El gordo que esquivó al PP
El Periodico, , 23-12-2014Casi todo el mundo sabe que la sede central del PP, esa que se reformó con dinero negro, se ubica en la calle de Génova, pero pocos que no sean madrileños conocen además que el singular edificio hace esquina con Zurbano. Hasta ayer. Porque esta calle fue durante unas horas la más alegre de España. La administración número 79, situada a unos 200 metros de la central popular, repartió 118 series del gordo, el pellizcazo del día, que suma 472 millones de euros.
«No. Compramos aquí, pero otro número. No nos ha tocado nada», reconocía, apesadumbrada, una empleada del PP. El barrio, Chamberí, es de los más acomodados de la capital, pero los que ayer se paseaban con la sonrisa en la cara y el cava en la mano eran oficinistas, tenderos y camareros, muchos de ellos extranjeros.
La alegría se desbordó en el restaurante El Mentidero de la Villa, situado justo enfrente de la administración. Uno de los camareros llegó corriendo a avisar. No se lo podían creer. La dueña, Lara, había comprado 15 décimos del 13.437 que había repartido en participaciones entre los 40 empleados. Enseguida se bañaron en espumoso.
«No hay ninguno que no tenga premio. Hasta un exempleado ha pillado. A los que dudaban de comprar participaciones, les convencimos», contaba el dueño, Borja Anabitarte, aliviado por no verse obligado a emular a Antonio, el camarero del bar del anuncio. Y es que la crisis ha azotado tanto a los pequeños empresarios como a los trabajadores. Nadie va sobrado. Anabitarte invertirá lo ganado en «devolver varios créditos» y pagar los estudios de los hijos, nada menos que cinco. También reza para que no se le marchen los empleados, aunque no parece probable. Ayer siguieron al pie del cañón.
Todo el mundo está igual de pillado. Iulian, un camamero de origen rumano, compró un piso hace dos años con una hipoteca de 150.000 euros pese a que solo cobra unos 1.200 euros. Por suerte se llevó dos participaciones y con la mitad del premio podrá saldarla. El resto son venezolanos, ecuatorianos, bolivianos y colombianos.
A pocos metros del local de comidas respiraba feliz Juan Carlos, el dueño de una papelería de la cadena Carlin que ya había decidido bajar la persiana. No podía más con los gastos y las deudas. Pero días antes del sorteo su mujer le mandó a por dos décimos que acabaran en 13, como era su costumbre cada año. «Al no encontrar ninguno opté por comprar dos del que empezaba por 13. ¡Vaya bronca que me calzó! Y mira, ahora tan contenta», recuerda, mientras asegura que ahora sí podrá salvar el negocio, amén de satisfacer a su hijo, que ya le ha pedido dos viajes, uno a Disney y otro a Venecia.
Los empleados del cercano Museo de Cera sacaron la mejor tajada. Se repartieron nada menos que 160 décimos. «Los únicos que no se han hecho millonarios aquí son las figuras de cera», comentaba David, el encargado de la compra, que escogió un número acabado en 7 porque es del día del cumpleaños de su novia. Bendito amor.
Otras dos administraciones madrileñas se llevaron 12 millones más del gordo y 12 localidades de toda España, los 160 restantes.
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