Cultura contra el prejuicio
El Periodico, , 19-12-2014Uno de sus muchos objetivos es superar la imagen, el enésimo de los tópicos que recaen sobre el colectivo, de que en el pueblo gitano siguen mandando el garrote y el sombrero. “Por supuesto que se respeta a los mayores, faltaría más; pero esto no es una gerontocracia. Nos guiamos por el intelecto. Si un joven es válido, puede ser perfectamente el referente de la comunidad”, asegura Simón Montero, flamante presidente de la Federació d’Associacions Gitanes de Catalunya (FAGIC), entidad que acaba de renovar su junta y afronta la nueva etapa con muchas ganas y aún más retos y que hoy celebra una de sus fiestas grandes con la ceremonia de entrega de sus premios anuales en el CaixaFòrum.
“Es la primera vez que entre los patrocinadores de los galardones hay una empresa gitana, Gipsy Rom, red social que aspira a ser la primera multinacional gitana”, explica Pere García, vicepresidente de la entidad. Lo que podría parecer una anécdota curiosa, es para García otro de los grandes retos del colectivo. “Es muy importante para nosotros el tema del patrocinador, cambia mucho la imagen encasillada que se tiene de nuestro pueblo”, prosigue el vicepresidente de la entidad, quien también destaca, casi como si quisiera ir derribando tópicos cual piezas de dominó, que la primera premiada, a título póstumo, es una mujer. Se trata de Carme Garriga i Boadella, distinguida por dedicar buena parte de su vida a hacer estudios sociales sobre la comunidad gitana.
Los otros tres premiados, estos tres sí hombres, son Joquín López Bustamante, por su programa Gitanos: arte y cultura romaní, que emiten Radio 5 y Radio Exterior de España; Juan de Dios Ramírez Heredia, por su trayectoria vital y política, y el artista Vicente de Castro, Parrita. “El pueblo gitano todavía es invisible. Somos lo que ellos quieren que seamos. Estos premios sirven también para romper con eso”, añade Juan Cortés, secretario de la entidad.
En esa misma línea, ser más visibles, entre los objetivos para el 2015 destaca también trasladar la sede de la federación del actual local en el que se encuentra, en el barrio de La Pau, a un lugar más céntrico. Donde sean más visibles. “Eso es también lo que busca Gipsy Rom. No existe un gitanómetro, así que nadie sabe cuántos somos; la Constitución prohíbe que existan registros por etnias. Aunque, es curioso, para las cosas malas lo tienen clarísimo. Para sacar porcentajes del absentismo escolar gitano tienen clarísimo cuántos somos”, concluye García.
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