Inmigración
El País, , 18-12-2014No hace mucho me dijo una amiga: “Yo no soporto tanta inmigración. Estaría de acuerdo en que a toda esta gente se la ayudara en sus propios países, pero aquí no se integran”. Terminamos nuestro viaje en común y nos despedimos.
Al mediodía, en las noticias anunciaron que se había producido el naufragio de una patera en Almería con más de 20 desaparecidos, entre ellos 7 bebés. Al oírlo, di un grito de espanto. Vino a mi mente la escena de ver a aquellas pobres madres gritando desesperadas al ver que sus hijitos caían al agua y eran engullidos por la mar.
Ellos se van de sus países engañados y esperanzados; todos haríamos lo mismo. ¿Qué será ahora de los supervivientes, después de unos días de acogida? A los que se pueda se les repatriará, y a los que no, deambularán por doquier sin ninguna ayuda, sin trabajo ni cobijo, con hambre y frío.
No está en nuestras manos solucionar este gran problema, pero por lo menos miremos a los inmigrantes con compasión, admiración y amor, ayudándoles si en algo podemos.
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