DAte DE ALTA en el nuevo sistema de comentarios

País de satisfechos

Deia, Por Nekane Lauzirika, 22-12-2014

AUNQUE en el último Euskobarómetro un 84% de ciudadanos vascos dice sentir la crisis en propias carnes, un apreciable 54% de nosotros/as se manifiesta satisfechos. Tal vez porque basemos nuestra felicidad en mantener grandes expectativas y pocas necesidades, y agarrándonos a esta premisa pensemos que más valen esperanzas por venir que sufrir por promesas pasadas incumplidas. Me digo esto tras ver el éxito de Podemos y de su líder en el último Euskobarómetro, probablemente porque hayan dado con la tecla revolucionaria de aflorar ese fondo de esperanza poniéndolo en el frontispicio de sus promesas.

A nadie le agrada que haya un cierto fraude y pequeñas cloacas en la Renta de Garantía de Ingresos (RGI), pero cuando refiriéndose a los inmigrantes un andaluz me dice “les curamos en Tarifa para luego alimentarlos en Euskadi”, no me molesta sobremanera este cierto quijotismo. Tal vez sea una inversión en esperanza, en que esa mayoría que no defraudan aporten calidad a nuestra sociedad. Tal vez con la esperanza que lanza el biólogo Lior Pachter quien sostiene que lo más parecido genéticamente al “humano perfecto” es una mujer portorriqueña debido a la herencia unísona española, africana y taína. Pero no sólo por la genética, pues según el doctor Joaquim Valls, “los genes son responsables, a lo sumo, del 50% de lo que nos sucede”, por lo que nos queda un amplio margen del 50% para mejorar.

Ya sabemos que los inmisericordes mercados mandan con frialdad; que la desesperación de no tener medios básicos de subsistencia pueden empujarte a empotrarte contra la sede de pp – culpables; que hay quienes se embolsillan a manos llenas mientras otros las tienen vacías hasta de lo más necesario; que la justicia se ensaña con lo que deben unas monedas y se la cogen con papel de fumar al tratar con los grandes defraudadores…, pero siendo esto verdad, ante ello no podemos ser alexitímicos que tras la exposición a alguna situación traumática quedan faltos de empatía e incapaces de detectar las propias emociones, hasta el punto de llegar a ser conformistas sociales.

Nos queda la esperanza, sea en la lotería, en un feliz santotomás o en unas navidades gratificantes con la familia y por qué no en un Año Nuevo nuevo de verdad.

¿Por qué no han de sentirse satisfechos ese 54% de vascos? Si la realidad es dura quizá la única defensa real sea la no menos real propia felicidad. ¿Por qué no? Más aún si hoy les toca algo de lotería; y de no ser así, siempre queda ser felices por nuestra salud. nlauzirika@deia.com

Texto en la fuente original
(Puede haber caducado)